La conocí cuando era aún desconocida y gracias a mi buena amistad con los hijos de los grandes productores de cine de entonces, Carlo Ponti y Dino De Laurentiis pude llevar su book a Cinecittà, la meca del cine italiano. La llamaron, hizo unas pruebas y la contrataron, gracias a su talento. Yo solo me limité a abrirle una puerta. Tras su éxito, jamás volví a verla. Su debut con sólo 25 años en 'Le sedicenni', ópera prima de Luigi Petrini (1966), la dio conocer en la industria cinematográfica, aunque su salto hacia el gran público no se produjo hasta unos años más tarde cuando protagonizó 'Malizia' (1973), una película de Salvatore Samperi, donde interpretó a una provocativa y sensual camarera. Un papel que le persiguió el resto de su carrera. 'Sessomatto', de Dino Risi, 'Pasión de amor', de Ettore Scola, y sobre todo, 'El inocente', de Luchino Visconti, la convirtieron en el sueño erótico de los italianos. De ella Visconti llegó a decir que era "la mujer más bella del universo". Los periódicos de la época la definían como "una cara de ángel en un cuerpo de pecadora". Pero Laura, insegura y tímida como dicen que era, siempre respondía: "Soy bajita, gordita y con las piernas un poco cortas. A saber por qué gusto..." Estuvo nueve años con el actor Jean Paul Belmondo, aunque nunca vivieron juntos. Una diva amada y atormentada a partes iguales. Conoció al actor Jean Paul Belmondo durante el rodaje de 'Gracias y desgracias de un casado del año II', de Jean Paul Rappeneau (1971). Y un año más tarde se reencontraron en 'Doctor Casanova', de Claude Chabrol (1972). Juntos estuvieron casi nueve años, aunque nunca llegaron a vivir juntos -él vivía en París, ella en Roma--, y su romance estuvo salpicado de notorias crisis. Probó fortuna en el cine cómico de la época, para intentar superar su imágen de sex symbol, pero después de varios fracasos sentimentales, comenzó un retiro voluntario. A finales de los años 80 la actriz dejó de aparecer poco a poco en la gran pantalla pero unos años más tarde Salvatore Samperi la convenció para que protagonizara la segunda de parte de 'Malizia'. Lo que debía ser un regreso triunfal de la diva a las pantallas del cine se convirtió en un auténtico fracaso comercial y un infierno para la actriz. La intérprete se sometió a una operación de cirugía que le desfiguró el rostro y cayó en una profunda depresión. Fue entonces cuando buscó refugió en la religión y las drogas. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Condenada a tres años y medio de prisión, fue absuelta nueve años más tarde después de que la defensa lograra demostrar que la droga era para uso personal y no para ser vendida. La larga odisea judicial junto a una profunda depresión le pasaron factura. En 1996 la actriz fue internada en un centro psiquiátrico de Civitavecchia, en Roma. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Laura Antonelli vivió los últimos años de su vida gracias a una pensión de 510 euros, la ayuda de la Iglesia y de algunos fans incondicionales que le mandaban dinero y regalos. En 2010 uno de sus mejores amigos, uno de los pocos que ha estado a su lado hasta el final, el actor Lino Banfi, luchó para que la interprete obtuviera asistencia por parte del Estado gracias a una ley italiana que contempla una ayuda económica a aquellas personas que han sido protagonistas del mundo de la cultura, el arte o el deporte, y en la actualidad se encuentran en situación de indigencia. "Salvemos a Laura Antonelli", escribió Banfi en una carta dirigida al entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, y publicada en 'Il Corriere della Sera'. Pero la intérprete, ya en graves condiciones psíquicas y físicas, expresó a través de su abogado su deseo de permanecer en la sombra. "Agradezco a Lino Banfi y a todos los que se están preocupando por mí. Me gustaría vivir en un modo más sereno y digno, aunque la vida terrenal ya no me interesa. Querría ser olvidada".
