El pensador Robert Audi, profesor de Filosofía en la Universidad de Notre Dame, forma parte de la corriente de pensamiento ético que trata de rescatar y restaurar el uso de esos cuestionados valores morales, desactivando en ellos cualquier componente autoritario o intolerante. Lo novedoso de su meditación estriba, precisamente, en repensar los principios morales de modo que sean útiles a sociedades democráticas, globalizadas y multiculturales.
Amenazas a la paz
Para Audi el relativismo es una falsa solución dentro de un espejismo de libertad. Ve en él un
desarme ideológico que impide utilizar argumentos realmente incontrovertibles contra las amenazas a la paz, la violencia en los hogares y en las
escuelas, el expolio del medio ambiente, el fraude y la incompetencia incluso en los organismos democráticos. Si cada civilización, nación, grupo étnico o individuo puede establecer sus propias normas autónomas de conducta, ¿cómo podría reprocharse la pena de muerte, la sumisión de la mujer, la esclavitud, la violencia institucionalizada o las leyes para la guerra que cada uno de ellos se han dado a sí mismos, convirtiéndolas en intocables?
Audi considera que esas y otras lacras solo son refutables a partir de valores universales encontrados bajo la gran pluralidad humana, Halla tres principios fundamentales: la Felicidad, la Justicia y la Libertad, como aspiraciones éticas que se detectan por igual en las más diversas culturas. No son metas independientes. El sistema interconectado de estos valores establece un ideal humano que demanda un orden democrático y otorga cohesión moral a sociedades multiculturales.
Convivir con el error
Es una novedad crucial considerar que a esos valores neurálgicos se puede acceder desde modos de vida muy diversos y desde perspectivas muy plurales, exigiendo estilos de vida democráticos. Otra novedad, derivada de la anterior, son sus propuestas sobre lo que Audi denomina ética institucional. No es suficiente que existan organismos democráticos, sino que es imprescindible que la conducta ética personal de quienes trabajan en ellos y los controlan sea leal, y esté a la altura de los fines institucionales establecidos, evitando malversar las instituciones y vaciarlas de sentido con fraudes arbitrarios o guiados por el simple beneficio Propio. Una última novedad de Robert Audi: se descarta la infalibilidad, dando por sentado que el pensamiento humano convive con el error y necesita del debate para corregirlo.
De hecho, los textos de Valer moral y diversidad humana están concebidos como punto de partida para su discusión universitaria. Este retorno de los valores éticos universales se despoja, pues, de cualquier in-
tolerancia y encierra, definitivamente, al obispo luterano de Fanny y Alexander bajo siete llaves en el arcón de los tiempos trasnochados.
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