Cartel de la presentación
Se celebró la presentación en el Real Club Náutico con éxito, ante un centenar de personas. A destacar entre ellas la presencia de la marquesa viuda de Taurisano, los duques de Veragüa acompañados por su hijo el duque de la Vega, los marqueses de Figueroa, los marqueses de Fuente el Sol, el conde de Liniers, el conde de Priegue, los señores de Lopez Rua, los hermanos Santiago e Íñigo de Sangro, Carmen Grandal de Gonzalez de la Rivera, acompañada por su hermana, algunos caballeros de la Orden de Malta, y muchos más. Tras la presentación, los señores de Bahamonde agasajaron a los asistentes con una espléndida cena en su mansión "Valdeameno" en Guisamo.
Este fue el discurso del autor de la novela:
Buenas noches señoras y señores, quiero expresar mi agradecimiento a Germán Suarez Pumariega Lores, presidente del Real Club Náutico de la Coruña, que nos hospeda hoy, a Basilio Rodríguez Cañada, presidente del grupo editorial Pigmalión Ediypro que ha publicado El Profeso y el opio, al historiador y escritor Javier Bahamonde Santiso de Ossorio por su generosidad, al también escritor Javier Ozores Marchesi, conde de Priegue, que me acompañáis en esta presentación, cuyas buenas palabras tal vez sean inmerecidas, a todos los asistentes y más en general, a los que me habéis ayudado para que esta novela se convierta en realidad. ¡Mil gracias a todos!
Hace unos años, cuando todavía era joven y aventurero, investigué a una persona que cambiaría el rumbo de mi vida. Cuando escribí mi primer libro Retratos, publicado por la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, mi antepasado el conde Galeazzo Marescotti, héroe de Bolonia, cuya larga vida azarosa al principio y político-literaria después, llamó fuertemente mi atención. Decidí entonces escribir mi primera novela histórica el Confaloniero, basada en aquella figura y en los sucesos del condado y feudo de Bagnocavallo, otorgado por el emperador Carlomagno al primero del linaje Marescotti: Mario el Escocés, a principios del siglo IX. Mario fue hermano del conde y jefe del clan Douglas y principal asesor militar del emperador. Tras esa primera novela, escribí un libro de antropología titulado Orientalia, basado en las reflexiones de mis viajes a Oriente, mientras pensaba como continuar con las novelas históricas, aprovechando los exóticos escenarios que describí en ese libro.
En aquel momento acaricié la idea de crear un nuevo antepasado verosímil de ficción, Giangaleazzo Ruspoli, tomando ejemplo de ese predecesor homónimo. Luego me pregunté: ¿Qué características tendría el personaje? Teniendo en cuenta mis largos años de colaboración activa con la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, hoy Orden de Malta, pensé en convertirlo en un caballero de Justicia o Profeso de la Orden, el grado más alto, con los tres votos de obediencia, castidad y pobreza. La Orden centra sus esfuerzos a favor de los enfermos y necesitados sin distinción de raza, religión o condición, sintetizada por la regla: Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum, es decir: protección de la Fe y servicio a los pobres. Mi personaje se denominó desde ese momento fray Giangaleazzo. Además, tenía que definir las virtudes, capacidades y especialidades de fray Giangaleazzo, lo cual fue fácil, porque le atribuí las facultades que a todos nos gustaría tener. ¡Ya había creado el pórtico para construir encima mis novelas históricas!
Fray Giangaleazzo fue seduciéndome con cada una de sus aventuras, hasta ejercer en mí el hechizo que despiertan los grandes detectives de la literatura, como Hércules Poirot o Sherlock Holmes. ¿Saben que la fecha de la primera edición del Profeso y el opio concuerda con el aniversario del nacimiento de Sir Arthur Conan Doyle? Gracias a las investigaciones de Fray Giangaleazzo, el lector puede profundizar en su universo, en su carácter peculiar, en su exquisita cultura, en su círculo familiar, cargado de luces y sombras. El Profeso sigue siendo un personaje enigmático, que guarda tras su rostro inescrutable multitud de misterios y talentos desconocidos. Mi protagonista nació en 1137 en Siena, en el seno de una noble y adinerada familia y creció junto a sus seis hermanos. A los diez años de edad, dos lamas tibetanos se presentaron en la residencia familiar de los Ruspoli y le examinaron por ser la posible reencarnación del lama Shiakamuni, padre de la medicina tibetana. Más tarde cursó sus estudios universitarios en Florencia y Roma. A los veinte años ingresó en la Orden de San Juan de Jerusalén y cursó estudios de medicina y cirugía, derecho canónico, esgrima, arquería y defensa personal y se convirtió en caballero Profeso a los cinco años, con votos solemnes. Sin embargo en un momento de pérdida de memoria tuvo una relación con una noble franco-egipcia de la que nació́ su única hija Ginebra. Tras ejercer durante años la medicina y la caballería en Tierra Santa, sus inquietudes fueron llevándole hacia otros terrenos, centrándose sobre todo en la investigación que paulatinamente se convierte en su principal actividad, por la que es llamado a resolver los casos más difíciles. El ya Fray Giangaleazzo Ruspoli, héroe de la antigüedad, se transforma en un asombroso investigador