Gracias al overdrive en directa, el motor va descansado y suave en las vías rápidas. Alimentado por dos carburadores SU, el duradero motor Volvo desarrolla su potencia de forma progresiva. El vehículo descapotable tiene un salpicadero que, aunque parezca madera, es metálico y va pintado con doce capas de laca. Los elementos de acero inoxidable que salpican la carrocería y las llantas Borrani de radios aportan elegancia y exclusividad.
El articulo tiene una longitud de ocho paginas, desde la 50 a la 57.
Este es el texto:
Era una oportunidad que no podían desaprovechar. Luis vio el anuncio en 1999 en una revista francesa de clásicos y lo consultó con Carmen, su esposa. Poseedor de otros vehículos de colección, Luis llevaba doce años buscando un Facel III descapotable, modelo del que sólo se fabricaron 193 unidades, en el corto periodo que fue de abril de 1963 a septiembre de 1964.
Tras llamar por teléfono a Ginebra, la ciudad suiza donde vivía su dueño, llegó el correspondiente viaje para cerrar el trato. Ya desprovisto de su placa de matrícula, que en Suiza tiene un número asignado a todos los vehículos del propietario, el Facel III viajó en camión hasta Madrid. Ahora tocaba ir tramitando su documentación como vehículo histórico, así como la elaboración de una nueva capota, que sustituyese a la negra bastante ajada con que vino. Pronto vio Luis que su descapotable llamaba la atención y no sólo atraía las miradas de la gente. “Un día, aún con las placas verdes provisionales, acababa de aparcar el Facel en la calle Goya y un francés me lo quería comprar. Hasta sacó el talonario de cheques y me decía que yo pusiese la cantidad...”. Pero Luis lo acababa de comprar y aún estaba en esa fase inicial de convivencia, en la que algo así le reconfirmó el acierto de su compra.
Este ejemplar de color burdeos se matriculó por primera vez el 1 de de enero de 1965, dos meses después de que las factorías de Facel dejasen de construir sus automóviles de lujo. Atrás quedaban casi once años de vida comercial de esta refinada marca francesa, creada por Jean Daninos. Este ingeniero y empresario, nacido en 1906, había asistido en la primera mitad de los años cincuenta a la progresiva liquidación de los fabricantes franceses de máximo prestigio.
Como las fichas de dominó, Delage, Delahaye, Hotchkiss, Voisin e incluso Bugatti habían ido cayendo en bancarrota, por lo que Daninos se animó a crear la marca Facel Vega, después de comprobar la práctica ausencia de competidores en nuestro país vecino. Su primer modelo fue el coupé FV, presentado en 1954 y propulsado por un V8 Chrysler de 4,5 litros.
Desde sus inicios, los Facel Vega destacaron por la calidad de construcción de sus atractivas carrocerías y por tener un habitáculo especialmente cuidado. Volviendo a nuestro protagonista, su frontal llama la atención por su diseño característico. De hecho, la calandra central, las dos bocas de aire laterales y las ópticas Megalux -verticales y de faro doble- forman un conjunto de estética acertada, con el añadido suplementario de que la fachada de los Facel Vega no se parece a la de ningún otro automóvil de su época.
Sin adornos innecesorios, los trazos de la carrocería se asemejan a los del Facel II, coupé soberbio presentado en 1961 y dotado de un poderoso V8 Chrysler de 7 litros y 375 CV. Como en el Facel II, también el parabrisas panorámico, el corte en bisel de la zaga y el acertado estilo de los pasos de rueda, elementos que le aportan su personalidad. También ayudan en este sentido todas las piezas metálicas brillantes, elaboradas en acero inoxidable, y las preciosas y opcionales llantas Borrani de radios, de palomilla central y patentadas por la firma británica Rudge.
