La conocí cuando era aún desconocida y gracias a mi buena amistad con los hijos de los grandes productores de cine de entonces, Carlo Ponti y Dino De Laurentiis pude llevar su book a Cinecittà, la meca del cine italiano. La llamaron, hizo unas pruebas y la contrataron, gracias a su talento. Yo solo me limité a abrirle una puerta. Tras su éxito, jamás volví a verla. Su debut con sólo 25 años en 'Le sedicenni', ópera prima de Luigi Petrini (1966), la dio conocer en la industria cinematográfica, aunque su salto hacia el gran público no se produjo hasta unos años más tarde cuando protagonizó 'Malizia' (1973), una película de Salvatore Samperi, donde interpretó a una provocativa y sensual camarera. Un papel que le persiguió el resto de su carrera. 'Sessomatto', de Dino Risi, 'Pasión de amor', de Ettore Scola, y sobre todo, 'El inocente', de Luchino Visconti, la convirtieron en el sueño erótico de los italianos. De ella Visconti llegó a decir que era "la mujer más bella del universo". Los periódicos de la época la definían como "una cara de ángel en un cuerpo de pecadora". Pero Laura, insegura y tímida como dicen que era, siempre respondía: "Soy bajita, gordita y con las piernas un poco cortas. A saber por qué gusto..." Estuvo nueve años con el actor Jean Paul Belmondo, aunque nunca vivieron juntos. Una diva amada y atormentada a partes iguales. Conoció al actor Jean Paul Belmondo durante el rodaje de 'Gracias y desgracias de un casado del año II', de Jean Paul Rappeneau (1971). Y un año más tarde se reencontraron en 'Doctor Casanova', de Claude Chabrol (1972). Juntos estuvieron casi nueve años, aunque nunca llegaron a vivir juntos -él vivía en París, ella en Roma--, y su romance estuvo salpicado de notorias crisis. Probó fortuna en el cine cómico de la época, para intentar superar su imágen de sex symbol, pero después de varios fracasos sentimentales, comenzó un retiro voluntario. A finales de los años 80 la actriz dejó de aparecer poco a poco en la gran pantalla pero unos años más tarde Salvatore Samperi la convenció para que protagonizara la segunda de parte de 'Malizia'. Lo que debía ser un regreso triunfal de la diva a las pantallas del cine se convirtió en un auténtico fracaso comercial y un infierno para la actriz. La intérprete se sometió a una operación de cirugía que le desfiguró el rostro y cayó en una profunda depresión. Fue entonces cuando buscó refugió en la religión y las drogas. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Condenada a tres años y medio de prisión, fue absuelta nueve años más tarde después de que la defensa lograra demostrar que la droga era para uso personal y no para ser vendida. La larga odisea judicial junto a una profunda depresión le pasaron factura. En 1996 la actriz fue internada en un centro psiquiátrico de Civitavecchia, en Roma. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Laura Antonelli vivió los últimos años de su vida gracias a una pensión de 510 euros, la ayuda de la Iglesia y de algunos fans incondicionales que le mandaban dinero y regalos. En 2010 uno de sus mejores amigos, uno de los pocos que ha estado a su lado hasta el final, el actor Lino Banfi, luchó para que la interprete obtuviera asistencia por parte del Estado gracias a una ley italiana que contempla una ayuda económica a aquellas personas que han sido protagonistas del mundo de la cultura, el arte o el deporte, y en la actualidad se encuentran en situación de indigencia. "Salvemos a Laura Antonelli", escribió Banfi en una carta dirigida al entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, y publicada en 'Il Corriere della Sera'. Pero la intérprete, ya en graves condiciones psíquicas y físicas, expresó a través de su abogado su deseo de permanecer en la sombra. "Agradezco a Lino Banfi y a todos los que se están preocupando por mí. Me gustaría vivir en un modo más sereno y digno, aunque la vida terrenal ya no me interesa. Querría ser olvidada".