Doctor arquitecto y escritor, autor de numerosos títulos técnicos y catálogos, así como de proyectos de edificación y ensayos. Ensayista de artículos de índole técnica y cultural en varias revistas, colaborador de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Escritor de historia, antropología, anécdotas de vida profesional y novelas históricas. Más de veinticinco libros publicados hasta el momento tanto en papel como en formato digital.
martes, 23 de junio de 2015
Laura Antonelli
La actriz Laura Antonelli, mito del cine italiano de los años 70 y 80, ha fallecido este lunes de un infarto a los 73 años de edad. El cuerpo de la intérprete fue encontrado en su apartamento de Ladispoli, cerca de Roma, a primera hora de la mañana por su asistenta. Ha muerto sola y al borde de la indigencia. Un triste final para una larga vida delante de los focos llena de luces y sombras.
La conocí cuando era aún desconocida y gracias a mi buena amistad con los hijos de los grandes productores de cine de entonces, Carlo Ponti y Dino De Laurentiis pude llevar su book a Cinecittà, la meca del cine italiano. La llamaron, hizo unas pruebas y la contrataron, gracias a su talento. Yo solo me limité a abrirle una puerta. Tras su éxito, jamás volví a verla. Su debut con sólo 25 años en 'Le sedicenni', ópera prima de Luigi Petrini (1966), la dio conocer en la industria cinematográfica, aunque su salto hacia el gran público no se produjo hasta unos años más tarde cuando protagonizó 'Malizia' (1973), una película de Salvatore Samperi, donde interpretó a una provocativa y sensual camarera. Un papel que le persiguió el resto de su carrera. 'Sessomatto', de Dino Risi, 'Pasión de amor', de Ettore Scola, y sobre todo, 'El inocente', de Luchino Visconti, la convirtieron en el sueño erótico de los italianos. De ella Visconti llegó a decir que era "la mujer más bella del universo". Los periódicos de la época la definían como "una cara de ángel en un cuerpo de pecadora". Pero Laura, insegura y tímida como dicen que era, siempre respondía: "Soy bajita, gordita y con las piernas un poco cortas. A saber por qué gusto..." Estuvo nueve años con el actor Jean Paul Belmondo, aunque nunca vivieron juntos. Una diva amada y atormentada a partes iguales. Conoció al actor Jean Paul Belmondo durante el rodaje de 'Gracias y desgracias de un casado del año II', de Jean Paul Rappeneau (1971). Y un año más tarde se reencontraron en 'Doctor Casanova', de Claude Chabrol (1972). Juntos estuvieron casi nueve años, aunque nunca llegaron a vivir juntos -él vivía en París, ella en Roma--, y su romance estuvo salpicado de notorias crisis. Probó fortuna en el cine cómico de la época, para intentar superar su imágen de sex symbol, pero después de varios fracasos sentimentales, comenzó un retiro voluntario. A finales de los años 80 la actriz dejó de aparecer poco a poco en la gran pantalla pero unos años más tarde Salvatore Samperi la convenció para que protagonizara la segunda de parte de 'Malizia'. Lo que debía ser un regreso triunfal de la diva a las pantallas del cine se convirtió en un auténtico fracaso comercial y un infierno para la actriz. La intérprete se sometió a una operación de cirugía que le desfiguró el rostro y cayó en una profunda depresión. Fue entonces cuando buscó refugió en la religión y las drogas. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Condenada a tres años y medio de prisión, fue absuelta nueve años más tarde después de que la defensa lograra demostrar que la droga era para uso personal y no para ser vendida. La larga odisea judicial junto a una profunda depresión le pasaron factura. En 1996 la actriz fue internada en un centro psiquiátrico de Civitavecchia, en Roma. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Laura Antonelli vivió los últimos años de su vida gracias a una pensión de 510 euros, la ayuda de la Iglesia y de algunos fans incondicionales que le mandaban dinero y regalos. En 2010 uno de sus mejores amigos, uno de los pocos que ha estado a su lado hasta el final, el actor Lino Banfi, luchó para que la interprete obtuviera asistencia por parte del Estado gracias a una ley italiana que contempla una ayuda económica a aquellas personas que han sido protagonistas del mundo de la cultura, el arte o el deporte, y en la actualidad se encuentran en situación de indigencia. "Salvemos a Laura Antonelli", escribió Banfi en una carta dirigida al entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, y publicada en 'Il Corriere della Sera'. Pero la intérprete, ya en graves condiciones psíquicas y físicas, expresó a través de su abogado su deseo de permanecer en la sombra. "Agradezco a Lino Banfi y a todos los que se están preocupando por mí. Me gustaría vivir en un modo más sereno y digno, aunque la vida terrenal ya no me interesa. Querría ser olvidada".
