lunes, 30 de junio de 2014

Fama de Daniel Kehlmann

Este entretenido libro del alemán Kehlmann es un regalo de su traductora, la polifacética  Helena Cosano, también guapa madrina de mi novela El Profeso y el opio. Nueve historias que se relacionan con el móvil, el desasosiego de nuestra época, ya que casi nos obliga a estar siempre localizables.



miércoles, 25 de junio de 2014

El Profeso y la masonería

Sinopsis

En la polvorienta ciudad de Doha, capital del emirato de Qatar, una banda de fanáticos terroristas ha sitiado la embajada norteamericana y amenaza con hacer una sangrienta matanza si no se accede a sus condiciones. En el Departamento de Estado de Washington, el congresista por accidente de Wyoming y patrono por vocación de la Fundación para la Paz, el antiguo Profeso de la Orden de San Juan de Jerusalén Fray Giangaleazzo Ruspoli - de unos cuarenta y pocos años en esta ocasión, experto del mundo árabe por haber trabajado en él durante mucho tiempo y con dominio del idioma - se ofrece en secreto para ir a solucionar el conflicto. Es la última esperanza del Departamento de Estado, mientras el plazo dado por los terroristas llega a su fin. 

La Fundación para la Paz (FFP) en Nueva York, de la que su creador Giangaleazzo es presidente y patrono, al igual que su hija Ginebra, amplía la obra humanitaria y hospitalaria de la Orden de San Juan de Jerusalén y trabaja incesantemente para erradicar el terrorismo y el crimen mundial. Con el respaldo del conglomerado de empresas Douglas International, la Fundación tiene recursos casi ilimitados para dotarse de los medios humanos, equipos tecnológicos, armas, vehículos terrestres, marinos y aéreos necesarios para enfrentarse a las peores amenazas de la era contemporánea. La Fundación mantiene acuerdos de colaboración con los servicios de inteligencia de varios países. Destaca en Estados Unidos la Douglas International Marítima y Submarina (DIMS), perteneciente al holding multinacional Douglas, una prestigiosa empresa cuyo presidente es el sagaz almirante Martin Sheen IV, que entronca con la familia Douglas - Marescotti- Ruspoli por matrimonio. Giangaleazzo Ruspoli siempre prefiere asumir las funciones operativas de sus empresas y solo preside su Fundación. Precisamente es el almirante Martin Sheen, nativo de Wyoming, que involucra a Giangaleazzo en la política.
Así empieza la nueva odisea de Giangaleazzo Ruspoli, un hombre supuestamente tranquilo que intenta vivir con su hija en su mansión misteriosa y externamente destartalada - para proteger su intimidad- de Manhattan en New York, o en su curioso hangar-loft de Washington con su colección de vehículos terrestres, marinos y aéreos antiguos o en su nueva residencia de Wyoming. Un hombre sin mayores ambiciones políticas, con vocación humanitaria heredada de la Orden de San Juan, que se ve lanzado de repente al sangriento escenario de la locura terrorista. Trabajando solo en un mundo de pesadilla, se convierte en un héroe desconocido para el mundo, como a él siempre le ha gustado. Él ha puesto como única condición para encargarse de la peligrosa misión el anonimato, como en casos anteriores, y su único deseo es terminar con éxito para volver de nuevo a su apacible vida privada con su hija Ginebra. Ileana, su mujer, lleva muchos años desaparecida o fallecida por lo que Giangaleazzo piensa en la posibilidad de rehacer su vida. Pero para Giangaleazzo Ruspoli aquella nueva tarea será sólo el principio. Un año después, su participación en el asunto de Doha salta a la primera página de los periódicos de todo el mundo, filtrada por alguien desconocido. En los Estados Unidos aquella noticia empuja a Giangaleazzo Ruspoli al primer plano de la política, lo cual él nunca buscó ni deseó, mientras un peligroso grupo terrorista, al conocer su identidad, le busca para vengarse. 
Esta vez, Giangaleazzo mantiene con acierto a su hija Ginebra y a su fiel mayordomo Gordon alejados del peligro y de las intrigas, en su mansión secreta de Manhattan que seguirá siendo su refugio. En este nuevo episodio, Giangaleazzo volverá a encontrarse con su gran amigo, compañero y socio de la etapa de ingeniería y construcción, el arquitecto judío norteamericano Daniel Baremboin que le ayudará repetidamente y Zoraya, una guapa compañera agente secreto de la CIA que le auxiliará también y se convertirá paulatinamente en su nueva pareja.
Cada vez se ve con más claridad que existen fuerzas secretas de la masonería y otras sectas en Norteamérica con un inimaginable poder a su disposición, en cuya agenda figura el nombre de Giangaleazzo Ruspoli para bien o para mal. ¿Llegará a la presidencia o la muerte interrumpirá su carrera? En esta disyuntiva está también en juego el destino de la nación... 



