lunes, 2 de julio de 2018

24 horas mintiendo, Teatro de la Zarzuela




«El maestro Alonso dirigió personalmente la ejecución de uno de los números y supo dar a la batuta la elocuencia, el garbo y el poderío melódico que tan bien le caracterizan, arrancando del público las más encendidas palmadas, después de haber saboreado el triunfo, como queda dicho, en el cuerpo general de la partitura, que abunda en cuadros inspiradísimos, como el argentino, el brasileño y el mallorquín, este último instrumentado con muy poética finura». Así saludó el crítico de ABC el estreno, en el teatro Albéniz de Madrid el 30 de septiembre de 1947, de «24 horas mintiendo», una «comedia lírica en dos actos» con texto de Francisco Ramos de Castro y música de Francisco Alonso que el Teatro de la Zarzuela recupera ahora. Uno de los dramaturgos españoles más aplaudidos y premiados, Alfredo Sanzol, ha adaptado el texto; la dirección musical es de Carlos Aragón y la dirección escénica es de Jesús Castejón. Él mismo encabeza un reparto que completan Gurutze Beitia, Estíbaliz Martyn, Nuria Pérez, Joselu López, Enrique Viana, Raffaela Chacón, Ángel Ruiz, Cecilia Solaguren, José Luis Martínez, María José Suárez, Mario Martín y Luis Maesso.

«24 horas mintiendo» cuenta los delirios de grandeza de doña Casta, esposa de don Casto, y de sus hijas Charito y Totó, que llegan al extremo de encerrarse en casa, a cal y canto, para hacer creer a los vecinos que están de vacaciones. Esta idea les llevará a mentir constantemente, y el enredo se produce cuando entran en escena los padres de los novios de Charito y Totó.

Gracias a esta obra, Jesús Castejón ha redescubierto, según confiesa, «aquellos olores, sonidos, rumores y melodías por los que había transitado a muy corta edad cuando los teatros de España eran mis primeros lugares de juegos y aventuras». El actor y director la define como «un gran musical español». Aragón incide en su carácter de comedia musical, «lo que la emparenta con los musicales que tanto en Broadway como en Hollywood vivían su época dorada en los años 40 del pasado siglo. Pero esa singularidad radica, además, en su formato más castizo, porque se trata de una revista brillante, hilvanada a través de un argumento entre inverosímil y surrealista. Es un auténtico vodevil».

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