La conocí cuando era aún desconocida y gracias a mi buena amistad con los hijos de los grandes productores de cine de entonces, Carlo Ponti y Dino De Laurentiis pude llevar su book a Cinecittà, la meca del cine italiano. La llamaron, hizo unas pruebas y la contrataron, gracias a su talento. Yo solo me limité a abrirle una puerta. Tras su éxito, jamás volví a verla. Su debut con sólo 25 años en 'Le sedicenni', ópera prima de Luigi Petrini (1966), la dio conocer en la industria cinematográfica, aunque su salto hacia el gran público no se produjo hasta unos años más tarde cuando protagonizó 'Malizia' (1973), una película de Salvatore Samperi, donde interpretó a una provocativa y sensual camarera. Un papel que le persiguió el resto de su carrera. 'Sessomatto', de Dino Risi, 'Pasión de amor', de Ettore Scola, y sobre todo, 'El inocente', de Luchino Visconti, la convirtieron en el sueño erótico de los italianos. De ella Visconti llegó a decir que era "la mujer más bella del universo". Los periódicos de la época la definían como "una cara de ángel en un cuerpo de pecadora". Pero Laura, insegura y tímida como dicen que era, siempre respondía: "Soy bajita, gordita y con las piernas un poco cortas. A saber por qué gusto..." Estuvo nueve años con el actor Jean Paul Belmondo, aunque nunca vivieron juntos. Una diva amada y atormentada a partes iguales. Conoció al actor Jean Paul Belmondo durante el rodaje de 'Gracias y desgracias de un casado del año II', de Jean Paul Rappeneau (1971). Y un año más tarde se reencontraron en 'Doctor Casanova', de Claude Chabrol (1972). Juntos estuvieron casi nueve años, aunque nunca llegaron a vivir juntos -él vivía en París, ella en Roma--, y su romance estuvo salpicado de notorias crisis. Probó fortuna en el cine cómico de la época, para intentar superar su imágen de sex symbol, pero después de varios fracasos sentimentales, comenzó un retiro voluntario. A finales de los años 80 la actriz dejó de aparecer poco a poco en la gran pantalla pero unos años más tarde Salvatore Samperi la convenció para que protagonizara la segunda de parte de 'Malizia'. Lo que debía ser un regreso triunfal de la diva a las pantallas del cine se convirtió en un auténtico fracaso comercial y un infierno para la actriz. La intérprete se sometió a una operación de cirugía que le desfiguró el rostro y cayó en una profunda depresión. Fue entonces cuando buscó refugió en la religión y las drogas. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Condenada a tres años y medio de prisión, fue absuelta nueve años más tarde después de que la defensa lograra demostrar que la droga era para uso personal y no para ser vendida. La larga odisea judicial junto a una profunda depresión le pasaron factura. En 1996 la actriz fue internada en un centro psiquiátrico de Civitavecchia, en Roma. En 1991 fue acusada de tráfico de estupefacientes después de que la policía encontrara 36 gramos de cocaína en su casa. Laura Antonelli vivió los últimos años de su vida gracias a una pensión de 510 euros, la ayuda de la Iglesia y de algunos fans incondicionales que le mandaban dinero y regalos. En 2010 uno de sus mejores amigos, uno de los pocos que ha estado a su lado hasta el final, el actor Lino Banfi, luchó para que la interprete obtuviera asistencia por parte del Estado gracias a una ley italiana que contempla una ayuda económica a aquellas personas que han sido protagonistas del mundo de la cultura, el arte o el deporte, y en la actualidad se encuentran en situación de indigencia. "Salvemos a Laura Antonelli", escribió Banfi en una carta dirigida al entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, y publicada en 'Il Corriere della Sera'. Pero la intérprete, ya en graves condiciones psíquicas y físicas, expresó a través de su abogado su deseo de permanecer en la sombra. "Agradezco a Lino Banfi y a todos los que se están preocupando por mí. Me gustaría vivir en un modo más sereno y digno, aunque la vida terrenal ya no me interesa. Querría ser olvidada".
