Doctor arquitecto y escritor, autor de numerosos títulos técnicos y catálogos, así como de proyectos de edificación y ensayos. Ensayista de artículos de índole técnica y cultural en varias revistas, colaborador de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Escritor de historia, antropología, anécdotas de vida profesional y novelas históricas. Más de veinticinco libros publicados hasta el momento tanto en papel como en formato digital.
miércoles, 27 de septiembre de 2017
miércoles, 20 de septiembre de 2017
El hijo de Ramses, por Christian Jacq
Muy entretenida esa saga de Setna, hijo de Ramses II. Tanto que averigüé que le faltan
otros dos tomos que compré ayer. Mejor dicho, compré un tomo que incluye los cuatro libros. Recomiendo esa lectura, de momento solo la podéis encontrar en Francés, Inglés e Italiano.
martes, 19 de septiembre de 2017
Biblia vs. Corán: ¿Por qué son incomparables?
Es innegable que los musulmanes yihadistas justifican su violencia en los textos coránicos, mientras el mundo occidental no justifica la suya en los Evangelios o, más genéricamente, en la Biblia. Nadie asesina en el nombre de la Biblia. El Antiguo Testamento ha sido superado por el Nuevo.
Jesús predicando |
La Cruz |
Musulmanes rezando en el Taj Mahal |
Peregrinos en La Meca |
Suele ser argumento recurrente de un cierto tipo de pensamiento: en cada ocasión en que se relaciona la comisión de atentados yihadistas con el islam –una obviedad- se esgrime alguna cita del Antiguo Testamento para justificar que los textos coránicos más violentos no juegan papel alguno en la radicalización islamista: en la Biblia también hay pasajes violentos y crueles que llaman a la persecución y a la lapidación.
En una situación de normalidad moral e intelectual bastaría con recordar que nadie asesina a sus semejantes en el nombre del Deuteronomio o inspirado por el Levítico. Si acaso surgiera algún individuo que tal cosa hiciera sería, en efecto, un caso aislado y no parte de una cosmovisión compartida por millones de personas. Y no hay duda de que quienes siguen las enseñanzas contenidas en ellos censurarían rotunda y públicamente el crimen.
Lamentablemente, la realidad que vivimos es cualquier cosa antes que una situación de normalidad moral e intelectual. La situación que vivimos le debe mucho más a la ideología que a la razón. Y no digamos que a la realidad. Por lo que conviene recordar algunas cosas al respecto de las diferencias existentes entre el Corán y la Biblia.
La palabra de Dios
Tanto la Biblia como el Corán se reclaman la palabra de Dios. Pero las diferencias saltan a la vista: la palabra de Dios bíblica es inspirada, no dictada. La Iglesia ha reconocido la autoría de los textos veterotestamentarios desde hace mucho tiempo; de su exégesis y estudio se ha llegado a la conclusión de que hay una variedad de autores humanos del Pentateuco, quizá hasta cuatro distintos, y que la paternidad atribuida a Moisés puede estar ciertamente en el origen del mismo pero que, con posterioridad, se han efectuado aportaciones de distintos redactores.
La exégesis que siempre se ha hecho de la Biblia –no se trata de una explicación oportunista en tiempos de relativismo, sino de la interpretación tradicional- es que Dios habla a su pueblo de distintas formas según los tiempos; por tanto, hay implícita una flexibilidad en los textos bíblicos.
Exactamente lo contrario de lo que afirma el Corán. El texto sagrado del islam fue dictado, palabra por palabra, por el propio Dios a través del arcángel Gabriel. En apoyo de esta idea, los musulmanes aducen la belleza literaria de la redacción del Corán, imposible para un hombre como Mahoma, que era analfabeto y que sólo transmitía a los distintos escribas que le acompañaban las palabras que le eran reveladas.