viernes, 13 de junio de 2014

Premio "Escriduende" de novela histórica 2014








Queridos amigos:


El próximo domingo, 15 de junio de 2014, a las 11.00 horas, con ocasión de la celebración de la Feria del Libro de Madrid, el Grupo Editorial Sial Pigmalión entregará los Premios EscriDuendes 2014, en el Salón de actos de la Biblioteca Eugenio Trías. Casa de Fieras del Retiro (planta baja). Entrando desde la calle Menéndez Pelayo por la puerta del Retiro de Sainz de Baranda, según el programa adjunto.

RELACIÓN DE AUTORES Y OBRAS PREMIADAS:
1. Premio al mejor editor: a José Ramón Trujillo.
2. Premio internacional: a Ridha Mami, por su libro Lunas de otoño.
3. Premio iberoamericano: a José Enrique Delmonte, por su obra Once palabras que mueven tu mundo.
4. Premio al mejor libro de poesía ilustrado: a Luis Farnox, por su poemario El más bello despilfarro.
5. Premio autor revelación: a José Luis López Amigo, por su novela Dama ardiente.
6. Premio al mejor poemario amoroso: a Emilio Ruiz Barrachina, por su obra La huella eterna.
7. Premio a la fidelidad literaria: Héctor Huertas. Su último libro publicado ha sido Trilogía Trágica.
8. Premio al mejor autor novel: a José Romero López, por su libro El gran juego.
9. Premio al mejor libro traducido: a Juan Miguel Zarandona, por la obra Escalibor.
10. Premio al mejor director de colección: a Rafael Bonilla Cerezo, por su labor al frente de la colección Prosa Barroca.
11. Premio al autor más especial, tierno y auténtico: a Bernardo García Pintado, por su obra Confesiones de un monje.
12. Premio novela histórica: a Carlo Emanuele Ruspoli, por su obra El Profeso y el opio.
13. Premio al mejor ilustrador editorial: a César Francisco Fernández Casillas. Sus últimas novedades en Cuentos de niños para padres.
14. Premio a la innovación poético-tecnológica: a José María Paz Gago, por su libro Wha(ts)appa. Piropoemas para mensajes de móvil.
15. Premio solidario: a la Fundación Vencer el Cáncer.
16. Premio a la mejor novela erótica: a Manuel Montalvo, por su libro Cosas y pelo.
17. Premio al poemario más bailón y surrealista: a Sandy García, por su obra Mis manos bailan mis pies.
18. Premio al mejor libro sobre África: a Fernando Ballano Gonzalo, por su libro Aquel negrito del África tropical.
19. Premio al poemario más fresco, luminoso y auténtico: a Sebastián Rodríguez Galindo, por su libro La senda escondida.
20. Premio al libro más polémico: a José Ruiz Mata, por su obra Pordioseros de la gloria.
21. Premio a la autora más mediática: a Rocío Castrillo, por su obra Ellas y el sexo.
22. Premio al autor más original y creativo: a Gabriel Neila, por su obra La vida en minúsculas.
23. Premio al mejor libro de relatos: a Charo Delicado, por su obra Relatos en azul.
24. Premio Especial superventas de la Feria: a Luis Eduardo Aute, con su obra Claroscuros y otros pentimentos. Todas las canciones.

Como colofón del acto, la actriz y cantante Maribel Per interpretará un tema de Bernardo García Pintado musicado por él mismo.