lunes, 22 de junio de 2015
viernes, 19 de junio de 2015
martes, 16 de junio de 2015
jueves, 11 de junio de 2015
miércoles, 10 de junio de 2015
El rompecabezas inconmensurable
Un extraordinario y muy completo libro de consulta de la historia de la humanidad desde su creación.
Hay esperanza. ¡Vencimos al cáncer!
Ayer, 9 de junio de 2015, tuvo lugar la presentación del libro Hay esperanza ¡Vencimos al cáncer!, libro resultado del I Certamen de microrrelatos “Hay esperanza para vencer el cáncer” organizado por la Fundación Vencer el cáncer y el Grupo Editorial Sial Pigmalión y publicado por el Grupo Editorial Sial Pigmalión, en el Salón de actos de la Biblioteca Eugenio Trías. Casa de Fieras de El Retiro.
Intervenieron en el acto:
Esteban Varadé, director ejecutivo de la Fundación Vencer el Cáncer,
Rocío Castrillo, escritora y prologuista del libro,
Gervasio Posadas, miembro del jurado de la I Edición del Certamen de Microrrelatos “Hay Esperanza para Vencer el Cáncer”,
Socorro Mármol Brís, escritora y miembro del jurado de la I Edición del Certamen de Microrrelatos “Hay Esperanza para Vencer el Cáncer”,
y Basilio Rodríguez, presidente del Grupo Editorial Sial Pigmalión.
Hay esperanza ¡Vencimos al cáncer!,
Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2015 se diagnosticarán en España 227.000 nuevos casos de cáncer, frente a los 215.534 diagnosticados en 2012. Detrás de estas frías cifras hay personas: hijos, padres, parejas; niños, jóvenes, adultos… Seres humanos que un día cualquiera se ven abocados a luchar contra un monstruo que crece en el interior del cuerpo y amenaza con destruirlo. Muchos lo conseguimos. Cada vez somos más. Los avances médicos juegan un papel muy importante, pero la fuerza y la esperanza de cada enfermo conforman la jugada decisiva del partido. Y aquí radica el sentido y el significado de este libro: en la esperanza, en la luz que brota en el interior de cada paciente. En el amor y en el apoyo de quienes lo rodean. Sus páginas son retazos de entrega, de esperanza y de amor. ¿Habían pensado alguna vez por qué el corazón es el único órgano del cuerpo humano en el que no puede anidar ese monstruo? La respuesta es sencilla: el cáncer no se atreve a combatir con el amor. Y llegará el día en que la esperanza se extienda cual verde pradera por cada célula enferma y gane la batalla para siempre. Las frías cifras dicen que uno de cada tres españoles padecerá algún tipo de cáncer a lo largo de su vida, que para desarrollar un nuevo fármaco se necesitan 15 años de trabajo en un laboratorio y una inversión de muchos millones de euros, que cuando hablamos de cáncer lo hacemos de más de 200 enfermedades diferentes. Los datos nos muestran índices de supervivencia, tasas de curación, tipos de tumores todavía inatacables… pero detrás de todo esto están las personas, los científicos que trabajan en su laboratorio, el personal médico que atiende en los hospitales y consultas y los pacientes y sus familiares… todos ellos con esperanza.
