Queridos lectores de este blog,
Con profundo sentimiento de tristeza os anuncio el fallecimiento, tras una larga y penosa enfermedad llevada con verdadera resignación cristiana, de mi gran amigo S.E. El Barón Paolo Pucci di Benisichi, Embajador de Italia, Presidente Emérito de la Real Diputación, Baylío Gran Cruz de Justicia, Condecorado con el Collar de nuestra Sagrada Milicia y Caballero de la Real e Insigne Orden de San Genaro, entre otras condecoraciones y honores.
El Embajador Pucci di Benisichi fue Secretario General del Ministro de Asuntos Exteriores Italiano y Consejero de Estado. Nacido en Palermo el 15 de febrero de 1941, era licenciado en Derecho por la Universidad de su ciudad natal. Casado con Dª María Loretta Filiasi Carcano, Duquesa de Montaltino, en abril de 1966, tenía dos hijos y cuatro nietos.
Persona de una gran sensibilidad y vasta cultura era un profundo conocedor de la historia de la Orden y un entusiasta impulsor del comprometido papel que ésta debía de desempeñar en nuestra sociedad. Me complace remitiros un extracto de la carta que con motivo de su nombramiento como Presidente de la Real Diputación publicó en la revista IN HOC SIGNO VINCES, carta que hoy se convierte en su legado espiritual.
“(…) En el mundo y en el tiempo en el que vivimos, un mundo y un tiempo donde lo Transcendente cada vez es más difícil de notar y donde la dimensión del Espíritu, si no borrada, aparece ciertamente atenuada en nuestro arduo camino por la supervivencia hacia la salvación, hay una gran necesidad, creo, de prestar particular atención, especial consideración, a la humanidad doliente que en este arduo camino se pierde. Debemos de prestar una gran atención, una gran consideración, a nuestros hermanos más débiles y desamparados, en otras palabras, a aquellos que no han tenido éxito en sus vidas. El magisterio de la Iglesia nos ofrece en este sentido una enseñanza clara y un medio de inspiración inequívoco para nuestra conducta: por ello debemos de inspirarnos en ella, dando testimonio incluso por medio de signos externos, como el hábito y la insignia de nuestra Sacra Milicia. Recordad también, que en cualquier circunstancia el Caballero Constantiniano debe de distinguirse por la dignidad de su propia persona y por el rigor de su propio comportamiento tanto público como privado. Recordemos también de seguir con toda la diligencia posible la vida de la Orden, participando en las iniciativas adoptadas por sus órganos competentes, central y periférico, y finalmente recordad también mantener siempre una cercana relación con las autoridades eclesiásticas de referencia.
La fe, queridos hermanos y hermanas de hábito, es un don de Dios que el Señor nos concede sin pedir nada a cambio, hagamos todo lo posible por merecerlo; hace hincapié en la íntima relación entre el Hombre y su Creador. Pero la esperanza emana de nosotros mismos y es toda nuestra, aún más, la caridad que se hace para nosotros carga, es una carga muy gozosa y gratificante de practicar: Recordemos también que en el juicio al que un día seremos llamados, la absolución dependerá del bien que cada uno de nosotros hayamos sido capaces de hacer y dar a quienes más lo han necesitado. Tengámoslo presente, queridos hermanos y hermanas en nuestra actitud, en nuestro pensamiento diario, en nuestro decir y actuar.”
Hablar de la intensa y exitosa vida de Paolo, como padre, marido, embajador, abogado y amigo es largo y harto difícil, sobre todo condensar en unas palabras los múltiples logros que consiguió para los que le necesitaron resultaría casi imposible, así que no añado más a las iluminadas palabras de fe que Paolo quiso transmitirnos y que ahora os traslado.
Permitidme que finalmente os ruegue una oración por su eterno descanso, en la seguridad que Dios, Padre de toda bondad y misericordia lo habrá acogido benigno a Su presencia. En la foto, con Su Santidad el anterior Papa Benedicto XVI.
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