PRESENTARÁN EL ACTO: Ángeles Castillo Núñez y Manuel Athané.

Importante: Aforo limitado. Se ruega puntualidad.

¡Os esperamos!


miércoles, 11 de junio de 2014

Acto de presentación de mi novela El Profeso y el opio

Discurso del autor


Cuando escribí mi primer libro Retratos, publicado por la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, uno de los personajes que retraté llamó fuertemente mi atención. Se trata de mi antepasado el conde Galeazzo Marescotti, héroe de Bolonia, cuya vida azarosa al principio y político-literaria después, le consintió llegar casi a los cien años de edad. Decidí entonces escribir mi primera novela histórica el Confaloniero, basada en aquel personaje y en los sucesos del condado de Bagnocavallo, un feudo otorgado por el emperador Carlomagno al primero del linaje Marescotti: Mario el Escocés, a principios del siglo IX. Mario fue el hermano del conde y jefe del clan Douglas. Tras esa primera novela, escribí un libro de geografía antropológica titulado Orientalia, basado en mis viajes a Oriente, mientras pensaba como continuar con las novelas históricas aprovechando los escenarios que describí en ese libro. En aquel momento acaricié la idea de crear un nuevo antepasado de ficción, Giangaleazzo Ruspoli, tomando ejemplo de ese antepasado homónimo. Luego me pregunté: ¿Qué características tendría el personaje? Teniendo en cuenta mis largos años de colaboración activa con la Orden de San Juan de Jerusalén, hoy Orden de Malta - que efectúa sus esfuerzos para los enfermos y necesitados sin distinción de raza, religión o condición, sintetizada en la regla: «Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum»  - pensé en convertirlo en un caballero de Justicia o Profeso de la Orden, el grado más alto, con los tres votos de obediencia, castidad y pobreza. Mi personaje se de-nominó desde ese momento fray Giangaleazzo. Además, tenía que definir las virtudes, capacidades y especialidades de fray Giangaleazzo, lo cual fue fácil, porque le atribuí las facultades que a todos nos gustaría tener. ¡Ya había creado el pórtico para construir encima mis novelas históricas! 



Fray Giangaleazzo fue seduciéndome con cada una de sus aventuras, hasta ejercer en mí el hechizo que despiertan los grandes detectives de la literatura, como Hércules Poirot o Sherlock Holmes.
¿Es una casualidad que la fecha de la primera edición del Profeso y el opio concuerde con el aniversario del nacimiento de Sir Arthur Conan Doyle? ¡El investigador de Sir Arthur, Sherlock Holmes, no creía en las coincidencias...!