Fundación Vencer el cáncer
Autores que han participado en este libro |
domingo, 7 de junio de 2015
La XVI Duquesa de Osuna
Ángela María, en la foto acompañada por su hija Maria, fue para mí como una madre. La conocí hace más de cuarenta años, poco tiempo después de que su hija María y yo hiciéramos amistad, porque su madre quería conocer a los amigos que frecuentaba. Desde el primer momento, Ángela María me sorprendió, porque me hablaba como a una persona conocida de siempre o como a alguien de su familia, mientras yo no la comprendía o mejor dicho, la entendía muy poco porque acababa de llegar de Italia y aún no dominaba el español. Pero ese trato que me dispensó entonces ganó mi corazón para siempre.
Su vida fue difícil, empezando por el año de su nacimiento que fue terrible para la pequeña Ángela María porque su padre Mariano murió. Estando en San Sebastián, Mariano dijo a su mujer que tenía que operarse de urgencia y que presentía que no saldría de la intervención, como así fue. Petra estaba esperando otro hijo y lo perdió. Las dos señoras se quedaron solas, y así fue durante mucho tiempo, porque Petra nunca volvió a casarse. Ángela María nació bajo la dictadura de Primo de Rivera, asistió a la abdicación y exilio del rey Alfonso XIII y a la proclamación de la segunda República el 14 de abril de 1931. Tras cinco años de política republicana desastrosa, vivió junto con su madre la guerra civil española, tres años que marcaron su infancia. Tuvieron que marcharse de Andalucía.
Empezó para Ángela María un periodo relativamente más tranquilo, solo agrietado por las consecuencias de la segunda guerra mundial, y siete años después, un año después de finalizar la segunda guerra mundial, contrajo matrimonio con el valiente voluntario de la Legión a los diez y seis años, Pedro de Solís-Beaumont. Los veinte y un años transcurridos desde la muerte del padre Mariano, la tragedia de la guerra civil española y las consecuencias de la guerra mundial habían pasado una factura tremenda sobre las propiedades de Ángela María, pero su marido decidió emprender una tarea de saneamiento global de las fincas de su mujer.
Esa época fue feliz para Ángela María y su marido Perico no desdeñaba ningún trabajo en el campo donde vivían. Mientras ella se ocupaba de la casa, él conducía el tractor y realizaba las labores del campo, a la vez que organizaba el resto del personal. Fue extraordinariamente innovador, creó sistemas de riego, una mini central hidroeléctrica y muchas otras mejoras y obras necesarias para devolver la rentabilidad a las fincas. El matrimonio tuvo descendencia y nació su hija primogénita que llamó como ella, Ángela María. Tras unos años de intentos fallidos, nació su segunda hija, María con la que estoy felizmente casado. Pero la tragedia se cernió nuevamente sobre ella, sus dos hijas y su madre, porque Perico murió cuando su hija pequeña contaba con menos de dos años de edad.
Las consecuencias fueron las mismas que se habían producido tras la muerte de su padre Mariano. Ángela María estaba sola y se sentía desamparada, sin ganas de ocuparse más que de sus hijas y de su madre. Pero aún era joven y muy guapa, contaba solo con treinta y cuatro años y poco a poco fue considerando la posibilidad de volver a empezar a reconstruir su vida. Entre sus numerosos admiradores, eligió casarse cinco años después de la muerte de Perico, con el diplomático José María de Latorre. Su vida cambió, acompañó a su nuevo marido en destinos extranjeros y en España. Del segundo matrimonio nacieron dos hijas, María del Pilar y María de la Asunción.