Esa finura sin estridencias continúa en el interior, donde nos reciben los señoriales asientos opcionales de cuero negro. En el puesto de conducción, un volante Nardi con aro de madera; y en el salpicadero, simetría, buena cantidad de relojes y un salpicadero que parece de madera pero que no lo es. Nos explicaremos. Al igual que en los Facel Vega con motor V8, pintores artesanos de la casa creaban sobre el tablero de acero una imitación ciertamente singular. Primero desengrasaban el salpicadero y le administraban una capa de cromato de zinc, para dar después una mano de laca y esperar a que se secase. A continuación aplicaban sucesivamente otras once capas de laca con su correspondiente secado, mezcladas con componentes distintos en cada uno de los procesos.
A la vista queda el elegante y duradero resultado final. En el lado derecho del tablero, debajo de la guantera, está el mando de apertura del capó. Al abrirlo, sorprende que un coche francés tenga dos carburadores SU. La razón de este equipo de alimentación estriba en que el motor de los Facel III es el Volvo B18, un propulsor robusto que tan buenos resultados sigue dando medio siglo después, en este modelo y en los Volvo P1800S y Amazon. Dentro del vano motor, el único cambio introducido por Luis fue la sustitución de la dinamo por un alternador. Y es que en el uso de colección la batería lleva una vida más dura, a veces con varios meses sin utilizarse para nada. Y en la línea de llevar controlada la carga, Luis quitó del cuadro de instrumentación el reloj horario original -de cuerda- e instaló en su lugar un amperímetro Jaeger, de estética similar a la de los demás aparatos de medida.
Como se puede apreciar en las imágenes, la zona inferior de la carrocería está apenas a un palmo del asfalto. Y además, la banqueta de los asientos va bastante baja, casi horizontal y, hasta que se toma la postura y se afianza uno ante el volante y los pedales, es demasiado fácil deslizarse sobre ella. El volante Nardi con aro de madera va bastante vertical y la puerta llega casi hasta la altura del hombro, por lo que en el Facel se va encajonado y forzado a conducir con los brazos algo encogidos.
En el tráfico urbano, el resto de los vehículos parecen demasiado altos, pero la óptima visibilidad a capota plegada y el abundante par motor hacen que resulte agradable rodar a bordo de este acaparador de miradas. Pero a coche parado, la dirección demasiado dura hace más esforzadas las maniobras y el excesivo diámetro de giro (9,8 m) obliga a prolongarlas.
Por el contrario, estos inconvenientes de ciudad se transforman en ventajas cuando salimos a la carretera. En el ambiente rutero, el centro de gravedad bajo y la rapidez de la dirección invitan a una conducción alegre. Las suspensiones, aun teniendo la firmeza propia de los autos de enfoque deportivo, no son de tipo tabla sino que aportan algo de confort. El tren delantero va por donde se le ordena desde el volante, mientras que la zaga tiende a derrapar de forma controlable en los giros demasiado bruscos. Y en el caso de acelerar repentinamente a fondo en segunda, el eje trasero pierde la motricidad y la mitad posterior del Facel tiende a abandonar la costumbre de seguir la huella de las ruedas delanteras. De todos modos, la potencia no es tan excesiva como para ponernos en apuros.
En carreteras rápidas y autopistas, el Facel III tiene energía sobrada para mantener el crucero legal de 120 km/h. Ahora bien, a semejante velocidad es más llevadero hacerlo con la capota extendida, para evitar el incómodo estruendo del aire, al tiempo que el motor gira a 3.500 vueltas en cuarta más overdrive. A ese ritmo u otros superiores, un Facel III puede afrontar viajes de largo recorrido. Al respecto, Luis desearía encontrar el hardtop opcional que se suministraba en origen, que a buen seguro aumenta el confort acústico y el disfrute en los meses fríos.
De remate, señalar que estamos ante un modelo bastante poco conocido, incluso entre los aficionados a los clásicos, pero que atrae por su estilo de carrocería tan característico. Como bien sabrán quienes tiene uno, es muy habitual escuchar la pregunta ¿de qué marca es?. Pero aún es más llamativo ver la cara que ponen, pues al escuchar que es un Facel Vega se quedan todavía más extrañados.
Y es que esta firma francesa, aunque hiciese coches tan atractivos, sigue olvidada por el gran público.
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