Gracias a las investigaciones de Fray Giangaleazzo, el lector puede profundizar en su universo, en su carácter peculiar, en su exquisita cultura, en su círculo familiar, cargado de luces y sombras. No obstante, Ruspoli sigue siendo un personaje enigmático, que guarda tras su rostro inescrutable multitud de misterios y talentos desconocidos. Mi protagonista nació en 1137 en Siena, en el seno de una noble y adinerada familia y creció junto a sus seis hermanos. A los diez años de edad, dos lamas tibetanos se presentaron en la residencia familiar de los Ruspoli y le examinaron por ser la posible reencarnación del lama Shiakamuni, padre de la medicina tibetana. Más tarde cursó sus estudios universitarios en Florencia y Roma. A los veinte años ingresó en la Orden de San Juan de Jerusalén, por ser el más joven de los hermanos. Tras ingresar en esa Orden cursó estudios de medicina y cirugía, derecho canónico, esgrima, arquería y defensa personal y se convirtió en caballero Profeso a los cinco años, con votos solemnes. Sin embargo en un momento de pérdida de memoria tuvo una relación con una noble franco-egipcia de la que nació́ su única hija Ginebra. Tras ejercer durante años la medicina y la caballería en Tierra Santa, sus inquietudes le fueron llevando a otros terrenos, centrándose sobre todo en la investigación que paulatinamente se convierte en su principal actividad por la que es llamado a resolver los casos más difíciles. El ya Fray Giangaleazzo Ruspoli, héroe de la antigüedad, se convierte en un asombroso investigador de otras épocas. Viaja en el tiempo y en el espacio y puede estar en cualquier parte. El aspecto físico de Giangaleazzo impacta a quien le ve por primera vez. Es alto, esbelto y de maneras elegantes. La distinción que caracteriza su forma de caminar queda reforzada por sus trajes, siempre oscuros y confeccionados a medida, por las diestras manos de un sastre italiano. Ninguna de sus facciones pasa inadvertida. Sus ojos, de un penetrante color gris azulado parece que irradian luz por sí solos. Su cabello, de un rubio plateado y resplandeciente, contrasta con la oscuridad de su atuendo. Su as-pecto, en casi todas las novelas, recuerda al triste hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes, es decir un hombre que ronda los cincuenta años de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador, amigo de la oración, de la meditación, de la caza, de las artes marciales y de la buena condición social. Como dicta su abolengo, los modales y gustos de Giangaleazzo son distinguidos. Sus pies solo calzan zapatos elaborados en la mítica zapatería artesanal Sebago, que encarga directamente en New England cuando se encuentra en la época adecuada. Asimismo, su paladar es refinado y exigente, por lo que a veces solicita que le preparen manjares exclusivos cuando está investigando un caso en cualquier parte del mundo. Y conoce los buenos vinos como un gran sumiller. Vaya donde vaya, Giangaleazzo se desplaza con los mejores medios a disposición en la época en la que se encuentre. Cuando Giangaleazzo sonríe, cosa que sucede en raras ocasiones, algo en su interior permanece gélido e insondable. Su voz es aterciopelada pero con la firmeza del