"Todos guardamos un reflejo de esa luz primera que se manifiesta en belleza, inteligencia y bondad”.
La moderna Astrofísica nos dice que Todo el universo procede, por expansión, de un núcleo inicial, de una “superestrella” que dio origen a todo el cosmos. Todos los seres que formamos parte de este universo procedemos, según la ciencia, de esa materia radiante primordial.
Las antiguas tradiciones también nos hablan de un origen primero, una esencia luminosa de la que todo partió y se desarrolló.
Los filósofos clásicos lo llamaron logos, las religiones Dios.
Me ha parecido oportuno esta reflexión en estas fechas en que comienzan a encenderse todas las luces de Navidad, y cobran especial relevancia (aunque mejor sería que fuese todo el año) los buenos deseos y la necesidad de bondad humana.
Lo cierto es que eso es lo que me gustaría pensar, que, de alguna manera, todos tenemos parte de esa chispa luminosa o esencia divina en nosotros, que esa chispa nos conecta con el Origen y con el Todo que nos rodea.
Siguiendo a los clásicos, ese logos, esa luz primera, se expresa en el ser humano con una triple naturaleza que es inteligencia, belleza y bondad. (Este ideal iluminó tanto a Einstein como a Platón)
Si es lo más recóndito somos luz, nada mejor que encenderla y empezar a iluminar, sobre todo cuando la noche oscura agiganta sus sombras.
¡Feliz Navidad!