Vivió el periodo franquista con serenidad y se adaptó al nuevo régimen, pero nunca olvidó a la monarquía y contribuyó a su mantenimiento en el exilio de Estoril. Justo al final de la etapa franquista, fue cuando nos conocimos. Yo procedía de Italia, un país que había sufrido una gran transformación tras los horrores de la segunda guerra mundial. Sin embargo, Italia fue uno de los países fundadores de la actual Unión Europea y Ángela María estaba muy interesada en conocer los cambios que se habían producido en la sociedad italiana, pensando con clarividencia que lo mismo sucedería en España tras la muerte de Franco. Era una de sus facetas más destacadas, tenía un instinto prodigioso de supervivencia acompañado de una inteligencia brillante. Y así fue como aceptó mis consejos para administrar su patrimonio con vistas al futuro posible de España.
Ángela María fue una persona muy generosa, realizó constantes obras benéficas y ningún necesitado que llamó a su puerta se fue con las manos vacías. Presidió UNICEF en Sevilla y no se a cuantas cofradías religiosas pertenecía. Hasta un amigo periodista me comentó que cuando era pequeño vio a Ángela María como camarera, vistiendo a la Virgen de las Aguas. Frente a su casa de Sevilla se encuentra la hermandad de la Redención de la que ella fue su benefactora. Vivió una larga vida llena de dificultades que supo superar, y, tras la muerte de su madre y de su segundo marido, convirtió a sus hijas y a sus nietas en el centro de su mundo.
Ángela María fue para mí como una madre y yo espero haber sido para ella como un hijo.
Carlo Emanuele Ruspoli, duque de Plasencia.
Ángela María, fue descendiente directa en grado catorce de nuestro hermano tercer general de la Compañía de Jesús, San Francisco de Borja, Santo Patrono en España: de la nobleza, de la cetrería y de las ciudades de Gandía, Valencia y Bonares. En Perú: de la Provincia de Yunguyo. En Colombia: protector y patrono de la ciudad de Medellín, en la aflicción de terremotos, temblores, borrascas y tempestades.
Su vida fue difícil, pues el año de su nacimiento fue terrible para la pequeña porque su padre Mariano murió. Estando en San Sebastián, Mariano dijo a su mujer que tenía que operarse de urgencia y que presentía que no saldría de la intervención, como así fue. Petra estaba esperando otro hijo y lo perdió. Las dos señoras se quedaron solas, y así fue durante mucho tiempo, porque Petra nunca volvió a casarse.
Ángela María nació bajo la dictadura de Primo de Rivera, asistió a la abdicación y exilio del rey Alfonso XIII y a la proclamación de la segunda República en abril de 1931. Tras cinco años de política republicana desastrosa, vivió junto con su madre la guerra civil española, tres años que marcaron su infancia. Tuvieron que marcharse de Andalucía.
Empezó para Ángela María un periodo relativamente más tranquilo, solo agrietado por las consecuencias de la segunda guerra mundial, y siete años después, un año después de finalizar la guerra, contrajo matrimonio con el valiente voluntario de la Legión a los diez y seis años, Pedro de Solís-Beaumont. Los veinte y un años transcurridos desde la muerte del padre Mariano, la tragedia de la guerra civil española y las consecuencias de la guerra mundial habían pasado una factura tremenda sobre las propiedades de Ángela María, pero su marido decidió emprender una tarea de saneamiento global de las fincas de su mujer. Esa época fue feliz para Ángela María y su marido Perico no desdeñaba ningún trabajo en el campo donde vivían. Mientras ella se ocupaba de la casa, él conducía el tractor y realizaba las labores del campo, a la vez que organizaba el resto del personal. Fue extraordinariamente innovador, creó sistemas de riego, una pequeña central hidroeléctrica y muchas otras mejoras y obras necesarias para devolver la rentabilidad a las fincas. El matrimonio tuvo descendencia y nació su hija primogénita que llamó como ella, Ángela María. Tras unos años de intentos fallidos, nació su segunda hija, María. Pero la tragedia se cernió nuevamente sobre ella, sus dos hijas y su madre, porque Perico murió cuando su hija pequeña María contaba solo con menos de dos años de edad.