cuero. Su arrogancia no es gratuita. Giangaleazzo ha estudiado tantas disciplinas que su nivel intelectual supera el de todos los que le rodean: domina varias lenguas, muertas o vivas, es experto en medicina, arte, literatura, ciencias, armas, artes marciales y facultades esotéricas, y un verdadero maestro en el arte de la meditación. La vastísima cultura de Giangaleazzo es inabarcable, pero aun así, el Profeso continúa formándose e investigando sobre las más diversas materias. Su destreza, cultura, inteligencia y valentía le convierten en un investigador letal e implacable y en un hábil manipulador de la mente humana capaz de adoptar distintas personalidades. Empero, consigue ganarse la confianza y la amistad de sus fieles colaboradores, quienes creen a ciegas en las habilidades y la pericia del investigador. Como todos los genios, Giangaleazzo tiene enemigos que le han marginado y perseguido, e incluso le han torturado, esclavizado, condenado, emparedado y apresado. Aun así́, quien trabaja con él comprende de inmediato que se encuentra ante un ser sorprendente, un investigador superdotado, una mente única, compleja y clarividente al servicio de los necesitados y de la justicia.



El Profeso y el opio es una novela muy especial para mí y espero que los lectores la disfruten en el mismo grado que yo, tanto en su proyecto, cómo mientras la escribía. Es una novela de denuncia de los estragos de la droga y la tragedia del comienzo del narcotráfico en el siglo XIX, así como del mal comportamiento de los ingleses contra los chinos. No obstante mi antigua ascendencia británica, me avergüenzo por las dos guerras del opio y los millones de muertos chinos por ese motivo. Inglaterra se aprovechó descaradamente de su evidente superioridad bélica para imponer sus intercambios comerciales, centrados principalmente en el opio. Asimismo se apropió de territorios como Hong Kong y Kowloon y Lantau, hoy justamente devueltos a los chinos, con la excusa de apoyar sus cambalaches lucrativos. Pero también saqueó y quemó parte de la Ciudad Prohibida de Pekín y del Palacio de Verano del siglo XV, unos actos de vandalismo muy grave e injustificado. Giangaleazzo participa en estos sucesos situándose al lado de los emperadores de la dinastía Qing, para ayudarlos en la lucha contra los ingleses y los sediciosos Taiping. Giangaleazzo estará acompañado esta vez por su mujer Ileana, su hija Ginebra y su fiel mayordomo, el señor Gordon. Todos asumirán unos papeles como personajes de la dinastía Douglas. La gran labor de Giangaleazzo será finalmente premiada con el título de Mandarín de la corte imperial. El libro “El Profeso y el opio” forma parte de la saga El Profeso, una serie de quince novelas históricas, cuyas sinopsis pueden encontrarse entre las páginas de mi blog principal. La dirección del blog figura en la solapa del libro. El protagonista y su familia han participado en mi-siones en los cinco continentes, en épocas que van desde el siglo III, Bajo Imperio Romano, hasta la contemporánea, pasando por la Edad Media y el Renacimiento. Ahora estoy escribiendo una nueva entrega de las aventuras de Giangaleazzo, relacionada con el terrorismo, la masonería y la política.







