viernes, 17 de mayo de 2013

Li Po, el poeta



Li Bai  (701-762) fue un poeta chino considerado el mayor poeta romántico de la dinastía Tang. El carácter , pronunciado bái en mandarín moderno, tenía en el pasado una pronunciación alternativa bó, motivo por el cual su nombre se transcribía antiguamente como Li Po, representación según el sistema Wade-Giles de esta pronunciación obsoleta.

Conocido como el poeta inmortal, se encuentra entre los más respetados poetas de la historia de la literatura china. Aproximadamente mil poemas suyos subsisten en la actualidad. El mundo occidental introdujo los trabajos de Li Bai a través de muy liberales traducciones de versiones en japonés de sus poemas, realizadas por Ezra Pound. Li Bai es mejor conocido por su imaginación extravagante y las imágenes taoístas vertidas en su poesía, a la vez que por su gran amor a la bebida. Al igual que Du Fu, Li Bai pasó gran parte de su vida viajando, situación que se pudo permitir gracias a su relajada situación económica. Se dice que se murió ahogado en el río Yangzi, habiendo caído de su bote al intentar abrazar el reflejo de la luna, estando bajo los efectos del alcohol.

Li Bai o Li Po, contemporáneo de Wang Wei, fue el hijo de un mercader rico. Su lugar de nacimiento es incierto, pero un candidato es Suiye en Asia Central (en las cercanías del actual Tokmak en Kirguistán). Cuando tenía solo cinco años de edad su familia se mudó a Jiangyou, cerca de la moderna Chengdu en la provincia de Sichuan. Fue influenciado por el pensamiento confuciano y taoísta, pero finalmente su herencia de familia no le permitió grandes oportunidades dentro de la aristocrática dinastía Tang. A pesar de haber expresado su deseo de convertirse en funcionario, no se presentó al examen de servicio civil chino. En cambio, a la edad de 25 años, se dedicó a viajar por China, desarrollando una personalidad salvaje y libre, muy al contrario de las ideas prevalecientes de un caballero confuciano correcto. Esta imagen fascinó tanto a los aristócratas como a la gente común y Li Bai fue finalmente presentado al emperadorXuan Zong en 742.

Le fue otorgado un cargo en la Academia Hanlin, que formaba a intelectuales expertos para la corte imperial. Li Bai permaneció durante menos de dos años como poeta al servicio del emperador, pero fue finalmente despedido por una indiscreción desconocida. En consecuencia, vagó por China durante el resto su vida. Conoció a Du Fu en el otoño de 744 y lo volvió a encontrar el año siguiente. Éstas fueron las únicas ocasiones en que se encontraron, pero su amistad siguió siendo muy importante para Du Fu (una docena de sus poemas hacia o acerca de Li Bai existen aún, comparados con solo uno de Li Bai a Du Fu). 

En el momento de la rebelión de An Lushan se involucró en una revuelta subsidiaria en contra del emperador, aunque no se conoce con seguridad en qué medida se trató de una acción voluntaria -Li Bai supo mantener una posición ambigua mediante la elaboración de poemas que no determinaban claramente su postura hacia los sublevados-. El fracaso de la rebelión tuvo como consecuencia su segundo exilio hacia Yelang. Fue absuelto antes de que el tiempo de su destierro terminara.

Li Bai murió en Dangtu, actual Anhui. Algunos eruditos creen que su muerte fue el resultado de un envenenamiento por mercurio después de un largo historial de consumo de elixires taoístas para la longevidad, mientras que otros creen que murió por envenenamiento con alcohol. La leyenda romántica sobre la muerte de Li Bai habla del fallecimiento de un poeta, cuando una noche paseaba en barca, ebrio, y se lanzó al agua para abrazar el reflejo de la luna, ahogándose.

Bibliografía en España

•          Li Bai (2002). 100 poemas. Selección, traducción del chino y prólog de Chen Guojian. Barcelona: Editorial Icaria. ISBN 84-7426-556-5.
•          Li Bai (2005). A punto de partir. traducción del chino por Anne-Hélène Suárez. Madrid: Editorial Pre-Textos. ISBN 84-8191-661-7.

