Es el más famoso de los castillos
cátaros, situado encima de un peñón, o pog, de Ariege (condado de Foix).
En 1204 fue ampliado a instancias de Esclarmonde de Foix hasta transformarlo en
fortaleza. Antiguamente hubo en ese mismo emplazamiento un lugar de culto
celta. Aún hoy puede visitarse la ruina del Montségur, bastante bien conservada.
El sitio de Montsegur se refiere al asedio de nueve meses del castillo
cátaro de Montsegur, por parte de por las fuerzas realistas francesas, a partir
de mayo 1243. Después de que el castillo se rindió, unos doscientos diez
creyentes e impenitentes fueron quemados en una hoguera el 16 de marzo de 1244.
Estela situada en el Camp dels cremats en memoria de la quema de 200 cátaros
defensores del castillo. La montaña del Pog probablemente estuvo habitada desde
mucho antes de la llegada de los cátaros, ya que está horadada de grutas y
sepulturas que lo testimonian. La construcción del castillo se inició en el
1204 por Ramón de Pérella, señor del lugar. Tras la derrota de Muret en 1213,
el obispo cátaro de Toulouse, Guilhabert de Castres, se refugió en el castillo,
que se convirtió en lugar de refugio de las «buenas personas». El 1241, a
petición del rey de Francia, Luis IX, el conde Raimundo VII de Tolosa emprende
el asedio del castillo que, probablemente sin combate, finaliza en fracaso.
Siendo propiedad de la hermana del conde de Foix Raimundo Roger I,
Esclaramunda, se refugiaron algunos cátaros que participaron en el año 1242 en
la matanza de los inquisidores de Avignonet, encabezados por Pierre Roger de
Mirepoix. En mayo de 1243, el senescal de Carcasona, Hugues des Arcis,
emprendió el definitivo asedio del castillo. Tras diez meses, y como
consecuencia de la traición de montañeses de la región, Ramón de Péreille y
Pierre Roger de Mirepoix empezaron la negociación que llevaría a la rendición
del lugar. Los vencedores dieron quince días de plazo a los vencidos para
abandonar el castillo, pudiendo optar entre la abjuración de su fe y la
hoguera. Finalmente, una pira gigantesca consumiría los cuerpos de doscientos
diez mártires. Hoy el lugar es recordado con una simple lápida donde se invita
al viajero a detenerse ante el Camps des cremats ('Campo de los quemados') que
recuerda a los inmolados y a leer con respetuoso silencio el epitafio: «A los
cátaros, a los mártires del puro amor cristiano...», sacrificio actualmente
conmemorado por un monumento a los pies de la montaña. La leyenda asegura que
los quince días de tregua permitieron poner a buen recaudo el famoso tesoro de
los cátaros, así como finalizar la formación espiritual de las personas
reunidas dentro de las paredes del castillo. Las personas nobles, los soldados
y los mercenarios de la guarnición fueron liberados y requeridos por la Inquisición,
conforme a los acuerdos hechos en el momento de la capitulación.
El Grial era el gran secreto de
los cátaros, conocido sólo por los iniciados. Hasta la fecha sigue sin
aclararse si se trataba de un objeto, una piedra, un cáliz (que contendría
algunas gotas de la verdadera sangre de Cristo), un tesoro, o de ciertos conocimientos
en tomo a cuestiones (como la prolongación de la dinastía del rey David, que pasando
por Jesús de Nazaret habría llegado a Occitania). En esta dirección apunta
también la teoría de que "saint Grial", "santo Grial" o
"san Grial" debería leerse, en realidad, sang réal, es decir: "sangre real". Ya en
el terreno de la alquimia, el Grial se identifica con la "piedra
filosofal", y en la mitología reaparece con los caballeros del santo Grial
que asisten a la mesa redonda del rey Arturo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario