Li Bai (701-762) fue un poeta chino considerado el
mayor poeta romántico de la dinastía Tang. El carácter 白, pronunciado bái en mandarín moderno, tenía en
el pasado una pronunciación alternativa bó, motivo por el cual su nombre se
transcribía antiguamente como Li Po, representación según el sistema Wade-Giles
de esta pronunciación obsoleta.
Conocido como el poeta
inmortal, se encuentra entre los más respetados poetas de la historia de la
literatura china. Aproximadamente mil poemas suyos subsisten en la actualidad.
El mundo occidental introdujo los trabajos de Li Bai a través de muy liberales
traducciones de versiones en japonés de sus poemas, realizadas por Ezra Pound.
Li Bai es mejor conocido por su imaginación extravagante y las imágenes
taoístas vertidas en su poesía, a la vez que por su gran amor a la bebida. Al
igual que Du Fu, Li Bai pasó gran parte de su vida viajando, situación que se
pudo permitir gracias a su relajada situación económica. Se dice que se murió
ahogado en el río Yangzi, habiendo caído de su bote al intentar abrazar el reflejo
de la luna, estando bajo los efectos del alcohol.
Li Bai o Li Po,
contemporáneo de Wang Wei, fue el hijo de un mercader rico. Su lugar de
nacimiento es incierto, pero un candidato es Suiye en Asia Central (en las
cercanías del actual Tokmak en Kirguistán). Cuando tenía solo cinco años de
edad su familia se mudó a Jiangyou, cerca de la moderna Chengdu en la provincia
de Sichuan. Fue influenciado por el pensamiento confuciano y taoísta, pero
finalmente su herencia de familia no le permitió grandes oportunidades dentro
de la aristocrática dinastía Tang. A pesar de haber expresado su deseo de
convertirse en funcionario, no se presentó al examen de servicio civil chino.
En cambio, a la edad de 25 años, se dedicó a viajar por China, desarrollando
una personalidad salvaje y libre, muy al contrario de las ideas prevalecientes
de un caballero confuciano correcto. Esta imagen fascinó tanto a los
aristócratas como a la gente común y Li Bai fue finalmente presentado al
emperadorXuan Zong en 742.
Le fue otorgado un cargo en
la Academia Hanlin, que formaba a intelectuales expertos para la corte
imperial. Li Bai permaneció durante menos de dos años como poeta al servicio
del emperador, pero fue finalmente despedido por una indiscreción desconocida.
En consecuencia, vagó por China durante el resto su vida. Conoció a Du Fu en el
otoño de 744 y lo volvió a encontrar el año siguiente. Éstas fueron las únicas
ocasiones en que se encontraron, pero su amistad siguió siendo muy importante
para Du Fu (una docena de sus poemas hacia o acerca de Li Bai existen aún,
comparados con solo uno de Li Bai a Du Fu).
En el momento de la rebelión de An Lushan se involucró en una revuelta subsidiaria en contra del emperador, aunque no se conoce con seguridad en qué medida se trató de una acción voluntaria -Li Bai supo mantener una posición ambigua mediante la elaboración de poemas que no determinaban claramente su postura hacia los sublevados-. El fracaso de la rebelión tuvo como consecuencia su segundo exilio hacia Yelang. Fue absuelto antes de que el tiempo de su destierro terminara.
En el momento de la rebelión de An Lushan se involucró en una revuelta subsidiaria en contra del emperador, aunque no se conoce con seguridad en qué medida se trató de una acción voluntaria -Li Bai supo mantener una posición ambigua mediante la elaboración de poemas que no determinaban claramente su postura hacia los sublevados-. El fracaso de la rebelión tuvo como consecuencia su segundo exilio hacia Yelang. Fue absuelto antes de que el tiempo de su destierro terminara.
Li Bai murió en Dangtu,
actual Anhui. Algunos eruditos creen que su muerte fue el resultado de un
envenenamiento por mercurio después de un largo historial de consumo de
elixires taoístas para la longevidad, mientras que otros creen que murió por
envenenamiento con alcohol. La leyenda romántica sobre la muerte de Li Bai
habla del fallecimiento de un poeta, cuando una noche paseaba en barca, ebrio,
y se lanzó al agua para abrazar el reflejo de la luna, ahogándose.
