lunes, 10 de marzo de 2014

Corrupción de partidos políticos

EL QUE NO SE CORROMPE, ES PORQUE NO QUIERE


Oigo en el Programa de Carlos Herrera un espacio, dedicado a los oyentes, en el que deben contar el momento en que fueron sorprendidos, por alguno de sus hijos, intentando hacerles un hermanito o entrenándose para ello y también, el de los hijos cuando sorprendieron a sus padres.Todos se dolían del profundo trauma que sufrieron; los hijos al descubrir, con sorpresa, que sus padres se entregaban al fornicio, como los demás mortales y que su llegada al mundo se había producido sin intervención de la parisina cigüeña; los padres al culparse del trauma que causaron a sus hijos aunque solo hubieran sido sorprendidos en canónica postura del misionero y sin tirar de repertorio.

Pues bien, en nuestra relación con los políticos pasa lo mismo; ahora que hemos descubierto, una vez mas, a nuestros padres y madres de la patria practicando el Kamasutra y las cien posturas del Aretino con la caja de caudales, nos rasgamos las vestiduras como si, súbitamente, hubiéramos caído en que ni siquiera los nuestros son espíritus puros. Una vez mas vemos que el ser humano elude enfrentarse a la verdad cuando esta no le gusta, prefiere permanecer en el limbo y no perdona a los que, cogidos con la mano en la caja, le obligan a salir de él y a revisar posturas morales, ideológicas o partidistas, algunas muy consolidadas.

¿No sabemos que los partidos son agencias de colocación y reparto de prebendas entre sus fieles, que hacen carrera dentro de ellos aun sin ninguna preparación en gestión anterior?. ¿Cuántos políticos estarían donde están si hubieran sido seleccionados con criterios de empresa privada?. De ahí el cabreo de la gente a la que todo sueldo le parece excesivo y con razón, al estimarlo en relación con la poca valía y preparación del político y no con la dificultad del puesto a ejercer. Al no atreverse a justificar salarios mas altos, que serian razonables si los políticos estuvieran a la altura, tienen que pagar sobresueldos o pagos en especie, que alimentan la corrupción, que se admite como inevitable.
       
Los partidos políticos, han invadido áreas que corresponden a la mera gestión. Deberían ser mínimas maquinarias electorales con la función de proponer a los mejores, estén donde estén, para formar parte, junto a los funcionarios, de los equipos  ministeriales, comunitarios y consistoriales. Es así, como al poder elegirlos y despedirlos con criterio de empresa privada, se podrían pagar, sin complejos, sueldos equiparables a la responsabilidad del cargo a desempeñar y se les podría echar encima todo el peso de la ley en casos de corrupción, que serian más difíciles sin la complicidad de tanto colega de partido. Si hay que pagar se paga, el gestor más caro es el mal gestor.
         
El pecado original de los partidos políticos está en su esencia. Al estar diseñados de forma que sus necesidades económicas son insaciables, desbordan la legalidad admitiendo el delito como comportamiento inevitable y al que ponga remilgos se le dirá que si no le gusta la política o no tiene estomago para ella que se vaya a su casa. San Maquiavelo los tiene ya bendecidos desde hace quinientos años con lo de “El fin (el poder) justifica los medios”. Al financiarse, los partidos, irregularmente, tienen que corromper a las empresas y a sus miembros, haciendo que esa corrupción se extienda, por la sociedad, como una mancha de aceite.

Buscando la impunidad, los partidos, con tácito acuerdo, corromperán a la Justicia o entorpecerán su funcionamiento y tratarán de conseguir lo mismo en los medios de comunicación, fomentando su dependencia económica y alineando en sus filas a los creadores de opinión que se presten, haciendo que la independencia de voces este a punto de desaparecer. A mi me gustaría conocer a algunos españoles, santos inocentes, que crean, todavía, que los partidos políticos se financian respetando la legalidad y que sus miembros no cobran sobresueldos en blanco, en negro o en gris.¡ Ay benditos!.

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