Carlo Emanuele Ruspoli
Doctor arquitecto y escritor, autor de numerosos títulos técnicos y catálogos, así como de proyectos de edificación y ensayos. Ensayista de artículos de índole técnica y cultural en varias revistas, colaborador de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Escritor de historia, antropología, anécdotas de vida profesional y novelas históricas. Más de veinticinco libros publicados hasta el momento tanto en papel como en formato digital.
jueves, 16 de enero de 2025
Poema onírico de Carlo Emanuele Ruspoli (2025)
Poema onírico
En el reino de los sueños, donde el tiempo se disuelve,
Las estrellas susurran secretos que el día no resuelve.
Caminos de niebla y luces que bailan,
En un mundo onírico, donde las sombras se abrazan.
Los ríos de plata fluyen sin cesar,
Llevando deseos que el alma quiere alcanzar.
Montañas de cristal, reflejos de lo eterno,
En el sueño profundo, hallamos lo interno.
Las flores cantan melodías de antaño,
En jardines de ensueño, donde no existe el daño.
El viento susurra historias olvidadas,
En el reino onírico, las almas son aladas.
Despierta, viajero, de tu sueño encantado,
Lleva contigo el misterio de lo soñado.
Pues en el mundo real, aunque no lo veas,
El eco de los sueños siempre te rodea.
martes, 14 de enero de 2025
La Semilla de la Bondad de Carlo Emanuele Ruspoli (2025)
La Semilla de la Bondad
Un pequeño grano, en la tierra fértil,
Nace la bondad, cual flor gentil.
Riega el alma con su dulce néctar,
Y al mundo entero, lo hace crecer.
Como el sol que alumbra, sin cesar,
La bondad ilumina, cada lugar.
Con actos simples, gestos de amor,
Construye un mundo, mejor.
Un puente de unión, entre corazones,
La bondad cura, las más grandes pasiones.
Sembremos juntos, esta bella flor,
Y el mundo entero, será mejor.
El mundo actual en las playas de Carlo E. Ruspoli (2025)
En las playas de antaño, el sol brillaba sin cesar,
No había comida basura, ni móviles que mirar.
Las risas resonaban, la gente solía hablar,
Sin tatuajes ni pantallas, el mar era el lugar.
Hoy las olas susurran, pero pocos las oyen ya,
Las miradas se pierden en pantallas sin parar.
Los tatuajes cuentan historias, pero ¿quién las va a escuchar?
La comida rápida reina, y el silencio es el nuevo mar.
Las playas han cambiado, el mundo no es igual,
Pero en cada ola y en cada grano de sal,
Queda un eco del pasado, un susurro sin final,
Recordándonos que hablar y escuchar es esencial.
domingo, 12 de enero de 2025
El elefante y su pintora de Carlo E. Ruspoli (2025)
Camina el elefante, ser imponente.
Con su trompa larga y su paso lento,
Es un gigante de noble aliento.
Sus orejas grandes, como abanicos,
Se agitan suaves, sin hacer ruidos.
Sus colmillos blancos, de marfil puro,
Guardan historias de un tiempo seguro.
En manada avanza, con gran dignidad,
Protegiendo a los suyos, con lealtad.
En el agua juega, con alegría,
Bañándose al sol, en plena armonía.
Elefante sabio, de mirada profunda,
Tu presencia en la tierra es tan fecunda.
Guardas secretos de un mundo antiguo,
Eres símbolo de fuerza y de abrigo.
En su estudio, lleno de colores y sueños,
Una pintora crea, con trazos pequeños.
Ama los elefantes, seres majestuosos,
Y en cada lienzo, los plasma hermosos.
Con pincel en mano y corazón abierto,
Pinta elefantes en un mundo desierto.
Sus grandes orejas, sus trompas al viento,
En cada cuadro, un sentimiento.
Los elefantes bailan en su imaginación,
En la selva, en el agua, en plena creación.
Ella mezcla los tonos, con gran devoción,
Cada pincelada, una declaración.
En sus ojos brilla la pasión sincera,
Por esos gigantes, su amor es bandera.
Cada obra es un canto, una celebración,
De la vida, del arte, y de su admiración.
domingo, 22 de diciembre de 2024
Opinión de Carlo Emanuele Ruspoli
Recordando a Platon
Cuando la ciudad gobernada por la democracia se embriaga de libertad confundiéndola con el libertinaje, con la ayuda de malos coperos obligados a comprar inmunidad con dosis cada vez más masivas de indulgencia hacia todo tipo de ilegalidades y arrogancias; cuando esta ciudad se cubre de lodo al aceptar convertirse en la sirvienta de los hombres de barro para poder seguir viviendo y engordando en el lodo; cuando el padre se rebaja al nivel del hijo y comienza, en un muñeco, a copiarlo porque le tiene miedo al hijo; cuando el hijo se pone a la par de su padre y, lejos de respetarlo, aprende a despreciarlo por su timidez; cuando el ciudadano acepta que, venga donde venga, cualquiera que se encuentre en su casa puede adquirir los mismos derechos que los que la construyeron y nacieron allí; cuando los dirigentes toleran todo esto para ganar votos y consensos en nombre de una libertad que devora y corrompe toda regla y orden; ¿Es de extrañar que la arbitrariedad se extienda a todo, y que la anarquía surja en todas partes y penetre en las viviendas privadas e incluso en los establos?
En un ambiente así, en el que el maestro teme y halaga a los alumnos y los alumnos no tienen en cuenta a los maestros; en el que todo se mezcla y confunde; en que los que mandan pretenden, para mandar más y más, ponerse al servicio de los que mandan y adular, para explotarlos, todos sus vicios; en el que las relaciones entre uno y otro sólo están reguladas por la conveniencia recíproca en las tolerancias recíprocas; en el que la demagogia de la igualdad hace impracticable toda selección, y de hecho obliga a todos a medir el paso de sus piernas en los que tienen las piernas más cortas; en que el único remedio contra el favoritismo consiste en la multiplicidad y multiplicación de favores; en el que todo se concede a todos para que todos se conviertan en cómplices; en un ambiente así, cuando llega al colmo de la anarquía y ya nadie está seguro de nada y ya nadie es dueño de nada porque todos lo son, incluso de su cama y su armario en pie de igualdad con él y la basura se acumula en las calles porque nadie puede mandar a nadie que la limpie; En un ambiente así, digo, ¿cree usted que el ciudadano se apresuraría a defender la libertad, esa libertad, del peligro del autoritarismo?
Así nacen, en mi opinión, las dictaduras. Tienen dos madres.
Una es la oligarquía cuando degenera, debido a sus luchas internas, en satrapía. La otra es la democracia cuando, por sed de libertad y por la ineptitud de sus dirigentes, se hunde en la corrupción y la parálisis.
Entonces el pueblo se separa de aquellos a quienes culpa de haberlo llevado a tal desastre y se prepara para repudiarlos primero con el sarcasmo, luego con la violencia que es la profecía y la partera de la dictadura.
Así es como muere la democracia: por abuso de sí misma.
Y antes que en la sangre, en el ridículo.