Ningún musulmán puede poner esto en duda sin ser considerado apóstata; la idea de que Mahoma o cualquier otro ser humano, o espiritual, pudo haber influido en la redacción del Corán es inaceptable.
Sin embargo, lo cierto es que el Corán se recopiló tras la muerte del profeta y también se produjo una depuración de los textos que, apenas una década tras la muerte de Mahoma, habían dado lugar a numerosas interpretaciones dispares. Finalmente se consiguió un libro unificado.
En cualquier caso, no hay religión alguna en la que exista un libro como el Corán; nadie afirma que Dios dictó palabra por palabra su texto sagrado, excepto los musulmanes (y los judíos ortodoxos respecto de la Torá). No hay nada en el Corán que no sea exactamente la palabra de Dios. No hay sinónimos, sino los términos exactos que Allah dictó a Mahoma. Y esto no cabe ponerlo en duda ni matizarlo.
¿Una falsificación?
La Biblia es un conjunto de 73 libros que fueron elaborados a lo largo de una cantidad considerable de siglos, de los cuales 46 pertenecen al Antiguo Testamento. En cuanto a su origen, hay teorías para todos los gustos.
No falta quien supone que los primeros cinco libros –el Pentateuco, la Torá- se retrotraen al siglo XV antes de Cristo, y tampoco quien los sitúa mil años más tarde. La elaboración del Antiguo Testamento es indudablemente antigua y se ha efectuado a lo largo de distintas épocas. Al menos cuatro tradiciones literarias alimentan los distintos géneros literarios que lo componen, entre ellos el histórico y el poético. Se trata, pues, de un proceso desarrollado a lo largo de varios siglos.
El Antiguo Testamento es también un libro respetado en el islam, como el Nuevo Testamento, pero los musulmanes insisten en que ambos están falsificados por los judíos y por los cristianos. Ni lo justifican ni dan pruebas de ello, pero siguen manteniéndolo casi desde la fundación misma del islam. Numerosos musulmanes creen que, dado que el Corán denomina a los libros de la Biblia como “libros luminosos”, la alteración de los textos bíblicos se tuvo que producir después de la irrupción del propio islam; algo que, desde el punto de vista histórico, carece de fundamento.
Pero, desde luego, dicha presunta alteración no tiene nada que ver con los textos violentos que aparecen en algunos pasajes del Antiguo Testamento.
Una interpretación literal
Sin duda, una diferencia sustancial radica, precisamente, en que el Corán hay que leerlo de forma literal. El hecho de que haya sido dictado por Dios no deja margen a otra cosa, mientras que la Biblia, por el contrario, admite numerosas interpretaciones a partir del hecho de que se trata de textos inspirados (del Corán ciertamente hay también numerosas interpretaciones, pero todas son –o se pretenden- literales).
La literalidad del texto sagrado musulmán lleva a muchos musulmanes a aprender el árabe, dado que es el idioma en que Dios ha hablado. Y la fidelidad a las palabras divinas es segura: Mahoma, poco antes de morir, revisó con el arcángel Gabriel todo lo escrito hasta el momento.
Esa condición del texto coránico dota de inflexibilidad al mensaje y favorece, innegablemente, las versiones fundamentalistas. Las palabras del Corán son “al-wahy”, provienen directamente de Dios.
Mientras que el Corán, por esto mismo, fija para siempre la palabra, es doctrina cristiana creer que Dios habla a los hombres también a través de la Escritura de acuerdo a los tiempos. Un aspecto importante del mensaje de salvación cristiano es que Dios se va revelando a lo largo de la historia de la forma más conveniente para los hombres.
Así, Jesús viene a establecer la Nueva Alianza, que reemplaza a la antigua (aunque también la culmina y completa). De ese modo, basta con recordar el pasaje de la adúltera y los lapidadores (“aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra”) para comprender que las prescripciones al respecto de la lapidación que aparecen en el Pentateuco han sido abrogadas en el cristianismo.