Las consecuencias fueron las mismas que se habían producido tras la muerte de su padre Mariano. Ángela María estaba sola y se sentía desamparada, sin ganas de ocuparse más que de sus hijas y de su madre. Pero aún era joven y muy guapa, contaba solo con treinta y cuatro años y poco a poco fue considerando la posibilidad de volver a empezar a reconstruir su vida. Entre sus numerosos admiradores, eligió casarse cinco años después de la muerte de Perico, con el diplomático José María de Latorre. Su vida cambió, acompañó a su nuevo marido en destinos extranjeros y en España. Del segundo matrimonio nacieron dos hijas, Pilar y Asunción.
Vivió el periodo franquista con serenidad y se adaptó al nuevo régimen, pero nunca olvidó a la monarquía y contribuyó a su mantenimiento en el exilio de Estoril. Ángela María estaba además muy interesada en conocer los cambios que se habían producido en la sociedad italiana, pensando con clarividencia que lo mismo podría suceder en España tras la muerte de Franco. Era una de sus facetas más destacadas, tenía un instinto prodigioso de supervivencia acompañado de una inteligencia brillante. Y así fue como aceptó consejos para administrar a su patrimonio tomando ideas de Italia, con vistas al futuro posible de España.
Ángela María fue una persona muy generosa, realizó constantes obras benéficas y ningún necesitado que llamara a su puerta se fue con las manos vacías. Presidió UNICEF en Sevilla y no se a cuantas cofradías u órdenes religiosas pertenecía o colaboraba. Hasta un amigo periodista me comentó que cuando era pequeño vio en más de una ocasión a Ángela María como camarera, vistiendo a la Virgen de las Aguas. Frente a su casa de Sevilla se encuentra la hermandad de la Redención y ella fue su benefactora. Vivió una larga vida llena de dificultades que supo superar, y, tras la muerte de su madre y de su segundo marido, convirtió a sus hijas y a sus nietas en el centro de su mundo.
Homilía preparada para su Funeral en la Iglesia de San Francisco de Borja
Ángela María, fue descendiente directa en grado catorce de nuestro hermano tercer general de la Compañía de Jesús, San Francisco de Borja, Santo Patrono en España: de la nobleza, de la cetrería y de las ciudades de Gandía, Valencia y Bonares. En Perú: de la Provincia de Yunguyo. En Colombia: protector y patrono de la ciudad de Medellín, en la aflicción de terremotos, temblores, borrascas y tempestades.
Su vida fue difícil, pues el año de su nacimiento fue terrible para la pequeña porque su padre Mariano murió. Estando en San Sebastián, Mariano dijo a su mujer que tenía que operarse de urgencia y que presentía que no saldría de la intervención, como así fue. Petra estaba esperando otro hijo y lo perdió. Las dos señoras se quedaron solas, y así fue durante mucho tiempo, porque Petra nunca volvió a casarse.
Ángela María nació bajo la dictadura de Primo de Rivera, asistió a la abdicación y exilio del rey Alfonso XIII y a la proclamación de la segunda República en abril de 1931. Tras cinco años de política republicana desastrosa, vivió junto con su madre la guerra civil española, tres años que marcaron su infancia. Tuvieron que marcharse de Andalucía.
Empezó para Ángela María un periodo relativamente más tranquilo, solo agrietado por las consecuencias de la segunda guerra mundial, y siete años después, un año después de finalizar la guerra, contrajo matrimonio con el valiente voluntario de la Legión a los diez y seis años, Pedro de Solís-Beaumont. Los veinte y un años transcurridos desde la muerte del padre Mariano, la tragedia de la guerra civil española y las consecuencias de la guerra mundial habían pasado una factura tremenda sobre las propiedades de Ángela María, pero su marido decidió emprender una tarea de saneamiento global de las fincas de su mujer. Esa época fue feliz para Ángela María y su marido Perico no desdeñaba ningún trabajo en el campo donde vivían. Mientras ella se ocupaba de la casa, él conducía el tractor y realizaba las labores del campo, a la vez que organizaba el resto del personal. Fue extraordinariamente innovador, creó sistemas de riego, una pequeña central hidroeléctrica y muchas otras mejoras y obras necesarias para devolver la rentabilidad a las fincas. El matrimonio tuvo descendencia y nació su hija primogénita que llamó como ella, Ángela María. Tras unos años de intentos fallidos, nació su segunda hija, María. Pero la tragedia se cernió nuevamente sobre ella, sus dos hijas y su madre, porque Perico murió cuando su hija pequeña María contaba solo con menos de dos años de edad.
