El Islam y el orden mundial
Yihad significa algo más que Guerra Santa es la obligación que tiene todo musulmán de expandir la fe “con la lengua, con las manos y con la espada”. El mundo con mayoría islámica se concibe como una sola entidad política llamada Dar al –Islam, la Casa del Islam, que significa el reino de la paz. Esta entidad única debe ser gobernada por el Califato, institución definida por la sucesión legítima de la autoridad que tuvo el Profeta. Las tierras más allá del mundo musulmán son llamadas Dar al-harb, el reino de la guerra. La misión del Islam es incorporar estas regiones en el orden mundial musulmán y con eso se alcanzaría la paz universal.
Kissinger en su más reciente libro World Order subraya que estas ideas, esta verdadera visión del mundo, esta “weltanshauung”, cuestiona totalmente el actual orden mundial que, desde la Paz de Westphalia, al final de las llamadas Guerras de Religión y de la Guerra de los 30 años en 1648, está basado en un sistema internacional de Estados igualmente soberanos que, en principio, aceptan la norma general de no injerencia en los asuntos internos de los otros Estados y que se rigen por conceptos como el llamado “interés nacional” y la “razón de Estado”. En la visión islámica los Estados nacionales pueden ser útiles temporalmente pero están destinados a desaparecer en un sistema universal basado en el Islam. Es el caso del ISIL y el Califato de Abu Bakr al-Baghdadi que, por ahora, abarca partes de Siria e Iraq, con el objetivo explícito de ampliarse al Líbano y Jordania en el camino hacia el Califato, primero en todo el mundo musulmán y finalmente a nivel universal. Es importante subrayar que estas ideas tienen presencia no sólo en los grupos fundamentalistas y extremistas sino también entre los sectores islámicos más moderados en la táctica, como la Hermandad Musulmana egipcia, que gobernó hasta hace poco en Egipto con el derrocado, encarcelado y pendiente de juicio, presidente Mohammad Morsi. Obviamente, hay entre los musulmanes de religión muchos grupos que no se adhieren a esta visión integrista, grupos nacionalistas laicos, liberal democráticos y socialistas que aceptaron y aceptan las reglas e instituciones del orden internacional “Westphaliano”, pero desgraciadamente hay que resaltar que, en las últimas décadas, como advertía ya Samuel Huntington en los años noventa del siglo pasado, particularmente en el Medio Oriente, han perdido fuerza y vigencia y se han fortalecido en cambio los movimientos y partidos islamistas.
El tratado de paz entre Egipto e Israel en 1979 fue posible porque Sadat tenía una visión Westphaliana, basada en el interés nacional egipcio de recuperar el territorio del Sinai, ocupado por Israel a raíz de las guerras de 1967 y 1973. Por eso los fundamentalistas lo mataron. Siempre dentro de una visión Westphaliana basada en el interés nacional, con mucho esfuerzo y voluntad de entendimiento se podría lograr una solución, entre Siria e Israel, al problema de las alturas del Golán, ocupadas por Israel, siempre y cuando Siria tuviera un gobierno efectivo. Tanto este potencial acuerdo como la misma solución final al enfrentamiento palestino israelí, la solución de los dos Estados, sólo serán posibles en el marco de una negociación racional enmarcada en una visión Westphaliana del sistema internacional. Desgraciadamente, el fortalecimiento de la visión islamista del orden internacional hace más difícil el camino de la paz.
El tema principal de mi nueva novela El Profeso y la masonería que voy a presentar en Madrid el jueves 27 de noviembre es precisamente este. Hay que luchar con contundencia contra la Yihad, la guerra santa de los radicales musulmanes. En los vídeos que el Estado Islámico colgó en Internet con las decapitaciones en los que se muestra de manera explícita la ejecución de 18 soldados sirios. En aquellas imágenes, con una edición más cuidada que de costumbre, los rostros de los decapitados sufren ante cámara con el primer corte, mientras se muestra en todo detalle el fluir de la sangre. La muerte se siente en cada plano. Pero entre los ejecutores de ese crimen contra la humanidad hay yihadistas europeos.
Los yihadistas del Estado Islámico ya han llegado a España. Tienen DNI, como tú y como yo, y ya están entre nosotros. Ya se ha identificado a españoles enrolados en grupos terroristas como Estado Islámico. Y en nuestro país los partidarios de estos asesinos forman ya núcleos activos. Permitirme recordarte algunos hechos recientes:
El Mundo: "La yihad recluta en España a mujeres como esclavas sexuales"
El País: "Tenemos la yihad en Ceuta”
El Mundo: "El Estado Islámico sueña con conquistar Al Andalus"
Antena 3: "Ya he llevado mi yihad a vuestro país"
El Mundo: "La yihad recluta cada vez a más combatientes en España" (1)
¿Habéis visto el mapa de territorios que quiere conquistar el grupo terrorista Estado Islámico? ¡Incluyen toda la Península ibérica! Según la deformada visión pseudoreligiosa de estos asesinos, nosotros, los españoles, somos los usurpadores de nuestro propio país: están convencidos de que España les pertenece.
Miles de cristianos en Siria e Irak están padeciendo una cruel persecución a manos de estos criminales: obligan a los niños a contemplar la violación y el asesinato de sus padres, crucifican a los que mantienen su fe cristiana, roban sus casas y saquean sus propiedades, venden como esclavas a las jóvenes y niñas cristianas.
Pero ¡ojo! Afortunadamente la mayoría de los musulmanes no está de acuerdo.
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