Algunos observadores, particularmente en la oposición venezolana, han querido ver en los sucesos que condujeron a la caída del presidente de Egipto Mohammed Morsi una posible “ruta eficiente” ,para lograr enfrentar al régimen “semiautoritario”, con vocación totalitaria, que gobierna en Venezuela.
En Egipto el partido de Morsi, brazo político de la Hermandad Islámica, movimiento fundamentalista musulmán, logró el 47% del voto en las elecciones parlamentarias y el 52% en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, derrotando a un ex colaborador del depuesto presidente Mubarak. Después de las elecciones Morsi, el primer presidente electo democráticamente en la historia de Egipto, tenía el 80% de apoyo popular. Sin embargo, en apenas un año de gestión, el apoyo se derrumbó a poco más del 30%, la incompetencia del gobierno fue impresionante, la gestión económica desastrosa: recesión, aumento del desempleo y la inflación, fuerte caída de las reservas internacionales y sobretodo escasez de carburantes, que ha afectado no sólo el transporte urbano sino la agricultura dependiente del diesel, que surte las decenas de miles de bombas de irrigación. La fundamental industria turística se hundió, por la intranquilidad política. La Constitución fue redactada en una comisión, cuyos miembros no islámicos originales se retiraron en protesta, fue aprobada en comicios en los cuales no participó la oposición. Morsiirrespetó la autonomía del Poder Judicial y el más absoluto sectarismo caracterizó sus nombramientos. La minoría cristiana copta que representa el 10% de la población fue acosada y excluida, así como la minoría chiita. Los sectores laicos urbanos resintieron la imposición creciente de leyes islámicas. En los últimos días del gobierno Morsi, el partido Al Nour, que representa a los salafistas, islámicos más integristas que la Hermandad, que obtuvo el 25% del voto y que colaboraba con el gobierno, se pasó a la oposición. A todo esto hay que agregar que las fuerzas armadas han gobernado en Egipto, directa o indirectamente, desde la caída de la monarquía en 1952 hasta la elección de Morsi y controlan una buena parte de la economía del país también directamente e indirectamente, a través de una vasta red de oficiales retirados. Estas fuerzas armadas que, desde los acuerdos de Camp David de 1978, reciben un subsidio de los EEUU de 1500 millones de dólares US$ anuales, y que durante décadas consideró a la Hermandad como su enemigo político, están obviamente mucho más cercanasa los sectores modernizantes y laicos de la oposición. Por tanto cuando, en el marco del derrumbe de la popularidad y la pérdida de apoyos del gobierno, incluyendo varios ministros, centenares de miles de manifestantes se volcaron a la calle, las fuerzas armadas decidieron destituir al gobierno Morsi.
Comparemos ahora estos hechos con la situación venezolana, la economía ha entrado en recesión, pero había crecido en los años anteriores, la inflación y la escasez de productos han aumentado considerablemente, las reservas internacionales han disminuido, el valor del ridículamente llamado bolívar “fuerte” se ha derrumbado, sin embargo no olvidemos que Venezuela es un petro-estado y los precios del petróleo se mantienen altos (por cierto la crisis egipcia favoreció un pequeño aumento). Por tanto, aun cuando la situación económica seguirá deteriorándose por la incompetencia, el despilfarro, la corrupción, la incoherencia y sobre todo las ideas muertas del gobierno, el petro-estado tiene todavía suficientes recursos para evitar un descalabro económico tan fuerte como el egipcio. Políticamente recordemos que, si bien es cierto que el chavismo sin Chávez ha entrado en una decadencia inevitable y lo demuestran la pérdida de diez puntos porcentuales entre las elecciones presidenciales de octubre 2012 y las de abril 2013 y la baja en el apoyo popular, que evidencian las más recientes encuestas, todavía representa alrededor de la mitad de la población. A diferencia del caso egipcio, el Poder Judicial, el Congreso y demás instituciones del Estado están confiscadas por el régimen. Pero sobretodo, la situación de las fuerzas armadas es bastante distinta. Hay una unidad institucional e ideológica en las fuerzas armadas egipcias que ya no existe en las venezolanas, después de 15 años de régimen chavista. En Venezuela están divididas entre un sector profesional e institucionalista, muy poco presente en los mandos de tropa, un sector oportunista que mantiene el apoyo al gobierno por razones de interés, entre los cuales hay también un grupo ligado al narcotráfico y un sector menor identificado ideológicamente con el régimen. Por ende, tanto la situación socioeconómica como la fundamental correlación de fuerzas son muy distintas en los dos países.
Todos los sectores de la alternativa democrática venezolana deben entender que cualquier cambio en la orientación de este petro-estado, pasa inexorablemente por lograr una mayoría nacional de alrededor del 55%. A partir de allí, empieza a modificarse sustancialmente la correlación de fuerzas, a través, entre otras cosas, de los llamados “saltos de talanquera”. En las elecciones presidenciales del 2006 la oposición obtuvo sólo el 37% del voto, en abril se logró el 50%, las eleccionesmunicipales de diciembre deben transformarse en un referéndum por la democracia. Los intereses locales y las ambiciones personales deben pasar a un segundo plano:sin unidad, organización y disciplina, sólo hay suicidio político, anarquía y estupidez.
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