Vida y Obra

Había nacido en el corazón de Asia, en las fronteras occidentales de China y se llamaba Li Po. Su madre aseguraba que lo había concebido de una estrella, cosa no inverosímil del todo, pues en aquella región eran bastante frecuentes casos parecidos, como el de la bella princesa Han que, prometida a un Sha del Irán, viajaba en busca de su novio cuando su caravana fue asaltada por bandidos. Gracias a la protección de su escolta, logró refugiarse en Ujadbai, en el Pamir, donde concibió del Dios del Sol. La madre de Li Po, en todo caso, parece que también fue visitada por algún ser celestial, al que sólo consiguió ver en sueños, pues sabido es que estos seres suelen ser bastante tímidos y huidizos de la luz del día.

Desde niño Li Po dio pruebas de ingenio agudo, frase mordiente, espíritu soñador, mezcla de místico y ligero de cascos. Con el pincel en la mano sabía dar vida a frases aun más incisivas y madrigales mejor compuestos. Fue por entonces, quizá, cuando su madre se dio cuenta del brillante futuro a que podía aspirar su hijo y recayó en el parentesco celestial. Su hijo, más que un ser terrestre, era un ángel caído del cielo, era un Li Po, un inmortal exiliado, como su nombre indicaba.

Con tal parentesco Li Po no podía dedicarse a sembrar mijo, ni recoger arroz. Sus espaldas eran demasiado frágiles para mozo de cuerda y su brazo sostenía la pluma mejor que la lanza. El camino lógico era la carrera administrativa, llegar a ocupar algún cargo oficial en las aduanas, en el gobierno de una provincia, en la inspección de las finanzas. Los puestos del Estado proporcionaban la suficiente paz de espíritu para disponer de tiempo que dar a las musas. Y decidido a tratar de conseguir un puesto, se fue a la capital de los Tang.

Pero entrar en la casta privilegiada de los sabios y bien remunerados funcionarios era tarea complicada, porque había previamente que sufrir unas oposiciones dificilísimas, formadas de sucesivos exámenes, cada vez más exigentes y donde -como saben todos los que siglos después han hecho en España oposiciones a cualquier cuerpo con pujos de exclusividad- se caía por un quítame allá esas pajas. Opositar, entonces, era tarea de titanes. Li Po lo era, pero no para opositar.

Li Po era poeta. Rimaba versos a las bellas, a los valles, a los ríos. y al vino. Cogía unas borracheras monstruosas. Se iba de parranda con unos amigotes imposibles. Estaba inconsciente durante días. Así no es de extrañar que, cuando ¡legó el momento de recitar el equivalente chino de la Ley Hipotecaria o de la de Enjuiciamiento fracasara de una manera estrepitosa. Pero él no creyó haber hecho malos exámenes y echó la culpa, como cualquier opositor de hoy -y era el siglo VIII-, a mala voluntad de los catedráticos, a los que puso como no digan dueñas en rima pegadiza que ha traído hasta nosotros incluso el nombre del malvado examinador.

Pero con sus versos no se abrió el camino de la carrera de funcionario. Y, ya se sabe, con el pincel entonces, como hoy con la pluma, no hay quien coma. Hubo de buscar otra solución. Que esta vez se ganó gracias al ingenio derrochado en sus versos, dirigidos a una joven y rica heredera, conquistada a fuerza de madrigales. Se casó. Es más: se casó tres veces con otras tantas mujeres con dinero. No está claro si Li Po era guapo, pero en todo caso debía tener cualidades que le permitieron obtener el amplio éxito que siempre tuvo con las mujeres.

Y a costa de ellas vivió y bebió. Y cantó y viajó, de posada en posada, de amigo en amigo, en barca, en carro, a pie, descubriendo el mundo a través de una niebla de alcohol, celebrando la creación, las hermosas y el licor.

