viernes, 28 de noviembre de 2014

Presentación de El Profeso y la masonería

Presentación de El Profeso y la masonería


Buenas tardes señoras y señores, quiero expresar mi agradecimiento al Colegio de Filosofía y Letras y Ciencias de Madrid que hoy nos hospeda, a mis acompañantes Fernando Carratalá Teruel, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio, al historiador y prologuista de mi libro Javier Bahamonde Santiso de Ossorio, a mi editor Basilio Rodríguez Cañada, presidente del grupo editorial Pigmalión Ediypro, a la moderadora Aurora Campuzano, directora de comunicación del Colegio, así como a todos los asistentes. En el enlace que sigue se puede ver toda la presentación grabada: 



Si determinar el coste económico de la corrupción es un ejercicio complejo, el antiguo primer ministro italiano Mario Monti quiso conocer el precio y el resultado fue que el 3,8% de los bienes y servicios producidos en Italia terminaba en las cloacas. Pero fijar sus costes morales es una utopía imposible porque no sólo genera inestabilidad política y debilita la imagen del país hasta degradar la confianza de inversores y aumentar la incertidumbre financiera, sino que devasta la conciencia de la opinión pública y provoca un insoportable sentimiento de agravio que origina un proceso de autodestrucción del sistema que puede terminar en el suicidio colectivo, lo cual es mucho peor. 

La idea del filósofo Javier Gomá de la "educación sentimental del corazón" como motor de la regeneración puede parecerles a algunos un planteamiento retórico. Se equivocan: cuando la corrupción toca el cora-zón de la gente, el corazón reacciona y es capaz de llevarse por delante las leyes y las instituciones. No puedo olvidar las palabras de Su Santi-dad el papa Benedicto XVI acerca de la necesidad de regenerar el relati-vismo moral de la sociedad occidental. ¿Cuantos le escucharon?

En mi novela “El Profeso y la masonería”, tal vez mi obra más ambiciosa, la corrupción política imperante es el centro de gravedad de una perversión que la masonería intenta regenerar buscando a un catalizador, un hombre de principios éticos capaz de llevar a cabo esa tarea casi inconmensurable. Pero antes habría que convertirle en un héroe y luego habría que manipular los medios de comunicación para que su figura fuera bien conocida en el momento oportuno y considerada imprescindible. Para evitar que los ásperos ejemplos que hoy nos rodean, tanto aquí como en Italia u otros países europeos, me condicionaran de alguna manera, decidí trasladar la trama a Estados Unidos de Norteamérica, que tiene problemas similares, aunque dispone de un sistema político democrático diferente de Europa. Me resultó fácil, porque soy descendiente de los Beers-Curtís de Philadelphia y conozco bien aquel gran país, una república federal de 50 estados. Las recientes elecciones parciales que han dejado al presidente Obama en minoría tanto en el Congreso como en el Senado ante los Republicanos son una muestra del fracaso de su política. La primera parte de la novela, que es el medio para que alcance la fama mi protagonista, Giangaleazzo Ruspoli, se desarrolla en Qatar, unos de los Emiratos de la península arábica, que conocí bastante a fondo cuando trabajé por un periodo de casi veinte años en el mundo de la ingeniería petrolquímica y de los contratos internacionales. Introduje, para crear una fuerte motivación, el terrorismo islámico o yihadismo, un neologismo utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, caracterizadas por la frecuente y brutal utilización del terrorismo, en nombre de una supuesta yihad o guerra santa. Hoy, el recientemente creado estado islámico que está en guerra para expandirse contra la OTAN, Siria, Irak y otros países árabes colindantes, es su máxima expresión. El pasado domingo, el Estado Islámico publicó un vídeo estremecedor, el más salvaje de los conocidos hasta ahora. En él, se muestra de manera explícita la ejecución de 18 soldados sirios. Con una edición cuidada que da más dramatismo a la escena y enaltece la figura de los asesinos, que parecen conminados a ejecutar una orden tan heroica como divina, no se evitan los planos cortos. Los rostros de los decapitados sufren ante cámara con el primer corte, mientras se muestra en todo detalle el fluir de la sangre y la muerte se siente en cada plano.
Además de la corrupción y del terrorismo, los otros ingredientes negativos de la novela son: el crimen organizado, la mafia, el narcotráfico, el tráfico de armas, la piratería, los combates, los atentados, las bombas, el tráfico de influencias, las intrigas, el odio, el egoísmo y en general los males presentes en la sociedad actual. Pero en la novela hay también otros valores positivos como el amor, la amistad, la integridad, el respeto, la generosidad, la caridad y la alianza de civilizaciones. Los lectores se encontrarán con una trama trepidante desde el principio hasta el final, que no les defraudará. No obstante, deseo que el mensaje que trasmito con esta obra encamine los lectores hacia la reflexión con el fin de buscar a tiempo, entre todos, unas vías para que tanto nuestro país como, más en general, nuestro mundo occidental vaya recuperando sus valores tradicionales y se enfrente con rigor a los delirios radicales.

