Los contratos de permanencia. Ya se sabe, uno se deja llevar por el entusiasmo de la oferta. ¿Un iPhone por cero euros? ¿Quién se puede resistir a eso? Bien, sabemos que es un gancho, un cebo socialmente aceptado y que cuenta con todos los parabienes en materia de la legislación de consumo. Uno entra en la tienda del operador y en un breve trámite en el que rubrica un par de documentos, sale por la misma puerta con el codiciado tesoro. Todo muy limpio y sencillo. Tanto como la relación existente entre la presa y su cebo.
Y todos sabemos que es una treta, aunque sea legal: el operador financia el móvil a un coste final que en muchos casos pondría los pelos de punta al desprevenido usuario que nunca firmaría un préstamo en esas condiciones en su banco. El usuario rubrica y se ata al operador, y cuando pasados unos meses el móvil pierde todo el glamour del momento, el romance con el proveedor del servicio sigue vigente y que tenga cuidado el que no pague un recibo o quiera divorciarse antes de tiempo...
Ya se sabe, en estos lazos la entrada es muy sencilla pero la salida casi imposible salvo que se pague hasta el último céntimo de lo comprometido o se abone una indemnización por la cancelación anticipada. Es un trato en el que en teoría ganan todos: el fabricante porque ve dinamizada la venta de sus móviles, el operador porque incrementa las altas de líneas con el gancho del smartphone, y el usuario porque por fin puede acceder a un móvil premium que al contado nunca podría permitirse.
Sin embargo, en Estados Unidos se ha descubierto una desgarradora estafa en torno a esta relación comercial que está poniendo los pelos de punta a una sociedad azotada por las duras imágenes de la crisis que está disparando el número de los sin techo por sus calles.
Y precisamente nos referimos a los homeless porque son los tristes protagonistas de esta historia. El canal te noticias 9News ha destapado un estremecedor asunto mediante el cual un desaprensivo ofrece a los sin techo que deambulan por las calles de Denver un importe que ronda los 200 dólares a cambio de que entren en una tienda de telefonía y adquieran un iPhone a coste cero a cambio de rubricar un contrato de permanencia, con sus datos, lógicamente.
Una vez en el exterior y con el móvil activado. La víctima entrega al estafador el móvil y éste le paga el importe convenido. ¿Dónde está el negocio? El instigador de este timo revende con posterioridad el móvil libre a través de una tienda online de su propiedad y a precios cercanos a los 700 dólares. Dinero fácil, sin riesgos y... ¿legal?
Sin un duro… y atados a un contrato de permanencia
¿Y dónde está la estafa? Promete a sus víctimas que podrán cancelar sin problemas el contrato de permanencia con posterioridad, algo que todo el mundo sabe que no es cierto, y que a partir de ese momento serán perseguidos por un ejército de abogados con amenazantes cartas y previsibles demandas.
Algunas de las víctimas se creen realmente la promesa, mientras otras prefieren mirar a otro lado y coger corriendo el dinero y luego Dios dirá. Los dramas personales de cada uno, en los que puede haber hijos sin comida en casa o bien amenazas de embargo acuciantes hacen que sean pocos los que digan que no al verde de los billetes. Tan cerca, tan fácil.
El escándalo ha pillado a todos con el pie cambiado: Apple poco puede hacer en este asunto puesto que la venta la efectúa el operador de telefonía y estos en su mayoría se han negado a efectuar declaraciones.
El único que se ha mojado en el asunto es Sprint, que ha confirmado que tiene presentadas cerca de cuarenta demandas en todo el país intentando poner coto a este asunto. Y sí, parece que la estafa es bastante más generalizada de lo que parece, y a plena luz del día. El propio protagonista de esta historia volvió al día siguiente de ser preguntado por las cámaras del canal de noticias como si nada hubiera sucedido...
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