Dale a Li Po una jarra llena
y te escribirá un poema.
Dormita en una taberna
en una calleja de Changan
y aunque le llame el Rey
no montará la barca real.
Majestad, por favor, dijo,
mirad que soy un dios de vino.

A ratos le entraban remordimientos. Con su talento debía hacer algo mejor. Debía ser útil a su país. Las oposiciones odiadas le cerraban el camino, pero quizá hubiera un resquicio por donde sus versos pudieran introducirse, como lagartijas entre las peñas, para llegar a los oídos del Emperador. Y teniendo el éxito que él tenía con las mujeres, ¿por qué no ensayar llegar al Soberano a través de su harén?

Eran los días en que el Emperador Min Huang andaba buscando novia para un hijo. Pero se la birló al ver lo guapa que era la elegida y la llamó Yang Kuei-fei, es decir, Yang la Concubina Imperial. Li Po la cantó:

El real palacio nunca vio tal belleza
ni siquiera Golondrina Volante, con su estela
brillante.
La gloria de las nubes en su falda
el resplandor de la flor en su cara

y por si el Emperador estimaba oportuno que los versos del poeta no le olvidasen, Li Po añadió:

Tres mil bellas pueblan sus salas,
pero de las tres mil sólo ama una sola,
en áurea estancia se prepara ella para la noche
y, después de festejar, en jarros de jade se
emborrachan.
y ahora ya juntos, la hermosa y sus flores
iluminan para siempre la vista del Emperador,
mientras escuchan el suspiro del viento de Primavera,
en el pabellón de Aloe, donde ella se recuesta.

Ming Huang era un Emperador con visos de artista. Los versos de Li Po le gustaron. A Yang Kuei-fei también. La puerta de palacio se abrió ante el poeta, a pesar de no haber aprobado las oposiciones, dándole la oportunidad codiciada y la suerte inesperada de que por entonces se recibiera en la corte una carta de lejano Monarca de los confines occidentales de China, carta que nadie sabía descifrar. Hasta que cayó en manos de Li Po que, ante la estupefacción de los sabihondos vencedores de las oposiciones, leyó sin dificultad alguna los misteriosos signos que, al parecer, eran de la mano del Rey de Persia. Los que siempre encuentran una explicación a posteriori dijeron que Li Po era oriundo de por allí y que por eso conocía el idioma. Pero el caso es que el Emperador le aceptó en su gobierno con los brazos abiertos y le ofreció un colosal banquete.

Li Po estaba contentísimo, como cualquier poeta al que le dan un puesto en Hacienda, como a cualquier fracasado en oposiciones al que hicieran jefe de administración. ¡Qué oportunidad y qué medios para emborracharse a gusto ¡Qué ocasión para reírse de sus catedráticos! Li Po no desperdició ni un epigrama, ni una gota de mosto. Pero mientras se fraguaba su pérdida, el poeta escribía, gozaba y bebía. Sin darse cuenta de lo que a su alrededor pasaba.

Que no era sino que Yang Kuei-fei engañaba a su imperial amante y mantenía traidoras relaciones con un guapo mozo, medio turco y medio tártaro, que respondía al nombre de Al Lu shan. Tan indiscretos fueron que hasta el engañado Monarca se enteró. Y exilió al competidor en un gesto de debilidad del que habría de arrepentirse. Yang Kuei-fei, aunque caída de momento en desgracia, pronto volvió a la buena voluntad imperial. Pero el que pagó el pato del amor traicionado fue el poeta, que como amigo de An Lu-shan se vio expulsado de la corte sin contemplaciones. Seguramente por las envidias de los opositores con plaza.

De nuevo a la carretera. Y ahora con nostalgia:
El río Amarillo fluye al mar Oriental,
el sol se pone sobre el mar Occidental.
Como el tiempo, el agua huye para siempre.
Quizá quien pudiera cabalgar celestial dragón,
y aspirando la esencia de luna y sol
llegar a vivir para siempre.