Finalmente, quiero expresar mi agradecimiento a don Manuel de Soroa, conde de Vallellano y vicepresidente de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, que nos hospeda en este Salón de Ac-tos, a Basilio Rodríguez Cañada, presidente del grupo editorial Pigmalión Ediypro que ha confiado en mí, a los excelentes amigos que me acompañan en esta presentación cuyas buenas palabras tal vez sean inmerecidas, la diplomática Helena Cosano y el abogado Marcos Fernández de Bethencourt, a todos los asistentes a ese acto, en especial a mi mujer y a mi hija por su ayuda, a mi yerno Javier González de Gregorio, marqués del Villar de Grajanejos, sin olvidar a mi sobrina y ahijada Cristina Ulloa, marquesa de Jarandilla, a mi amigo José Ignacio Echeverría, conde de Gra y presidente de la Asamblea de Madrid y más en general a todos los que habéis colaborado para que esta novela se convierta en realidad.  ¡Mil gracias a todos!


El servicio de informativos del CEU ha grabado un breve resumen de un minuto.

Actualidad Nº 217 desde el minuto nueve:



martes, 3 de junio de 2014

Los derechos

Entre los grandes cambios que voy contemplando a lo largo de mi vida, quiero hablar hoy, de uno de los más trascendentes. Me refiero a la gran diferencia en la forma en que los individuos han ido asumiendo su responsabilidad ante la vida, ante su propia vida. ​La transformación mas profunda, a mi juicio, se ha operado en la mujer que ha pasado, sorprendentemente, de un papel secundario y hasta humillante en la retaguardia de la familia, a la total igualdad con el varón. Por todas partes vemos su empuje que pretende asumir más y más responsabilidades, abochornando a este allí donde la inteligencia y el esfuerzo se pueden comparar claramente, como en los centros educativos. ​La vemos, además de seguir llevando la mayor parte de la carga familiar y del gobierno de la casa, que el varón elude, en actividades profesionales cada vez más brillantes y difíciles que la llevarán, merecidamente, a ser parte dirigente de la sociedad a la altura del hombre o superior. El futuro es suyo.
Por el contrario, contemplamos al varón históricamente cansado, reticente a asumir sus responsabilidades, buscando prolongar la adolescencia parapetando en sus padres indefinidamente y llegando a formar una aborrecible costra, los “niños”, negados a aplicarse en algo que les lleve a asumir alguna responsabilidad. En mi infancia y juventud la responsabilidad de la propia vida se ponía en las manos de cada individuo desde muy temprano. Las chicas si que quedaban amparadas bajo el paraguas familiar hasta su eventual boda si la había y si no indefinidamente, pero los chicos tenían una primera responsabilidad de encontrar un trabajo, preparatorio, al terminar la enseñanza obligatoria y el necesario para asumir la independencia, al volver de la mili. Los que estudiaban, al término de su carrera. Si con la profesión aprendida o la carrera terminada, no encontraban trabajo en su ciudad, lo buscaban hasta en el último rincón de Italia o fuera de ella, como fue masivamente necesario en aquellos tiempos.  Vemos, también, la novedosa circunstancia, de que las jóvenes familias no pueden, no saben o no quieren asumir la totalidad de sus responsabilidades y las comparten, indefinidamente, con sus padres, a los que merman su merecida paz, su escaso tiempo y sus ahorros, conseguidos, a veces, con grandes penalidades. Exigen de ellos un respaldo indefinido y como si fuese obligatorio, que no necesita contrapartida. Un derecho que traen al nacer que no les obliga a devolverles cariño y atenciones. Una prolongación, indefinida, de las peores características de la adolescencia.
Y en lo social. Alguna vez he escrito que el nacionalismo tiene tanto éxito porque ofrece la tierra prometida sin necesidad de descubrirla ni conquistarla. Con las ideologías socialistas ocurre lo mismo, pues nos ofrecen una amplia gama de “derechos”, por el simple hecho de nacer.​Los países que han conquistado regímenes democráticos, deben ofrecerlos cada vez mas sofisticados. Los ciudadanos harán muy bien en reclamarlos, conquistarlos y defenderlos. Se van estableciendo, en cada país, en función de los deseos de las mayorías y solo depende de la voluntad de estas, expresadas en los cauces democráticos y así pueden ser muy distintos y cambiantes. Pongo como ejemplo la pena de muerte que está admitida en países de gran pedigrí democrático y en cambio fuertemente denostada en otros. Nada que objetar. El problema viene cuando se ofrecen como “derechos” prestaciones que, deben tener un gran respaldo económico y cuya posibilidad, puede ser muy cambiante en función de los ciclos y sus inevitables crisis.
​ Los nuevos ciudadanos, animados por la demagogia de los políticos,  exigen, cada vez mas “derechos” y mas costosos, sin permitir, en ellos, la menor racionalización o revisión y sin considerar de donde ha de venir el dinero para sostenerlos o si son acuciados a puntualizarlo, señalan a ese granero que se tiene como infinito y sospechoso: “los ricos”. Hasta se pretende y los políticos lo aceptan, tontamente, que son ellos los que deben proporcionar un trabajo digno, “de calidad”, indefinido y bien remunerado y que esto es otro derecho del ciudadano.
Y aquí tenemos esta tercera diferencia en cuanto a las responsabilidades de la propia vida pues, cada vez más, el individuo tiende a considerar al Estado, al Gobierno como respaldo total de ella. Cuando contemplamos como el nuevo individuo alivia sus cargas en otras espaldas, los que hemos pasado las nuestras y hemos visto las que pasaron nuestros padres, no podemos menos que denunciar la llantina con que nos abruman con la falsa queja de la dificultad de los tiempos actuales.

Refranes

El Instituto Cervantes explica el origen y significado de los refranes.

