Si la crisis europea –económica, de visión, de valores– pudiera representarse en una imagen, a modo de mapa espiritual, sería un políptico, probablemente el de San Agustín pintado por Perugino, o tal vez esas Vidas cruzadas que Robert Alman filmó a partir de los cuentos de Raymond Carver.
Todo ocurre a la vez y en distintos planos, todo está conectado por algún punto en la variedad de signos del vértigo europeo. El periodismo –su oferta de relato lineal y enfocado– empieza a no ser suficiente para mostrar la compleja unidad del conjunto. Aquí tienes cuatro escenas de este mismo martes:
Unas democracias más ‘italianas’. Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el apoyo a los dos grandes partidos en Alemania baja del 50%, según un sondeo publicado por Bild, resumido en esta pieza de Financial Times [en inglés, de pago]. La CDU (30%, frente al 41% obtenido en las elecciones de 2013) y el SPD (19%, frente al 26%) afrontan el declive de un modelo de estabilidad institucional basado en la alternancia y la gran coalición. La gestión de la llegada masiva de inmigrantes y la percepción de que Alemania hace demasiadas concesiones a sus socios europeos, especialmente a los holgazanes y derrochadores del sur, explican el ascenso de Alternativa por Alemania (8%), un partido anti-inmigración y euroescéptico. Reaparecen, además, los Verdes (13%) y la extrema izquierda (9,5%). En resumen: deterioro del bipartidismo, fragmentación, polarización. La tendencia es más extensa que el caso alemán. España, Austria, Dinamarca, Suecia o Portugal la están experimentando. Europa se mueve hacia unas democracias a la italiana. Si ya es difícil gestionar el acuerdo en una Europa de 28, imagina cómo será en una Europa formada por democracias multitpartitas.
Escarmentar a Polonia, avisar a los díscolos. La Comisión Europea decide este miércoles si pasa a la siguiente fase del procedimiento extraordinario contra Polonia por incumplir los estándares democráticos de la Unión. Oficialmente, el motivo de Bruselas para activar por primera vez el mecanismo de supervisión del Estado de Derecho, que puede concluir retirando a Polonia el derecho a voto en la Unión Europea, es la reforma del Tribunal Constitucional por el Gobierno de Beata Szydlo, que la Comisión considera un ataque a la independencia de los jueces y la separación de poderes. En realidad, el ensañamiento con Polonia tiene otra motivación distinta: aplastar la tendencia conservadora en el Este de Europa, escarmentar a Polonia para avisar a Hungría, Eslovaquia y a cualquier país que cuestione el estatus quo de Bruselas como prescriptor ideológico y burocracia omnímoda. Es una vieja historia, para los países que, como Polonia, sobrevivieron al yugo nazi y al yugo soviético. Bruselas quiere ser la nueva Moscú, pero, si algo han demostrado los polacos a lo largo del siglo XX, es que saben resistir.
Salvemos a Polanski. Sin salir de Polonia, ni dejar de observar la tendencia a atizar a su Gobierno, haga lo que haga, simplemente porque es conservador y no progresista, este martes muchos medios se disgustaron porque Varsovia anunció que seguirá adelante con el procedimiento de extradición de Roman Polanski a Estados Unidos. El cineasta de origen polaco –recuerda– tiene pendiente un juicio por violar a una menor en 1977, durante una fiesta en la casa de Jack Nicholson en Hollywood. Polanski vive en París, prófugo de la justicia estadounidense, y tiene además una casa en Varsovia. La crónica del diario español El Confidencial incluyó esta joya de significado: “Cuando ya pensaba que podía ocultarse, como el protagonista de El pianista, de la destrucción y el horror gracias a su talento, el ultraconservador Gobierno polaco ha anunciado que recurrirá la decisión del Tribunal en contra de su extradición”. Observa la contraposición del “talento” de Polanski, su heroica huida de “la destrucción y el horror”, frente al acoso del “ultraconservador Gobierno polaco”. Este fue el tono de los medios, al tratar la noticia este martes. Otro diario español, El País, subrayó el carácter “conservador” del Gobierno de Beata Szydlo. Si eres políticamente incorrecto, malo para Bruselas. Si entregas a la Justicia al violador de una niña –por muy genio que sea–, malo para los progresistas. Es difícil ser polaco en estos tiempos.
Bruselas y los gigantes de Internet se reparten la censura. Facebook, Twitter y YouTube –propiedad de Google– firmaron este martes el código de censura en Internet de la Comisión Europea. Puedes leer el nuevo código aquí. Con el pretexto de perseguir unas difusas “expresiones de odio” en las redes sociales, las empresas tecnológicas de Sillicon Valley harán de espías y delatores para Bruselas, sobre las opiniones inconvenientes en la Red. Cualquier incorrección política es susceptible en Europa, a partir de ahora, de ser borrada de Internet, y sus autores, bloqueados y perseguidos penalmente. Aunque, en una Decisión Marco de 2008, la Unión Europea define las “expresiones de odio” como “ciertas formas y expresiones de racismo y xenofobia que inciten a la violencia o el odio, dirigida contra grupos de personas o individuos, por motivos raciales, étnicos o religiosos”, nada impide que Bruselas y las empresas de Internet censuren en el futuro cualquier opinión políticamente incorrecta, como por ejemplo, denunciar como injustas las llamadas leyes de género, criticar la ideología intolerante que las inspira, o divulgar las prácticas de Planned Parenthood traficando con órganos de bebés víctimas del aborto. De hecho, la extensión del concepto “expresiones de odio” más allá de los ataques racistas o contra la libertad religiosa, es uno de los objetivos de Vera Jurova, la comisaria europea de Justicia que está detrás del nuevo código de censura en Internet: “Me propongo desarrollar medidas en los próximos años para asegurarnos de que los derechos de las personas LGTB en Internet son reforzados”, dijo en octubre, durante esta intervención en una reunión de la ILGA, el mayor lobby LGTB en Bruselas. El nuevo código de censura permite a las compañías de Internet formar redes de delatores mediante acuerdos con las ONG, que harán el trabajo de vigilancia gratis y señalarán a quién hay que bloquear en Twitter, Facebook y Youtube. Dos de las mayores asociaciones de libertad en Internet, la European Digital Rights (EDR) y Access Now se retiraron de las conversaciones con la comisaria Jurova y las empresas tecnológicas, y denunciaron que el nuevo código de censura vulnera la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea y entraña “serios riesgos para la libertad de expresión de opiniones que, por muy controvertidas que puedan ser, son legales en Europa y están bajo la tutela de los jueces, no de las empresas privadas de Internet”. La Comisión Europea ya tiene su propia policía del pensamiento en Internet. No deja de ser chocante que, mientras impone multas a Google por tener demasiado éxito, permita a las grandes empresas de Internet de la Costa Oeste practicar en Europa una censura que en Estados Unidos no se les ocurriría intentar.
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