La contemplación interior para obtener nuestras propias respuestas es el primer paso para sentirnos bien.
Los cinco dilemas vitales que más nos atormentan y cómo afrontarlos
El triunfo de la sociedad del consumo, o más bien del usar y tirar, de la inmediatez y de la gratificación puramente material, ha moldeado hasta las cuestiones más espirituales y existenciales. La felicidad ya no forma parte del terreno filosófico, de la reflexión profunda basada más en las preguntas que en las respuestas, sino del mercadeo coaching o de autoayuda, cuando no del propio hábito de consumo. Queremos una fórmula única de la felicidad y la queremos ya, pero desafortunadamente no existe una serie de principios universales, aunque la ceguera materialista nos impida verlo. El neoplatonista Pierre Hadot lo desarrolla brillantemente en La filosofía como forma de vida.
Lejos de converger hacia un único modelo del bienestar vital, los principios del desarrollo personal se basan en la reflexión sobre los dilemas existenciales para alejar el tormento desde el conocimiento. Cada uno que saque sus conclusiones. Como defiende Foucault en El Gobierno de sí y de los otros, el verdadero desafío es que “los sujetos se constituyan por sí mismos, pues así se constituye el ser moderno de la filosofía”.
Las razones (cambiantes) de la existencia
¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos? Ni una sola respuesta universal, a pesar del esfuerzo de las grandes religiones por sacarnos del atolladero. Lo único que podemos saber es que aquí estamos y que para disfrutarlo necesitamos ser felices, sentirnos realizados y llevar una vida digna. A partir de estas nociones básicas, se puede citar otra subyacente: buscar la realización de nuestros ideales, luchando por ellos y los seres queridos. El bienestar no tiene una única meta, sino que se trata de una consecución de metas recambiables. Se trata de sentirnos bien por el camino en el que transitamos.
La ética (individual) del buen vivir
No todo el mundo tiene que seguir la misma dirección, ni durante toda su vida, pues la mejor elección dependerá de la etapa vital en la que nos encontremos. La vida es un aprendizaje continuo, las experiencias nos moldean y las personas de las que nos rodeamos más. El buen arte de vivir dependerá de que todos estos factores convivan en armonía con nuestra ética individual.
Desde los filósofos griegos hasta los contemporáneos, explica Foucault, la sabiduría (o la búsqueda constante de ella) entendida como disciplina de vida, es la mejor forma de asegurar nuestra ética individual. Es decir, debemos cultivarla todos los días. ¿La distinción entre el bien y el mal? “La contemplación”, diría la filosofía oriental y sus correspondientes sucedáneos.
¿Quién soy yo?
El conocimiento interior es una de las pocas fórmulas universales que nos ayudan a alcanzar el bienestar “siendo uno mismo”. Desde la filosofía griega hasta la contemporánea, pasando por la oriental, se ha defendido la contemplación interior como el método más eficaz de alejar los tormentos que nos acechan, desde la angustia, la incertidumbre, los fantasmas o los golpes vitales.
La vivencia del presente, de las oportunidades y de las cosas buenas de la vida, pueden quedar anuladas por la obsesión en el pasado o el futuro. El principio socrático de “conocerse a sí mismo” sigue siendo un método aplicable hoy en día, entendido siempre de forma activa, planificando y anticipándonos.
Qué debo hacer
La voluntad puede ser frágil y en ocasiones insuficiente para ser uno mismo y controlar nuestro propio destino. El entorno nos condiciona, por lo que intentar transformalo o intentar convivir sin traicionarnos nos marca el camino del bienestar, así como resistir a las tentaciones y cantos de sirena que van en contra de nuestra ética personal. En ello consiste la libertad, otro de los pocos principios universales que caracterizan a la felicidad.
Hoy en día no son pocos los elementos que condicionan nuestra manera de vivir, más allá incluso de los credos o parámetros socioculturales. La frustración puede surgir fácilmente si no contamos con las herramientas psicológicas necesarias, que a fin de cuenta proceden del conocimiento en uno mismo anteriormente mencionado.
…pero lo vida me maltrata
La contemplación sin acción pierde toda su utilidad. Para luchar y salir adelante se necesita mucha disciplina y capacidad de resistencia. La vida es compleja y la voluntad puede flaquear por momentos, pero debemos ser conscientes de los problemas que podemos gestionar por nosotros mismos y de los que no. De este modo podremos relativizar los golpes y aprender a convivir con ellos de la mejor manera posible. No se trata de aprender de las desgracias que nos ocurren. Aunque como asegura Nietzsche “lo que no nos mata nos hace más fuertes”, si no estamos preparados para asumir las desgracias nos podrán traumatizar y amedrentar.
La mejor manera de superar estas situaciones es afrontarlas desde un punto de vista positivo, tratando siempre de buscar una solución o, al menos, un remedio que atenúe el sufrimiento. No podemos ganar siempre, pero sí mejorar con el tiempo y la práctica para asegurar una existencia lo más cercana posible al bienestar.
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