de otras épocas, porque viaja en el tiempo y en el espacio y puede estar en cualquier parte, gracias a la técnica de meditación trascendental cuántica aprendida de los lamas tibetanos. Su aspecto, en casi todas las novelas, recuerda al triste hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes, es decir un hombre que ronda los cincuenta años de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador, amigo de la oración, de la meditación, de la caza, de las artes marciales y de la buena condición social. Su arrogancia no es gratuita. Giangaleazzo ha estudiado tantas disciplinas que su nivel intelectual supera el de todos los que le rodean: domina varias lenguas, muertas o vivas, es experto en medicina, ingeniería, bellas artes, ciencias, armas, artes marciales, esoterismo, y un verdadero maestro en el arte de la meditación. La vastísima cultura de Giangaleazzo es inconmensurable, pero aun así, el Profeso continúa formándose e investigando sobre las más diversas materias. Su destreza, cultura, inteligencia y valentía le convierten en un investigador letal e implacable y en un hábil manipulador de la mente humana, siendo capaz de adoptar distintas personalidades. Empero, consigue ganarse la confianza y la amistad de sus fieles colaboradores, quienes creen a ciegas en las habilidades y la pericia del Profeso. Como todos los genios, Giangaleazzo tiene enemigos que le han marginado y perseguido, e incluso le han maltratado, torturado, apresado, esclavizado, condenado, emparedado, sin lograr quitarle la vida. Aun así́, sus amigos o enemigos comprenden de inmediato que se encuentran ante un ser sorprendente, un investigador superdotado, una mente única, compleja y clarividente al servicio de los necesitados y de la justicia.
El Profeso y el opio es una novela muy especial para mí y espero que los lectores la disfruten cómo yo, tanto en su bosquejo, cómo mientras la escribía. Es una novela de denuncia de los estragos de la droga y de la tragedia del comienzo del narcotráfico en el siglo XIX, así como del mal comportamiento de los ingleses contra los chinos. Warren Buffet dijo una vez que: “sólo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo.” No obstante mi antigua ascendencia escocesa, me avergüenzo por las dos guerras del opio y los millones de muertos chinos por ese motivo. Inglaterra se aprovechó descaradamente de su evidente superioridad bélica para imponer sus intercambios comerciales, centrados principalmente en importar te a cambio de opio, en lugar de la plata que pedían los chinos. Las dos guerras se desarrollaron al principio para obtener el control del mar de China y luego de sus vías de comunicaciones fluviales. Los dos factores que determinaron la superioridad inglesa fueron su artillería y sus buques de guerra de vela que ya habían incorporado la navegación a vapor. En lo referente a la artillería, uno de los principales cambios, además del aumento progresivo tanto de los calibres como de los alcances de los disparos, fue el reemplazo de balas macizas de plomo cargadas por las bocas de los cañones, por obuses explosivos cargados por las culatas de los mismos. Además, las principales piezas de artillería dejaron de estar situadas en puentes artillados en el interior de los buques para pasar a estar constituidas por grandes piezas situadas a la intem-perie, sobre la cubierta principal del buque. Aunque reducidas en número, estas piezas fueron siendo cada vez de mucho mayor ta-maño y mayor alcance. Los chinos no disponían de estos avances tecnológicos, así que desde un buque de guerra inglés se podía bombardear una fortaleza china, sin que la artillería de la misma alcanzara los buques de guerra británicos. La flota china compuesta por juncos de vela no tuvo ninguna oportunidad, sus cañones nunca llegaron siquiera a inquietar a los ingleses. Por ello, Inglaterra se apropió, sin una seria oposición, de territorios como Hong Kong y Kowloon y Lantau, con la excusa de apoyar sus cambalaches lucrativos. Estos enclaves hoy justamente fueron devueltos a los chinos. Pero también, tras aniquilar la flota china y sus defensas en tierra, su ejército saqueó y quemó parte de la Ciudad Prohibida de Pekín y del Palacio de Verano, del siglo XV, unos actos de vandalismo muy graves e injustificados. Giangaleazzo participa en estos sucesos situándose al lado de los emperadores de la dinastía Qing, para ayudarlos en la lucha contra los ingleses y los sediciosos Taiping. Estará acompañado esta vez por su mujer Ileana, su hija Ginebra y su fiel mayordomo, el señor Gordon. Todos asumirán unos papeles como personajes de la dinastía Douglas. La gran labor de Giangaleazzo será finalmente premiada con el título de Mandarín de la corte imperial.
El libro El Profeso y el opio forma parte de la saga El Profeso, una serie de quince novelas históricas, cuyas sinopsis pueden encontrarse en mi blog principal. El Profeso y su familia han participado en misiones en los cinco continentes, y en diferentes épocas que van desde el siglo III, Bajo Imperio Romano, hasta la contemporánea, pasando por la Edad Media y el Renacimiento.
Web de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía
Las fotos del acto
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