Doctor arquitecto y escritor, autor de numerosos títulos técnicos y catálogos, así como de proyectos de edificación y ensayos. Ensayista de artículos de índole técnica y cultural en varias revistas, colaborador de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Escritor de historia, antropología, anécdotas de vida profesional y novelas históricas. Más de veinticinco libros publicados hasta el momento tanto en papel como en formato digital.
martes, 23 de junio de 2015
Laura Antonelli
La actriz Laura Antonelli, mito del cine italiano de los años 70 y 80, ha fallecido este lunes de un infarto a los 73 años de edad. El cuerpo de la intérprete fue encontrado en su apartamento de Ladispoli, cerca de Roma, a primera hora de la mañana por su asistenta. Ha muerto sola y al borde de la indigencia. Un triste final para una larga vida delante de los focos llena de luces y sombras.
La conocí cuando era aún desconocida y gracias a mi buena amistad con los hijos de los grandes productores de cine de entonces, Carlo Ponti y Dino De Laurentiis pude llevar su book a Cinecittà, la meca del cine italiano. La llamaron, hizo unas pruebas y la contrataron, gracias a su talento. Yo solo me limité a abrirle una puerta. Tras su éxito, jamás volví a verla. Su debut con sólo 25 años en 'Le sedicenni', ópera prima de Luigi Petrini (1966), la dio conocer en la industria cinematográfica, aunque su salto hacia el gran público no se produjo hasta unos años más tarde cuando protagonizó 'Malizia' (1973), una película de Salvatore Samperi, donde interpretó a una provocativa y sensual camarera. Un papel que le persiguió el resto de su carrera. 'Sessomatto', de Dino Risi, 'Pasión de amor', de Ettore Scola, y sobre todo, 'El inocente', de Luchino Visconti, la convirtieron en el sueño erótico de los italianos. De ella Visconti llegó a decir que era "la mujer más bella del universo". Los periódicos de la época la definían como "una cara de ángel en un cuerpo de pecadora". Pero Laura, insegura y tímida como dicen que era, siempre respondía: "Soy bajita, gordita y con las piernas un poco cortas. A saber por qué gusto..." Estuvo nueve años con el actor Jean Paul Belmondo, aunque nunca vivieron juntos. Una diva amada y atormentada a partes iguales. Conoció al actor Jean Paul Belmondo durante el rodaje de 'Gracias y desgracias de un casado del año II', de Jean Paul Rappeneau (1971). Y un año más tarde se reencontraron en 'Doctor Casanova', de Claude Chabrol (1972). Juntos estuvieron casi nueve años, aunque nunca llegaron a vivir juntos -él vivía en París, ella en Roma--, y su romance estuvo salpicado de notorias crisis. Probó fortuna en el cine cómico de la época, para intentar superar su imágen de sex symbol, pero después de varios fracasos sentimentales, comenzó un retiro voluntario. A finales de los años 80 la actriz dejó de aparecer poco a poco en la gran pantalla pero unos años más tarde Salvatore Samperi la convenció para que protagonizara la segunda de parte de 'Malizia'. Lo que debía ser un regreso triunfal de la diva a las pantallas del cine se convirtió en un auténtico fracaso comercial y un infierno para la actriz. La intérprete se sometió a una operación de cirugía que le desfiguró el rostro y cayó en una profunda depresión. Fue entonces cuando buscó refugió en la religión y las drogas. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Condenada a tres años y medio de prisión, fue absuelta nueve años más tarde después de que la defensa lograra demostrar que la droga era para uso personal y no para ser vendida. La larga odisea judicial junto a una profunda depresión le pasaron factura. En 1996 la actriz fue internada en un centro psiquiátrico de Civitavecchia, en Roma. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Laura Antonelli vivió los últimos años de su vida gracias a una pensión de 510 euros, la ayuda de la Iglesia y de algunos fans incondicionales que le mandaban dinero y regalos. En 2010 uno de sus mejores amigos, uno de los pocos que ha estado a su lado hasta el final, el actor Lino Banfi, luchó para que la interprete obtuviera asistencia por parte del Estado gracias a una ley italiana que contempla una ayuda económica a aquellas personas que han sido protagonistas del mundo de la cultura, el arte o el deporte, y en la actualidad se encuentran en situación de indigencia. "Salvemos a Laura Antonelli", escribió Banfi en una carta dirigida al entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, y publicada en 'Il Corriere della Sera'. Pero la intérprete, ya en graves condiciones psíquicas y físicas, expresó a través de su abogado su deseo de permanecer en la sombra. "Agradezco a Lino Banfi y a todos los que se están preocupando por mí. Me gustaría vivir en un modo más sereno y digno, aunque la vida terrenal ya no me interesa. Querría ser olvidada".