A la búsqueda incesante de cobijo, huyendo de la miseria y de sí mismo:

Vivir es viajar;
morir, volver a la tierra.
El mundo es como posada;
el tiempo que pasa, aventada tierra.
Se queja uno pensando en el pasado
cuando sólo el porvenir debiera asustar.

Pero no todo iba a ser malos ratos. Se buscó dos guapas chicas que recitasen sus versos y escanciaran su vino Chao-yang y Chin-ling-, recorriendo los mercados y las tabernas, cantando la vida, el amor, la alegría y el licor. Como el Arcipreste español.

...e yo como soy hombre como otro pecador
hombre de las mujeres a las veces gran amor,

Como el parisino François Villon[1] :

... ce beau nez droit, grand ne petit,
ces petites jointes oreilles,
menton fourchu, clair vis traités,
et ces belles lèvres vermeilles,

Confiesa sus amores, huye de la autoridad, se esconde, arma escándalos, halaga de lejos a Emperador y concubina

...cuando acaba de bailar y cantar
temo se vuelva nube multicolor

Pero ni siquiera sus imágenes de arco iris le granjearon el ingreso en el escalafón de los funcionarios. Visitó cárceles, trató de hallar la piedra de la vida, siguió a piratas, tropezó con la justicia:

Qué fácil caer preso en la red de las leyes
y ahora, vivir exiliado al Sur del Chi,
mientras arrogantes funcionarios castigan
al delincuente.
Aunque yo volviese
estos años de soledad blanquean mis sienes.

No le quedaba más refugio en su vagabundear que el vino, porque:

...campanas y tambores y rica comida,
para mí que son si sólo quiero emborracharme
y olvidarme de mí? Santos y sabios del pasado
ahora sólo silencio son y sólo los borrachos
han dejado nombre de sí.

Andariego por los confines del Imperio, un día oyó las noticias increíbles. An Lu-shan, el desterrado, seguido de hordas tártaras se había lanzado sobre la capital imperial, arrollando los ejércitos que se le atravesaban, asesinando y quemando. El Emperador y su concubina huyeron ante él. Pero la escolta se les sublevó y los soldados obligaron al derrotado Monarca a dar a la bella Yang Kuei-fei el cordón de seda para que ella misma, atada por los sublevados a un peral en flor, pusiera fin a sus días. Ante los ojos aterrados del Emperador enamorado, la más bella entre las bellas,

... la que con él viajara en Primavera,
la que acompañaba sus noches,
dejó de ser para siempre.

Li Po comenzó a sentir, entre libaciones, la cercanía de la muerte, como el Arcipreste español,

Ay Muerte, muerta seas, muerta e mal andante,

Como el parisino Villon :
Donc puis n’eus force ne vigueur;
mais que te nuit soit elle en vie,
Mort? ,

Y la cantó sin nombrarla:

Se apagaron sol y 1una,
y la tierra ceniza se tornará.
¿Tú, si no has de vivir mil años,
para qué de la vida corta te quejarás?
El viajero en el mar, empujado por brisas favorables
leva el ancla y parte a país lejano.
Como el pájaro cruza nubes innumerables,
su estela en el mar no deja recuerdo alguno.

La capital imperial, en ruinas; la juventud, pasada; la ilusión, perdida. El consuelo era sólo la memoria. Y, más que nunca, el vino.

Una noche tranquila, recostado en una barca en el Yanggtse Kiang, bebía y recitaba a la luna, que se acercó a él sobre el agua sombría del río. El poeta quiso abrazarla. Se inclinó sobre la borda, la alcanzó y la estrechó contra su pecho.

Las aguas negras no devolvieron su cadáver.





[1] François de Montcorbier o de Loges, llamado François Villon (nacido en 1431 o 1432 en París, desaparecido en 1463); el más grande poeta del Siglo XV en su patria, del último siglo de la Edad Media. Su creación más celebrada es "La balada de los ahorcados", y fue escrita cuando esperaba su ejecución en la horca.

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