Juramento Hipocrático

 

Manuscrito bizantino del siglo XI en el que está escrito el Juramento hipocrático en forma de cruz. Biblioteca Vaticana.

Es un honor poder compartir con Ustedes una fascinante historia que se remonta al siglo V a.C., un período en el que la medicina y el arte se entrelazaban en un hermoso abrazo de ética y sabiduría. 

Hoy, en mi última publicación de mayo, les transportaré al pasado para explorar el legado perdurable del Juramento Hipocrático, una joya histórica que ha dejado una huella indeleble en la medicina y en nuestra cultura.

El Juramento Hipocrático, atribuido al célebre médico griego Hipócrates, es un testimonio cautivador de la promesa de salvaguardar la vida y la integridad humana. 

Este antiguo texto ético, que ha perdurado a lo largo de los siglos, establece los principios fundamentales de la práctica médica y la relación entre médico y paciente. Es un recordatorio inspirador de la nobleza y el compromiso que los profesionales de la salud han tenido durante milenios.

Imaginen, por un momento, a aquellos antiguos médicos, llevando en su corazón el peso de esta solemne promesa mientras buscaban aliviar el sufrimiento y sanar a los enfermos. 

El Juramento Hipocrático les otorgaba la responsabilidad sagrada de usar su conocimiento para el bienestar de la humanidad, sin importar las circunstancias. En su esencia, este juramento trasciende el tiempo y nos conecta con una tradición de curación y compasión que ha perdurado hasta nuestros días.

La Piedad de Michelangelo Buonarroti

En esta edición de mis publicaciones me complace llevaros en un viaje fascinante al corazón del Renacimiento italiano, donde una obra maestra eterna nos espera con los brazos abiertos: "La Piedad del Vaticano" de Michelangelo.

Preparen sus sentidos para ser cautivados por la majestuosidad de una escultura que ha trascendido el tiempo y sigue siendo una fuente inagotable de asombro y emoción.

"La Piedad del Vaticano" es una de las creaciones más sobrecogedoras y sublimes de la historia del arte. La delicadeza con la que Michelangelo esculpió la figura de la Virgen María sosteniendo a su amado hijo, Jesús, en sus brazos, transmite una devoción y una tristeza infinitas. Cada detalle, cada pliegue de tela y cada expresión facial revelan la maestría incomparable de un artista que dejó una huella imborrable en la humanidad.

Esta escultura, que se encuentra en la Basílica de San Pedro, en el corazón mismo del Vaticano, ha sido testigo de innumerables admiradores a lo largo de los siglos. Su presencia es un recordatorio conmovedor de la capacidad del arte para evocar emociones profundas y unir a las personas en un momento de reflexión y trascendencia. Fue esculpida entre 1498 y 1499.

Laocoonte y sus hijos

 En mayo de 1506, se descubrió en Roma una escultura que cautivaría al mundo entero durante siglos: "Laocoonte y sus hijos". Esta obra de arte esculpida en mármol representa una de las historias más conmovedoras de la mitología griega, y hoy quiero contaros un poco más sobre ella.
La historia cuenta que Laocoonte era un sacerdote troyano que trató de advertir a sus compatriotas sobre el famoso Caballo de Troya, que en realidad ocultaba a los soldados griegos.
Sin embargo, sus advertencias fueron ignoradas, y finalmente la ciudad fue saqueada. En la versión de la historia que se representa en la escultura, Laocoonte y sus hijos son castigados por los dioses por haber interferido con su plan divino.
Esta escultura es una de las piezas más impresionantes del arte clásico, y aún hoy en día sigue sorprendiendo a los espectadores con su realismo y detalle.
Laocoonte y sus hijos es un grupo escultórico griego de datación controvertida, aunque suele considerarse una obra original de principios de la era cristiana. La obra es de un tamaño algo mayor que el natural, de 2,42 m de altura y está ejecutada en mármol blanco. Se encuentra en el Museo Pío-Clementino perteneciente a los Museos Vaticanos de Roma. La obra fue realizada por Agesandro, Polidoro y Atenodoro de Rodas, pertenecientes a la Escuela de Rodas del periodo helenístico. 

La Victoria de Samotracia

Este mes de mayo no podía dejar pasar esta curiosidad de una maravillosa pieza de arte: la historia detrás de la majestuosa escultura helenística La Victoria de Samotracia. 
En mayo de 1863, esta obra maestra fue descubierta en la isla griega de Samotracia, convirtiéndose rápidamente en una de las esculturas más admiradas de la antigüedad y se cree que esta escultura fue creada alrededor del siglo II a.C. para conmemorar una victoria naval de los rodios sobre los antígonos. 
Originalmente, se encontraba en un nicho de la isla de Samotracia, donde había sido instalada por los rodios en honor a la diosa Nike. Sin embargo, la escultura fue dañada por los elementos y las invasiones de los bárbaros, lo que provocó que sus fragmentos fueran dispersados por toda la isla. 
Y no fue hasta el siglo XIX que se recuperaron los fragmentos y se reconstruyó la obra tal como la conocemos hoy en día.
La Victoria de Samotracia es una pieza única, que representa a la diosa Nike alada en toda su gloria. Esta escultura ha sido objeto de estudio, admiración y controversia desde su descubrimiento, y ha sido considerada una de las más grandes obras de la escultura helenística.
Pero ¿por qué esta escultura es tan importante? 
Por ser un testimonio del ingenio artístico y la habilidad técnica de los antiguos griegos. Su diseño y ejecución son una verdadera maravilla, y su belleza es tal que ha trascendido el tiempo cautivando a generaciones enteras.