Lista de paremias en español Nueva búsqueda

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  1. ¿Adónde irá el buey que no are?
  2. ¿Adónde va la lengua? Adonde duelen las muelas
  3. A amor mal correspondido, ausencia y olvido
  4. A barriga llena, corazón contento
  5. A bien obrar, bien pagar
  6. A boda ni bautizo, no vayas sin ser llamado
  7. A buen entendedor, pocas palabras bastan
  8. A buen gato, buen rato
  9. A buen hambre no hay pan duro
  10. A buen servicio, mal galardón
  11. A buen sueño no hay mala cama
  12. A buenas horas, mangas verdes
  13. A buey viejo, cencerro nuevo
  14. A burro muerto, la cebada al rabo
  15. A caballero nuevo, caballo viejo
  16. A caballo nuevo, jinete viejo
  17. A caballo regalado, no le mires el diente
  18. A cada cerdo le llega su San Martín
  19. A cada olla, su cobertera
  20. A cada pajarillo le gusta su nidillo
  21. A cada puerta, su dueña
  22. A cada uno lo suyo
  23. A camino largo, paso corto
  24. A canas honradas, no hay puertas cerradas
  25. A carne de lobo, diente de perro
  26. A casa de tu tía, mas no cada día
  27. A chico pajarillo, chico nidillo
  28. A cualquier dolencia es remedio la paciencia
  29. A cuerpo débil, larga vida
  30. A dineros pagados, brazos quebrados
  31. A Dios rogando y con el mazo dando
  32. A enemigo que huye, puente de plata
  33. A escudero pobre, taza de plata y olla de cobre
  34. A falta de pan, buenas son tortas
  35. A gran huésped, gran plato
  36. A gran prisa, gran vagar
  37. A gran salto, gran quebranto
  38. A gran seca, gran mojada
  39. A gran subida, gran caída
  40. A grandes males, grandes remedios
  41. A la bestia cargada el sobornal la mata
  42. A la cama no te irás sin saber una cosa más
  43. A la corta o a la larga, el tiempo todo lo alcanza
  44. A la fuerza ahorcan
  45. A la larga el galgo a la liebre mata
  46. A la luz de la vela, no hay mujer fea
  47. A la mujer y al mar has de respetar
  48. A la noche, arreboles; a la mañana habrá soles
  49. A la ocasión la pintan calva
  50. A la olla que hierve, ninguna mosca se atreve
  51. A la red del que duerme, los peces vienen
  52. A la tercera va la vencida
  53. A la vejez, aladares de pez
  54. A la vejez, viruelas
  55. A las diez en la cama estés
  56. A lo hecho, no hay remedio; y, a lo por hacer, consejo
  57. A lo hecho, pecho
  58. A lo más oscuro amanece Dios
  59. A lo que está de moda, todo el mundo se acomoda
  60. A los amigos, hay que cuidarlos
  61. A los osados, favorece la fortuna
  62. A luengas vías, luengas mentiras
  63. A mal tiempo, buena cara
  64. A mocedad ociosa, vejez trabajosa
  65. A moro viejo, no aprendas algarabía
  66. A mucha cortesía, mayor cuidado
  67. A muertos y a idos, no hay amigos
  68. A nadie le amarga un dulce
  69. A nadie le parecieron sus hijos feos
  70. A nuevos tiempos, nuevas costumbres
  71. A otro perro con ese hueso
  72. A padre guardador, hijo gastador
  73. A pájaro durmiente, tarde le entra el cebo en el vientre
  74. A palabras necias, oídos sordos
  75. A pan de quince días, hambre de tres semanas
  76. A pan duro, diente agudo
  77. A perro flaco, todo son pulgas
  78. A perro viejo no hay tus tus
  79. A pillo, pillo y medio
  80. A poca barba, poca vergüenza
  81. A poco caudal, poca ganancia
  82. A poco viento, remos sin cuento
  83. A presurosa demanda, espaciosa respuesta
  84. A quien anda con miel, miel se le pega
  85. A quien cuece y amasa, de todo le pasa
  86. A quien dan, no escoge
  87. A quien dices tu secreto, das tu libertad y estás sujeto
  88. A quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos
  89. A quien Dios quiere bien, la perra le pare lechones
  90. A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga
  91. A quien labora, Dios lo mejora
  92. A quien lo quiere celeste, que le cueste
  93. A quien madruga, Dios le ayuda
  94. A quien no le sobra pan, no críe can
  95. A quien no mata puerco, no le dan morcilla
  96. A quien su mujer ayuda, camino ve de fortuna
  97. A raposo durmiente, no le amanece la gallina en el vientre
  98. A rey muerto, rey puesto
  99. A río revuelto, ganancia de pescadores
  100. A salvo está el que repica
  101. A su tiempo maduran las brevas
  102. A tal señor, tal honor
  103. Abogado joven, pleito perdido
  104. Abogado, juez y doctor, cuanto más lejos mejor