Bibliografía en España
• Li Bai (2002). 100 poemas. Selección, traducción del chino
y prólog de Chen Guojian. Barcelona: Editorial Icaria. ISBN 84-7426-556-5.
• Li Bai (2005). A punto de partir. traducción del chino por
Anne-Hélène Suárez. Madrid: Editorial Pre-Textos. ISBN 84-8191-661-7.
Vida y Obra
Había nacido en el
corazón de Asia, en las fronteras occidentales de China y se llamaba Li Po. Su
madre aseguraba que lo había concebido de una estrella, cosa no inverosímil del
todo, pues en aquella región eran bastante frecuentes casos parecidos, como el
de la bella princesa Han que, prometida a un Sha del Irán, viajaba en busca de
su novio cuando su caravana fue asaltada por bandidos. Gracias a la protección
de su escolta, logró refugiarse en Ujadbai, en el Pamir, donde concibió del
Dios del Sol. La madre de Li Po, en todo caso, parece que también fue visitada
por algún ser celestial, al que sólo consiguió ver en sueños, pues sabido es
que estos seres suelen ser bastante tímidos y huidizos de la luz del día.
Desde niño Li Po
dio pruebas de ingenio agudo, frase mordiente, espíritu soñador, mezcla de
místico y ligero de cascos. Con el pincel en la mano sabía dar vida a frases
aun más incisivas y madrigales mejor compuestos. Fue por entonces, quizá,
cuando su madre se dio cuenta del brillante futuro a que podía aspirar su hijo
y recayó en el parentesco celestial. Su hijo, más que un ser terrestre, era un
ángel caído del cielo, era un Li Po, un inmortal exiliado, como su nombre
indicaba.
Con tal parentesco
Li Po no podía dedicarse a sembrar mijo, ni recoger arroz. Sus espaldas eran
demasiado frágiles para mozo de cuerda y su brazo sostenía la pluma mejor que
la lanza. El camino lógico era la carrera administrativa, llegar a ocupar algún
cargo oficial en las aduanas, en el gobierno de una provincia, en la inspección
de las finanzas. Los puestos del Estado proporcionaban la suficiente paz de
espíritu para disponer de tiempo que dar a las musas. Y decidido a tratar de
conseguir un puesto, se fue a la capital de los Tang.
Pero entrar en la
casta privilegiada de los sabios y bien remunerados funcionarios era tarea
complicada, porque había previamente que sufrir unas oposiciones dificilísimas,
formadas de sucesivos exámenes, cada vez más exigentes y donde -como saben
todos los que siglos después han hecho en España oposiciones a cualquier cuerpo
con pujos de exclusividad- se caía por un quítame allá esas pajas. Opositar,
entonces, era tarea de titanes. Li Po lo era, pero no para opositar.
Li Po era poeta.
Rimaba versos a las bellas, a los valles, a los ríos. y al vino. Cogía unas
borracheras monstruosas. Se iba de parranda con unos amigotes imposibles.
Estaba inconsciente durante días. Así no es de extrañar que, cuando ¡legó el
momento de recitar el equivalente chino de la Ley Hipotecaria o de la de
Enjuiciamiento fracasara de una manera estrepitosa. Pero él no creyó haber
hecho malos exámenes y echó la culpa, como cualquier opositor de hoy -y era el
siglo VIII-, a mala voluntad de los catedráticos, a los que puso como no digan
dueñas en rima pegadiza que ha traído hasta nosotros incluso el nombre del
malvado examinador.
Pero con sus versos
no se abrió el camino de la carrera de funcionario. Y, ya se sabe, con el
pincel entonces, como hoy con la pluma, no hay quien coma. Hubo de buscar otra
solución. Que esta vez se ganó gracias al ingenio derrochado en sus versos,
dirigidos a una joven y rica heredera, conquistada a fuerza de madrigales. Se
casó. Es más: se casó tres veces con otras tantas mujeres con dinero. No está
claro si Li Po era guapo, pero en todo caso debía tener cualidades que le
permitieron obtener el amplio éxito que siempre tuvo con las mujeres.