A la luz de la realidad
A lo largo del Nuevo Testamento, la piedad y la misericordia se convierten en parte central de la fe cristiana. Jesús predica a sus seguidores el amor a Dios y al prójimo, y les instruye para que amen a este como cada uno se ama a sí mismo, constituyendo la caridad –el amor- el eje de su mensaje.
La violencia que hoy existe en el mundo occidental –copiosa- no se produce a causa de su carácter cristiano, sino a su pesar. Y es innegable que, a la luz de lo que está sucediendo en el mundo, los musulmanes yihadistas justifican su violencia en los textos coránicos, mientras el mundo occidental no justifica la suya en los Evangelios o, más genéricamente, en la Biblia.
Nadie asesina en el nombre de la Biblia. El Antiguo Testamento ha sido superado por el Nuevo, y la realidad es que para los cristianos los textos del Pentateuco no juegan papel alguno en su fe (con la parcial excepción, quizá, del Génesis), por lo que a nadie se le ocurriría esgrimirlos en ningún sentido; y, en todo caso, nadie invoca el Deuteronomio o el Levítico, el Éxodo o Números, para perpetrar crimen alguno.
Claro, que hay ideologías que dan al olvido toda referencia a la realidad.
Opinión
La diferencia fundamental entre la Biblia y el Corán es que no provienen del mismo dios. Lo que no se puede hacer es escandalizarse de los castigos aplicados durante el Antiguo Testamento, llamándolos crímenes; porque eso es llamar criminal a Dios. ¿Acaso es justo, por ejemplo, que alguien que se ha comprometido en matrimonio pueda adulterar impunemente, como sucede actualmente en muchos países? Tampoco se puede decir que las prescripciones al respecto de la lapidación que aparecen en el Pentateuco han sido abrogadas en el cristianismo, pues el mismo Jesús dijo que no había venido a abrogar la Ley, y que ni una coma desaparecerá de ella (Mt 5,17-20). Por tanto, no se puede llamar criminal a ninguna legislación que imponga los castigos establecidos allí; otra cosa es que no se corresponda con el espíritu cristiano de misericordia hacia el pecador arrepentido. No conviene olvidar que sigue vigente el castigo eterno: “los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los falsos, tendrán su herencia en el estanque de azufre ardiente” (Ap 21,8).
jueves, 14 de septiembre de 2017
Sicilia, la leggenda delle tre ninfe
Sicilia, la leggenda delle tre ninfe
Molteplici miti e leggende legati alla Sicilia ne hanno influenzato la cultura e le tradizioni.
Il popolo siciliano dell’antichità ha trasfigurato in leggenda eventi misteriosi, attribuibili solo all’intervento degli dei.
Sulla nascita della Sicilia si raccontano diversi miti e leggende.
LA LEGGENDA DELLE TRE NINFE
Si racconta che i tre promontori (capo Peloro a Nord-Est, capo Passero a Sud-Est e capo Lilibeo ad Ovest), che rappresentano le punte estreme dell’isola e che le danno una forma triangolare, sorsero grazie a tre splendide ninfe.
Le ninfe sono, nella mitologia, semidivinità della natura, che rendono fertile con i loro doni.
Le tre ninfe, di cui parla il mito, vagavano per il mondo a passi di danza, raccogliendo dai terreni più fertili manciate di terra, sassi e piccoli frutti.
Arrivate in una regione che aveva un cielo particolarmente luminoso e limpido, le tre ninfe diedero inizio ad una danza ancora più gaia e nel danzare andarono gettando in mare tutto quello che avevano raccolto nel loro girovagare.
Tutto ciò che venne buttato formò tre promontori.
Il mare tra i tre promontori si illuminò come un arcobaleno e si solidificò, colmando lo spazio che separava i promontori.
