Los hombres de gris
Los pintores tienen, en su pequeña paleta, la posibilidad de lograr infinitos colores. Solo la combinación de dos de ellos, por ejemplo verde y blanco, en distintas proporciones, produce infinitas gamas de verde. Imaginaos las posibilidades que hay en la mezcla dosificada de los siete colores del arco iris. Este trabajo de mezclar, con el pincel o la espátula, pequeñas porciones de ellos, nos lleva a la sorprendente consideración de que en la historia de la pintura no hay dos colores exactamente iguales, hay infinitos verdes, infinitos rojos, etc.
Pero el milagro de los milagros del trabajo alquímico del pintor es ver transformarse la mezcla del rojo, azul y verde, a los que se les pueden añadir otros, en infinitas gamas de gris, de bellos grises, de cuya composición cada pintor guarda, celosamente, su receta.
Se me ocurre hablaros de esta operación porque a mi me gustaría que fuera el símil de lo que yo deseo para la política, que los gobiernos que nos apacientan estuviesen formados por la mezcla de brillantísimos personajes coordinados y empastados por el Presidente del Gobierno para formar una masa gris y compacta, dedicada a la gestión de los problemas y no al espectáculo y al brillo personal.
Desearía que, ahora que los hombres de negro se van, nos quedasen los hombres de gris pues estoy harto de los gorjeadores habituales, los políticos que nos hablan en verso y pasan el día en la plaza publica contándonos romances de ciegos y echo de menos a los grises, los aburridos, los previsibles que nos hablen en prosa y solo cuando tengan algo que decirnos y cuando no, se encierren en sus despachos a trabajar.
Estoy harto de los políticos que creen o quieren creer que su trabajo consiste en buscar en sus meninges o en las de los demás, la frase ingeniosa, impactante y demoledora que anule cualquier idea o acción del contrario, mirando de reojo a las encuestas y sin ninguna consideración hacia el interés ciudadano.
La presión electoral, la avidez mediática y la falta de preparación de la mayoría de los políticos, hace que abandonen la gestión y responsabilidad de los asuntos en manos de funcionarios o en las de millares de “expertos” elegidos a dedo y se dediquen a la presencia en los medios y al hallazgo de la frase milagrosa que arranque un puntito, al contrario, en la estimación de voto.
La ridícula plétora de políticos que el increíble sistema español ha propiciado hace que el panorama político se asemeje a la boca de un hormiguero en la que se ve a sus habitantes andar y desandar, sin aparente orden ni concierto, en medio de un ensordecedor vocerío que nuestro gigantismo impide percibir.
Pero es lógico que entre miles de gestores, “expertos”, alcaldes, concejales, presidentes autónomos, diputados, senadores, consejeros, directores, subsecretarios, vicesdetodo, ministros, sindicalistas, etc. haya cientos de majaderos “cum laude” que nos vuelvan tarumba, a todas horas.
¿Pero como convencer, ahora, a los españoles de que los políticos deseables son los grises y que hay que valorarlos por hechos consumados y no por la habitual lagotería de sus palabras lapidarias?.
Veo ayer (20-1-14) la entrevista al Presidente y me complace contemplarle en esta línea gris, que yo aplaudo y que está en contra de la avidez de los medios por escuchar titulares eléctricos que aticen la lumbre del espectáculo y la confrontación, en vez de traernos la calma, la visión objetiva y la esperanza de la que tan necesitados estamos.
Esta línea gris, prudente y remisa a aparecer en los medios, que yo aplaudo, le ha hecho a Rajoy cargar con cierta fama de abúlico, medroso, falto de carisma y hasta de perezoso, como si su trabajo consistiese, como el de la mayoría, en recitarnos divertidos poemas, aunque, al final, acabemos, penosamente, como en aquella sección de la añorada “Codorniz”, “Tiemble después de haber reído”.
Yo, considero esta entrevista como un punto y aparte en que después de estabilizado económicamente el enfermo y con el aval de Obama, se decide a hacer la política que dará valor a su legislatura.
Yo no soy, precisamente, complaciente, pero el problema económico, político, social y moral heredado, es todavía mas serio de lo que reiteradamente reconocemos y lo peor es que para arreglarlo, se necesita la ayuda de otros que, por conseguir el poder, son capaces de propiciar que se deteriore mas. Eso ya está visto. Vamos a ver que es Vd. capaz de hacer, Sr. Rajoy.
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