miércoles, 4 de mayo de 2016

Al gobierno se viene "aprendidos".

    
                    

Los políticos no han sido capaces de formar gobierno. No se puede culpar solo a ellos pues, como indica el resultado de las elecciones, España está profúndamente dividida. Por muy experto que sea el barman no se le puede pedir que haga un buen cóctel con ingredientes que no son miscibles. En el momento de la Transición había una fragmentación similar, pero el terror a la vuelta al pasado hizo entrar en razón a los líderes en busca de un acuerdo.
Esta división no viene tanto de la abundancia de ideas como del aumento de grupos y grupúsculos. En las ideas, hay una convergencia tal, que ha permitido, a los partidos, cambiar cromos intensamente. Todo es, ya, en Europa y en España, una gran socialdemocracia y vemos como la victoria de esta ideología ha vaciado a los partidos socialistas, que no logran encontrar un mensaje peculiar que transmitir.
Bien es verdad que no se pueden llamar ideas a los tópicos y eslóganes mitineros, con el estribillo del “cambio”, el “progresismo” y el “reformismo” con que nos han abrumado y nos volverán a exasperar. Y no digamos la falta de consistencia, se dice una cosa y la contraria en la misma frase, se hace un programa por la mañana y se vuelve del revés por la tarde, la linea roja de hoy se vuelve verde mañana y solo quedó una sin borrar, la de la integridad de la nación que a las ideologías comunistoides y a la contumacia independentista no les importa destruir.
Gran dificultad es la aparición de una nueva generación de políticos y líderes menores que, llevados por su afán de protagonismo, no se resignan a ser colas de león, creen llegada su hora y solo están todos de acuerdo en echar a Rajoy, un hombre en plena madurez y experiencia, que les afrenta con su comportamiento. Se comportan como adolescentes que están esperando que sus padres se marchen de viaje para empezar la fiesta que tienen programada. Nos hablan machacónamente del “cambio”, pero, en realidad, quieren decir “quítate tu que me pongo yo”.
No se ha hecho énfasis suficiente sobre la nula preparación de los candidatos. Solo he oído a Rajoy lanzar la alarma: “Al Gobierno hay que venir aprendido, no a aprender”. Pero, amigos, todos los que hoy hemos puesto ahí, con nuestro voto, dándose codazos para sentarse en la silla, van a aprender. El currículum de todos ellos no incluye la mínima gestión de nada ni en lo público ni en la empresa privada, en un momento en que en vez de revolución lo que hace falta es reforma y gestión (tecnocracia).
Todo se ha dicho, ya, de este trance y hemos tenido ocasión de conocer a los protagonistas hasta en los últimos recovecos de su biografía y personalidad. Tenemos elementos de juicio para valorarlos y amigos, el resultado es penoso. ¿No estais de acuerdo en que es una locura dejar el gobierno, tan complejo, de una nación como España en manos de gente tan poco formada y preparada?. ¿Como hemos llegado hasta aquí?. ¿Como no hay una alarma general, en los medios y en la opinión publica ante tamaño despropósito? ¿Es currículum suficiente para gobernar España el de estos aspirantes? ¿Cuantos puntos bajarían las acciones de una empresa del IBEX al anunciar que uno de ellos la dirigiría? ¿Dejaríais a alguno de ellos dirigir vuestro negocio o empresa familiar? ¿Pondríais en sus manos la administración de vuestros ahorros para la vejez?
Las dos legislaturas de Zapatero, al que elegimos dos veces, en vez de ser la vacuna, ha sido la dosis que ha enganchado a la sociedad española a la frivolidad. Tanto repitió que cualquiera podía llegar a Presidente del Gobierno que muchos lo han creído y ahora hay cola de aspirantes. Pero no son los mas cualificados sino los que tienen mas “morro”.
Ayer el CIS concluyó que los votantes evalúan a los partidos con poco más de tres puntos sobre diez. Entre muestras de desprecio mutuo, tácticas oportunistas y vetos irracionales, siguen perdiendo confianza a chorros. Esa es la razón por la que deberían tener una idea clara: tras el 26-J nada de lo ocurrido hasta ahora debe repetirse. 
En materia de gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar...

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