Dalle onde emerse un’isola a forma di triangolo rovesciato, dal clima temperato e dalla terra fertile: la Sicilia.
miércoles, 13 de septiembre de 2017
Amnistía Internacional, Informe Anual 2016/2017
La situación de los derechos humanos en el mundo, es un informe que normalmente molesta a los gobiernos que no los respetan. Podéis leer en el enlace el informe de 477 páginas en el enlace adjunto.
Informe Anual 16/17
martes, 12 de septiembre de 2017
La Inquisición española
Desmontando la leyenda negra sobre la Inquisición española
La Inquisición por Goya |
La oleada de cristiano-fobia ha resucitado los mitos sobre la Inquisición para atacar a este tribunal e intentar desacreditar al catolicismo. Un reciente libro de María Elviar Roca Barea desmonta la leyenda negra que ahora asume la corrección política.
Desde que en la segunda década del siglo XX Julian Juderías escribiera su colección de artículos y las dos recopilaciones sobre la Leyenda Negra empezó a arrojarse luz sobre la realidad de algunos de esos turbios y manipulados episodios de nuestra historia que tanto gustan repetir, sin confirmar su veracidad, a los enemigos de España. Da igual que esos enemigos estuvieran fuera, como era el caso del duque de Orange, promotor de estos relatos antiespañoles en el siglo XVI, o dentro de España, como ocurre con nuestra clase política, tan dada a la corrección política que tan dada es a la manipulación de la historia.
Juderías definía esa propaganda anti española en su libro de 1914 “La leyenda negra y la verdad histórica” como: ”los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad”.
Recientemente, uno de los tópicos más recurrentes de esos “fantásticos relatos” ha sido usado nada menos que por ISIS en un vídeo de amenaza contra España. En la grabación, un yihadista de origen español, que ha quedado bautizado como “el hijo de la Tomasa”, aseguraba que debían vengarse de los ataques de la Inquisición contra el Islam.
Es cierto que de un terrorista no se debe esperar gran cultura ni conocimientos, menos de quien decide sumarse a un grupo terrorista que sigue a una religión que pretende no evolucionar desde principios del siglo VII. Pero no deja de ser una clara muestra de la ignorancia en la que la leyenda negra, y sus perpetuadores progresistas, han sumido a la sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Afortunadamente todavía quedan estudiosos que, lejos de aceptar los dogmas de la imposición cultural del pensamiento único, toman el relevo de Julián Juderías y sacan a la luz la documentación que muestra la realidad de una institución como la Inquisición que, con sus luces y sus sombras, dista mucho de ser lo que muchos pretenden presentar.
Un reciente libro de María Elviar Roca Barea, “Imperiofobia y la leyenda negra”, arroja luz sobre varios de los episodios de nuestro pasado que más son usados tradicionalmente para atacarnos. En lo que respecta a la Inquisición, la autora ha demostrado documentalmente que muchos de los tópicos que los políticos, la sociedad e incluso algunos historiadores han dado por buenos, son falsos y forman parte de esa manipulación antiespañola que ahora vuelven a esgrimir desde la izquierda, en connivencia con los separatismos periféricos.
La Inquisición no fue una creación española. La fundación del Tribunal del Santo Oficio en España data de 1478, bajo la monarquía de los Reyes Católicos, y se inspira en la Inquisición francesa que llevaba funcionando desde 1184, es decir: trescientos años antes.
Su jurisdicción, por mucho que se empeñe en el vídeo “el hijo de la Tomasa” era exclusivamente sobre cristianos bautizados y no podía actuar sobre personas de otras religiones. Por lo tanto no actuó jamás sobre musulmanes ya que al no ser bautizados, no podían cometer herejía.
La primera razón por la que se creó fue la de evitar que las herejías se propagasen por Castilla y Aragón, pero pronto se descubrió que tras su creación, el número de linchamientos que venían produciéndose en el mundo rural bajó considerablemente. Y es que la reglamentación de la herejía y su sometimiento a un tribunal evitó que el pueblo se tomase la justicia por su mano.