Y a costa de ellas
vivió y bebió. Y cantó y viajó, de posada en posada, de amigo en amigo, en
barca, en carro, a pie, descubriendo el mundo a través de una niebla de
alcohol, celebrando la creación, las hermosas y el licor.
Dale a
Li Po una jarra llena
y te escribirá un poema.
Dormita en una taberna
en una calleja de Changan
y aunque le llame el Rey
no montará la barca real.
Majestad, por favor, dijo,
mirad que soy un dios de vino.
A ratos le entraban
remordimientos. Con su talento debía hacer algo mejor. Debía ser útil a su
país. Las oposiciones odiadas le cerraban el camino, pero quizá hubiera un
resquicio por donde sus versos pudieran introducirse, como lagartijas entre las
peñas, para llegar a los oídos del Emperador. Y teniendo el éxito que él tenía
con las mujeres, ¿por qué no ensayar llegar al Soberano a través de su harén?
Eran los días en
que el Emperador Min Huang andaba buscando novia para un hijo. Pero se la birló
al ver lo guapa que era la elegida y la llamó Yang Kuei-fei, es decir, Yang la
Concubina Imperial. Li Po la cantó:
El
real palacio nunca vio tal belleza
ni siquiera Golondrina Volante, con su estela
brillante.
La
gloria de las nubes en su falda
el
resplandor de la flor en su cara
y por si el
Emperador estimaba oportuno que los versos del poeta no le olvidasen, Li Po
añadió:
Tres
mil bellas pueblan sus salas,
pero
de las tres mil sólo ama una sola,
en
áurea estancia se prepara ella para la noche
y,
después de festejar, en jarros de jade se
emborrachan.
y
ahora ya juntos, la hermosa y sus flores
iluminan
para siempre la vista del Emperador,
mientras
escuchan el suspiro del viento de Primavera,
en el
pabellón de Aloe, donde ella se recuesta.
Ming Huang era un
Emperador con visos de artista. Los versos de Li Po le gustaron. A Yang
Kuei-fei también. La puerta de palacio se abrió ante el poeta, a pesar de no
haber aprobado las oposiciones, dándole la oportunidad codiciada y la suerte
inesperada de que por entonces se recibiera en la corte una carta de lejano
Monarca de los confines occidentales de China, carta que nadie sabía descifrar.
Hasta que cayó en manos de Li Po que, ante la estupefacción de los sabihondos
vencedores de las oposiciones, leyó sin dificultad alguna los misteriosos
signos que, al parecer, eran de la mano del Rey de Persia. Los que siempre
encuentran una explicación a posteriori dijeron que Li Po era oriundo de por
allí y que por eso conocía el idioma. Pero el caso es que el Emperador le
aceptó en su gobierno con los brazos abiertos y le ofreció un colosal banquete.
Li Po estaba
contentísimo, como cualquier poeta al que le dan un puesto en Hacienda, como a
cualquier fracasado en oposiciones al que hicieran jefe de administración. ¡Qué
oportunidad y qué medios para emborracharse a gusto ¡Qué ocasión para reírse de
sus catedráticos! Li Po no desperdició ni un epigrama, ni una gota de mosto. Pero mientras se
fraguaba su pérdida, el poeta escribía, gozaba y bebía. Sin darse cuenta de lo
que a su alrededor pasaba.
Que no era sino que
Yang Kuei-fei engañaba a su imperial amante y mantenía traidoras relaciones con
un guapo mozo, medio turco y medio tártaro, que respondía al nombre de Al Lu
shan. Tan indiscretos fueron que hasta el engañado Monarca se enteró. Y exilió
al competidor en un gesto de debilidad del que habría de arrepentirse. Yang
Kuei-fei, aunque caída de momento en desgracia, pronto volvió a la buena
voluntad imperial. Pero el que pagó el
pato del amor traicionado fue el poeta, que como amigo de An Lu-shan se vio
expulsado de la corte sin contemplaciones. Seguramente por las envidias de los
opositores con plaza.
De nuevo a la carretera. Y ahora con
nostalgia:
El río Amarillo fluye al mar Oriental,
el sol se pone sobre el mar Occidental.
Como el tiempo, el agua huye para
siempre.
Quizá quien pudiera cabalgar celestial
dragón,
y aspirando la esencia de luna y sol
llegar a vivir para siempre.