Regresando al mundo musulmán creo necesario hacer una aclaración sobre fanatismo y religión. A lo largo de mi vida profesional y de mis viajes pude conocer a fondo sus gentes y algunos de ellos se convirtieron en muy buenos amigos, tan buenos o mejores que algunos de mi religión. Desgraciadamente la opinión pública, inspirada básicamente por los medios de comunicación, cuando hay guerra, como en este momento, o se produce un atentado, es bastante intolerante y a menudo identifica erróneamente el creyente musulmán con el fundamentalista. Cuando, por diversas razones, ha interesado resaltar la actitud científica de los musulmanes, su papel culto en la oscura Edad Media Europea, se ha dicho que el Islam es un camino de paz, tolerancia y respeto. Sin embargo, al mismo tiempo, se presenta al Islam como un sistema intolerante y agresivo. Éste no es ni mucho menos un fenómeno reciente. En orden a la claridad, y para evitar posibilidades de desarrollo de determinados fanatismos en nuestro tiempo, sería deseable que temas tan delicados como son el terrorismo o la realidad política de muchos países árabes, se tratasen con imparcialidad, para no fomentar actitudes radicales e irracionales. El mismo espíritu crítico que se aplica al análisis de otras cuestiones, debería aplicarse también en este caso, porque cuando alguien se siente injustamente tratado, sin posibilidad de defensa, se ve forzado a buscar ésta de la forma que sea. Y habría de existir esa misma justicia e imparcialidad en el tratamiento de la información y en el derecho a la opinión y a la palabra. Por eso pienso que sería un gran paso adelante, aunque sea a todas luces insuficiente, el que diarios y medios de comunicación importantes, dieran creciente cabida a la opinión de los musulmanes. ¿Qué piensan los propios musulmanes de muchos de los hechos que se atribuyen al Islam? ¿Qué piensan la mayoría de ellos? 

Centrándonos en el tema del fanatismo, sería útil saber qué dicen las máximas fuentes Islámicas, el Corán y la Sunnah, sobre la cuestión. Con relación a la forma en que los creyentes han de vivir la religión, el Corán nos dice: "No cabe coacción en asuntos de fe. Ahora la guía recta se distingue claramente del extravío." (2-256) Incluso en un ámbito tan proclive a la irracionalidad como el de la guerra, existen numerosas referencias morales sobre la manera en que ha de hacerse ésta. El Corán nos dice: "Oh vosotros que habéis llegado a creer, cuando salgáis a combatir por la causa de Dios, usad vuestro discernimiento y no digáis a quien os ofrece el saludo de paz: 'Tú no eres creyente', movidos por el deseo de beneficios de esta vida: pues junto a Dios hay grandes botines. También vosotros erais antes de su condición, pero Dios os ha favorecido. Usad, pues, vuestro discernimiento: ciertamente, Dios está siempre bien informado de lo que hacéis." (4-94) En la Sunnah, tradición islámica que recoge los dichos del profeta Mahoma, nos han llegado numerosas indicaciones sobre el tema. Una de ellas, transmitida por Abu Huraira, el compañero y narrador de las frases del Profeta, recoge la siguiente frase, repetida tres veces, a propósito del celo exagerado en la religión: "perezcan los extremistas". En innumerables oraciones se exhorta a los creyentes a la moderación en la observancia de los preceptos religiosos, recomendándose siempre las actitudes intermedias.

Con todo esto, no pretendo decir que no existan actitudes fanáticas entre los musulmanes, o que el Islam sea un modo de vivir que hace imposible el fanatismo. No. El fanatismo, la pasión exagerada y la irracionalidad, son actitudes humanas que pueden surgir en cualquier tiempo y lugar. Evidentemente, existen visiones diferentes del mundo, distintas religiones, ideologías, culturas y cosmogonías, y unas pueden ser más proclives que otras a favorecerlas. Existen innumerables ejemplos que pueden llevarnos a la conclusión de que el Islam condena el fanatismo. Y sin embargo, siguen asociándose ambas realidades en la imaginería de nuestro tiempo. 

Buscando los verdaderos resortes del poder, intenté analizar el funcionamiento de la masonería nacida a principios del siglo XVIII, conocida más universalmente por francmasonería, por su etimología del francés franc (libre) y mason (albañil), aludiendo con ello a lo que la masonería considera como su remoto origen la comunidad de albañiles que, dirigidos por Hiram de Tiro, construyó el templo de Salomón, y de su capacidad de intervención en acontecimientos de gran importancia internacional, procurando diseñar el futuro de la humanidad. Dejo a los lectores la reflexión sobre la justicia o injusticia de programar intervenciones de alto alcance social, que aun buscando el bien, se hacen desde una perspectiva puramente personal, tomando la capacidad de decidir por todos los demás y manejando sin piedad los hilos políticos y económicos. Unos ejemplos: la extensión hacia América de la masonería tuvo consecuencias muy importantes en el desarrollo de la independencia de los Estados Unidos y todos los firmantes de la Constitución del 1787 fueron masones; o la llegada de las ideas ilustradas a la América española y brasileña que se debió en gran medida a los masones; o cuando en 1804, la Gran Logia General de Francia se convierte con Napoleón en el primer centro impulsor de la masonería en Europa, siendo designado gran maestre José Bonaparte; o la unificación de Italia en 1860 conseguida por Garibaldi que fue financiada por la masonería inglesa, o la masonería y los logros científicos de Santiago Ramón y Cajal o... un largo etcétera que podría ser el argumento de muchos otros libros.

Por último os señalo que este libro, “El Profeso y la masonería”, es la segunda novela histórica que publica el grupo editorial SIAL Pigmalión y la decimoquinta entrega de la colección El Profeso. Asimismo os informo que de “El Profeso el opio”, la anterior, está a punto de publicarse una segunda edición. Con un poco de suerte quedará algún ejemplar de la primera edición a la venta... 

Muchas gracias.

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