En cuanto a las causas abiertas, se conservan completos los archivos inquisitoriales entre 1540 y 1700. En ese periodo se desarrollaron casi 45 mil procesos por herejía, de los que la mayoría fueron resultados absolutorios y 1.346 resultaron condenados a muerte. Si comparamos con la Inquisición protestante en Alemania, para ese periodo, en el país nórdico 25.000 mujeres ejecutadas por brujas, en el caso de España no se llegó a los 300 casos.
Pero no solamente eso. Muchos de los delitos que hoy siguen siéndolo, solamente empezaron a perseguirse con la creación del Tribunal del Santo Oficio. Delitos como la violación o el proxenetismo no eran perseguidos hasta que se consideró herejía y pasaron a depender de la Inquisición.
En los últimos trescientos años de actividad de la Inquisición, solamente fueron condenados 220 protestantes por causa de herejía, de ellos sólo 12 ueron ejecutados, por supuesto en la hoguera. Si comparamos estos datos con los de la Ginebra de Calvino, vemos claras diferencias. La ciudad suiza de Ginebra fue el centro en el que Calvino quiso establecer una teocracia protestante. El municipio tenía una población de 20.000 habitantes en 1541, cuando se asentó allí definitivamente. En los quince primeros años de implantación de su supuesta teocracia, la inquisición calvinista acabó con la vida de cerca de 1.500 personas, es decir, el 7,5% de la población.
Una de las imágenes de la Inquisición española con las que nos bombardean normalmente los medios es la de las salvajes torturas por las que pasaban todos los detenidos para intentar, entre tormentos, arrancar una confesión de herejías en las que no se había participado.
Pero resulta que la Inquisición española es la única que tenía muy limitada la posibilidad de usar la tortura. A diferencia de lo que ocurría con luteranos y calvinistas, y con la Inquisición católica en otros países como Francia o los territorios italianos, la tortura solamente aparece en poco más del 1% de los procedimientos.
Es más, la Inquisición española prohibía que la tortura, que como hemos señalado se ceñía a casos muy concretos, sobrepasase los 15 minutos de duración y no podía poner en peligro jamás la vida del reo. Además, a diferencia de lo que ocurría en otros tribunales similares, siempre se realizaba en presencia de un médico que se cercioraba de que no se produjeran mutilaciones ni lesiones irreversibles.
También es más que llamativo el hecho de que la Inquisición prohibió totalmente el uso de la tortura en sus interrogatorios a principios del siglo XVIII, mientras que los tribunales civiles españoles y la mayoría de los europeos mantuvo estas prácticas hasta bien entrado el siglo XIX.
Y una curiosidad: muchos reos en procedimientos civiles optaban por blasfemar para que sus juicios se trasladasen a la Inquisición. ¿La razón? Que el trato de los prisioneros en las cárceles del Santo Oficio durante los siglos XVI al XIX fue mucho más decente que el que se padecía en las cárceles convencionales.
lunes, 11 de septiembre de 2017
El robo de la Gioconda
El 21 de Agosto de 1911, La Gioconda fue robada del Museo del Louvre y estuvo desaparecida durante dos años y ciento once días.
La historia completa: https://www.caja-pdf.es/2017/09/08/el-robo-de-la-gioconda/
martes, 5 de septiembre de 2017
El león de oro de Wilbur Smith
UNA AVENTURA ÉPICA EN BUSCA DE UN VIEJO RIVAL
Siglo XVII. Costa africana. El capitán Henry Courtney parte a bordo de su barco, La Rama Dorada. A lo lejos, se distingue otra embarcación. Cuando es abordada, la tripulación debe defender la suerte del barco y sus propias vidas. Otro peligro mayor espera a Henry: la venganza de un enemigo insaciable. Por tierra y por mar, Courtney busca aquello que le han arrebatado, aquello que ama más que su vida. Es una novela muy entretenida y original.
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