Elsa Matilla encarna el papel de una prostituta que anda en el oficio después de haber empezado sin ser muy consciente de todo. Sin embargo, su peculiar carácter y el modo entusiasta con el que se toma su profesión son parte importante de lo que se propone este fin de semana en el madrileño teatro de Bellas Artes. Lola cuenta su vida, estancada en los años 70, cuando la verja que separa Gibraltar de La Línea de la Concepción estuvo cerrada separando a familias y conocidos. El paso del tiempo le ha dejado recuerdos y proyectos que transmiten en el público sentimientos encontrados que van desde la ternura al humor. El autor propone sumergirse de lleno en el mundo de la protagonista que cuenta parte de sus experiencias y se hace cómplice del respetable en lo que se supone que es su último trabajo antes de cambiar de vida.
Una propuesta de un autor con un largo recorrido televisivo (Aquí no hay quien viva entro otros muchos títulos), y también gran experiencia como guionista y director de cine ( Kilómetro 0, El amor perjudica seriamente la salud, ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? o El robobo de la jojoya) que llegó a ambos ámbitos a través de la dramaturgia y ahora dirige sobre las tablas a una actriz que también ha entrado en la gran mayoría de hogares a través de la pequeña pantalla ( Siete Vidas o Aquí no hay quien viva, Tierra de lobos), o el cine donde ha coincidido anteriormente con Iborra en producciones como Kilómetro 0.
Elisa Matilla, además, compatibiliza esos proyectos con el teatro en los últimos tres lustros. El burlador de Sevilla, Salomé o Mentiras incienso y mirra son algunos de los montajes en los que ha actuado. Gibraltareña una comedia con acento del sur en el que su protagonista, en coma, va repasando su vida junto a los espectadores. Una vida tópica de catálogo en el Gibraltar de los
años 70.
Mi más sincero agradecimiento a mis buenos amigos Alberto y Margarita por su generosa invitación.