La conocí cuando era aún desconocida y gracias a mi buena amistad con los hijos de los grandes productores de cine de entonces, Carlo Ponti y Dino De Laurentiis pude llevar su book a Cinecittà, la meca del cine italiano. La llamaron, hizo unas pruebas y la contrataron, gracias a su talento. Yo solo me limité a abrirle una puerta. Tras su éxito, jamás volví a verla. Su debut con sólo 25 años en 'Le sedicenni', ópera prima de Luigi Petrini (1966), la dio conocer en la industria cinematográfica, aunque su salto hacia el gran público no se produjo hasta unos años más tarde cuando protagonizó 'Malizia' (1973), una película de Salvatore Samperi, donde interpretó a una provocativa y sensual camarera. Un papel que le persiguió el resto de su carrera. 'Sessomatto', de Dino Risi, 'Pasión de amor', de Ettore Scola, y sobre todo, 'El inocente', de Luchino Visconti, la convirtieron en el sueño erótico de los italianos. De ella Visconti llegó a decir que era "la mujer más bella del universo". Los periódicos de la época la definían como "una cara de ángel en un cuerpo de pecadora". Pero Laura, insegura y tímida como dicen que era, siempre respondía: "Soy bajita, gordita y con las piernas un poco cortas. A saber por qué gusto..." Estuvo nueve años con el actor Jean Paul Belmondo, aunque nunca vivieron juntos. Una diva amada y atormentada a partes iguales. Conoció al actor Jean Paul Belmondo durante el rodaje de 'Gracias y desgracias de un casado del año II', de Jean Paul Rappeneau (1971). Y un año más tarde se reencontraron en 'Doctor Casanova', de Claude Chabrol (1972). Juntos estuvieron casi nueve años, aunque nunca llegaron a vivir juntos -él vivía en París, ella en Roma--, y su romance estuvo salpicado de notorias crisis. Probó fortuna en el cine cómico de la época, para intentar superar su imágen de sex symbol, pero después de varios fracasos sentimentales, comenzó un retiro voluntario. A finales de los años 80 la actriz dejó de aparecer poco a poco en la gran pantalla pero unos años más tarde Salvatore Samperi la convenció para que protagonizara la segunda de parte de 'Malizia'. Lo que debía ser un regreso triunfal de la diva a las pantallas del cine se convirtió en un auténtico fracaso comercial y un infierno para la actriz. La intérprete se sometió a una operación de cirugía que le desfiguró el rostro y cayó en una profunda depresión. Fue entonces cuando buscó refugió en la religión y las drogas. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Condenada a tres años y medio de prisión, fue absuelta nueve años más tarde después de que la defensa lograra demostrar que la droga era para uso personal y no para ser vendida. La larga odisea judicial junto a una profunda depresión le pasaron factura. En 1996 la actriz fue internada en un centro psiquiátrico de Civitavecchia, en Roma. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Laura Antonelli vivió los últimos años de su vida gracias a una pensión de 510 euros, la ayuda de la Iglesia y de algunos fans incondicionales que le mandaban dinero y regalos. En 2010 uno de sus mejores amigos, uno de los pocos que ha estado a su lado hasta el final, el actor Lino Banfi, luchó para que la interprete obtuviera asistencia por parte del Estado gracias a una ley italiana que contempla una ayuda económica a aquellas personas que han sido protagonistas del mundo de la cultura, el arte o el deporte, y en la actualidad se encuentran en situación de indigencia. "Salvemos a Laura Antonelli", escribió Banfi en una carta dirigida al entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, y publicada en 'Il Corriere della Sera'. Pero la intérprete, ya en graves condiciones psíquicas y físicas, expresó a través de su abogado su deseo de permanecer en la sombra. "Agradezco a Lino Banfi y a todos los que se están preocupando por mí. Me gustaría vivir en un modo más sereno y digno, aunque la vida terrenal ya no me interesa. Querría ser olvidada".
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