Las consecuencias fueron las mismas que se habían producido tras la muerte de su padre Mariano. Ángela María estaba sola y se sentía desamparada, sin ganas de ocuparse más que de sus hijas y de su madre. Pero aún era joven y muy guapa, contaba solo con treinta y cuatro años y poco a poco fue considerando la posibilidad de volver a empezar a reconstruir su vida. Entre sus numerosos admiradores, eligió casarse cinco años después de la muerte de Perico, con el diplomático José María de Latorre. Su vida cambió, acompañó a su nuevo marido en destinos extranjeros y en España. Del segundo matrimonio nacieron dos hijas, Pilar y Asunción.
Vivió el periodo franquista con serenidad y se adaptó al nuevo régimen, pero nunca olvidó a la monarquía y contribuyó a su mantenimiento en el exilio de Estoril. Ángela María estaba además muy interesada en conocer los cambios que se habían producido en la sociedad italiana, pensando con clarividencia que lo mismo podría suceder en España tras la muerte de Franco. Era una de sus facetas más destacadas, tenía un instinto prodigioso de supervivencia acompañado de una inteligencia brillante. Y así fue como aceptó consejos para administrar a su patrimonio tomando ideas de Italia, con vistas al futuro posible de España.
Ángela María fue una persona muy generosa, realizó constantes obras benéficas y ningún necesitado que llamara a su puerta se fue con las manos vacías. Presidió UNICEF en Sevilla y no se a cuantas cofradías u órdenes religiosas pertenecía o colaboraba. Hasta un amigo periodista me comentó que cuando era pequeño vio en más de una ocasión a Ángela María como camarera, vistiendo a la Virgen de las Aguas. Frente a su casa de Sevilla se encuentra la hermandad de la Redención y ella fue su benefactora. Vivió una larga vida llena de dificultades que supo superar, y, tras la muerte de su madre y de su segundo marido, convirtió a sus hijas y a sus nietas en el centro de su mundo.
La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado. Yo soy yo, vosotros sois vosotros. Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo. Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste. Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra. La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista? Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino. ¿Veis? Todo está bien. No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen! Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban\ y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas. Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás. (San Agustín)
martes, 2 de junio de 2015
La duquesa de Osuna
Reproduzco a continuación en dos mitades el magnífico artículo de Patricia Espinosa de los Monteros, ABC de Madrid, sábado 30 de mayo, página 64. En la primera foto de la derecha, Ángela María leyendo un cuento a su segunda hija María de Gracia en presencia de la mayor Ángela María, bajo la pintura de Bartolomé Esteban Murillo titulada "El reposo de Jesús durante la huida a Egipto". La segunda es del día de su boda con Pedro de Solís-Beaumont y Lasso de la Vega en el castillo de Espejo en la provincia de Córdoba, que se puede ver brevemente en este enlace: https://youtu.be/U2CdNkQiL-I ; la tercera es un salón del Palacio de La Puebla de Montalbán del siglo XV en la provincia de Toledo; la siguiente es Ángela María viendo los toros desde el palco de la Maestranza de Sevilla y la última es bailando flamenco con Lucero Tena en una caseta de la Feria de Sevilla.
lunes, 1 de junio de 2015
Agenda de ABC
El periódico ABC ha publicado esta reseña de la presentación de El Profeso y la parapsicología en sus ediciones de Galicia, Madrid, Andalucía y Canarias.
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