A la búsqueda
incesante de cobijo, huyendo de la miseria y de sí mismo:
Vivir es viajar;
morir, volver a la tierra.
El mundo es como posada;
el tiempo que pasa, aventada tierra.
Se queja uno pensando en el pasado
cuando sólo el porvenir debiera asustar.
Pero no todo iba a
ser malos ratos. Se buscó dos guapas chicas que recitasen sus versos y
escanciaran su vino Chao-yang y Chin-ling-, recorriendo los mercados y las
tabernas, cantando la vida, el amor, la alegría y el licor. Como el Arcipreste
español.
...e yo como soy hombre
como otro pecador
hombre de las mujeres
a las veces gran amor,
Como el parisino François Villon[1] :
... ce beau
nez droit, grand ne petit,
ces petites
jointes oreilles,
menton
fourchu, clair vis traités,
et ces belles lèvres
vermeilles,
Confiesa sus
amores, huye de la autoridad, se esconde, arma escándalos, halaga de lejos a
Emperador y concubina
...cuando acaba de
bailar y cantar
temo se vuelva nube multicolor
Pero ni siquiera
sus imágenes de arco iris le granjearon el ingreso en el escalafón de los
funcionarios. Visitó cárceles, trató de hallar la piedra de la vida, siguió a
piratas, tropezó con la justicia:
Qué fácil caer preso en la red de las
leyes
y ahora, vivir exiliado al Sur del Chi,
mientras arrogantes funcionarios
castigan
al delincuente.
Aunque yo volviese
estos años de soledad blanquean mis
sienes.
No le quedaba más
refugio en su vagabundear que el vino, porque:
...campanas y tambores
y rica comida,
para mí que son si sólo quiero
emborracharme
y olvidarme de mí? Santos y sabios del
pasado
ahora sólo silencio son y sólo los
borrachos
han dejado nombre de sí.
Andariego por los
confines del Imperio, un día oyó las noticias increíbles. An Lu-shan, el desterrado,
seguido de hordas tártaras se había lanzado sobre la capital imperial,
arrollando los ejércitos que se le atravesaban, asesinando y quemando. El
Emperador y su concubina huyeron ante él. Pero la escolta se les sublevó y los
soldados obligaron al derrotado Monarca a dar a la bella Yang Kuei-fei el
cordón de seda para que ella misma, atada por los sublevados a un peral en
flor, pusiera fin a sus días. Ante los ojos aterrados del Emperador enamorado,
la más bella entre las bellas,
... la que con él viajara en Primavera,
la que acompañaba sus noches,
dejó de ser para siempre.
Li Po comenzó a
sentir, entre libaciones, la cercanía de la muerte, como el Arcipreste español,
Ay Muerte, muerta seas, muerta e mal
andante,
Como el parisino
Villon :
Donc puis n’eus force ne vigueur;
mais que te nuit soit elle en vie,
Mort? ,
Y la cantó sin
nombrarla:
Se apagaron sol y 1una,
y la tierra ceniza se tornará.
¿Tú, si no has de vivir mil años,
para qué de la vida corta te quejarás?
El viajero en el mar, empujado por
brisas favorables
leva el ancla y parte a país lejano.
Como el pájaro cruza nubes innumerables,
su estela en el mar no deja recuerdo
alguno.
La capital
imperial, en ruinas; la juventud, pasada; la ilusión, perdida. El consuelo era
sólo la memoria. Y, más que nunca, el vino.
Una noche
tranquila, recostado en una barca en el Yanggtse Kiang, bebía y recitaba a la
luna, que se acercó a él sobre el agua sombría del río. El poeta quiso
abrazarla. Se inclinó sobre la borda, la alcanzó y la estrechó contra su pecho.
Las aguas negras no
devolvieron su cadáver.
[1]
François de Montcorbier o de Loges, llamado François Villon (nacido
en 1431 o 1432 en París,
desaparecido en 1463); el
más grande poeta del Siglo XV en
su patria, del último siglo de la Edad
Media. Su creación más celebrada es "La balada de
los ahorcados", y fue escrita cuando esperaba su ejecución en la horca.
Es difícil abarcar toda la literatura universal, pero si no se intenta...
ResponderEliminar