  105. Aborrece y serás aborrecido, quiere con amor de verdad y serás correspondido
  106. Abril, aguas mil
  107. Aceituna, una es oro; dos, plata, y la tercera, mata
  108. Acogí al ratón en mi agujero y volvióseme heredero
  109. Acostarse temprano y levantarse temprano hacen al hombre sano
  110. Adonde el corazón se inclina, el pie camina
  111. Afeites de mujer y cielo aborregado, duran lo que un nublado
  112. Afición ciega razón
  113. Afortunado en el juego, desgraciado en amores
  114. Agáchate y entrarás
  115. Agosto y septiembre, no duran siempre
  116. Agosto y vendimia no es cada día, y sí cada año; unos con ganancia y otros con daño
  117. Agua corriente no mata a la gente
  118. Agua de mayo, pan para todo el año
  119. Agua estancada, agua envenenada
  120. Agua fría y pan caliente mata la gente
  121. Agua pasada no mueve molino
  122. Agua que corre nunca mal coge
  123. Agua que no has de beber, déjala correr
  124. Agua vertida, no toda cogida
  125. Al amigo y al caballo, no apretarlo
  126. Al amigo, con su vicio
  127. Al arbolito, desde chiquito
  128. Al ausente, hincarle el diente
  129. Al bosque no vaya quien de las hojas miedo haya
  130. Al buen callar llaman Sancho
  131. Al buen día, mételo en casa
  132. Al buen pagador no le duelen prendas
  133. Al buen segador, nunca se le olvida la hoz
  134. Al buey por el asta, y al hombre por la palabra
  135. Al catarro, con el jarro
  136. Al dolor de cabeza, el comer le endereza
  137. Al enemigo ni agua
  138. Al escarabajo, sus hijos le parecen granos de oro
  139. Al final todo se sabe
  140. Al freír será el reír
  141. Al gallo que canta, le aprietan la garganta
  142. Al hierro candente, batirlo de repente
  143. Al hombre bueno no le busques abolengo
  144. Al hombre vergonzoso el diablo le llevó a palacio
  145. Al hombre viejo, múdale de tierra y dará el pellejo
  146. Al loco y al aire, darle calle
  147. Al más ruin puerco, la mejor bellota
  148. Al médico, confesor y letrado, hablarles claro
  149. Al mejor cazador, se le va la liebre
  150. Al miedoso, los dedos se le antojan huéspedes
  151. Al niño, mientras crece, y al enfermo, mientras adolece
  152. Al pajarillo que se ha de perder, alillas le han de nacer
  153. Al pan, pan, y al vino, vino
  154. Al perro que duerme, no lo despiertes
  155. Al que de ajeno se viste, en la calle le desnudan
  156. Al que le pique, que se rasque
  157. Al que mal vive, el miedo le sigue
  158. Al que no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas
  159. Al que quiere bailar, poco son es menester
  160. Al que tiene y duerme en el suelo, no hay que tenerle duelo
  161. Al que yerra, perdónale una vez, mas no después
  162. Al villano, dadle el dedo, y se tomará la mano
  163. Alábate, pavo, que mañana te pelan
  164. Alcanza, quien no cansa
  165. Alegrías y pesares te vendrán sin que los buscares
  166. Algo tendrá el agua cuando la bendicen
  167. Algo va de Pedro a Pedro
  168. Allá miran ojos donde quieren bien
  169. Allá va Sancho con su rocino
  170. Allá van leyes, do quieren reyes
  171. Allégate a los buenos y serás uno de ellos
  172. Amén, amén, al cielo llega
  173. Amigo de muchos, amigo de ninguno
  174. Amigo de Santo Tomás, siempre tomas y nunca das
  175. Amigo del buen tiempo, múdase con el viento
  176. Amigo leal y franco, mirlo blanco
  177. Amigo por interés no dura porque no lo es
  178. Amigo que no da y cuchillo que no corta, si se pierden poco importa
  179. Amigo reconciliado, enemigo doblado
  180. Amigo, viejo; tocino y vino, añejos
  181. Amigos al prestar, enemigos al devolver
  182. Amigos y mulas, fallecen a las duras
  183. Amigos, hasta en el infierno
  184. Amistad de yerno, sol de invierno
  185. Amor con amor se paga
  186. Amor de niño, agua en cestillo
  187. Amor de padre, que todo lo demás es aire
  188. Amor loco, yo por vos y vos por otro
  189. Amor trompero, cuantas veo, tantas quiero
  190. Amor y celos, hermanos gemelos
  191. Amor y dinero nunca fueron compañeros
  192. Amores nuevos olvidan viejos
  193. Amores reñidos son los más queridos
  194. Amores, dolores y dineros no pueden estar secretos
  195. Andar toda la noche y amanecer en la posada
  196. Ande yo caliente, y ríase la gente
  197. Año bisiesto, año siniestro
  198. Año de brevas, nunca lo veas
  199. Año de heladas, año de parvas
  200. Año de nieves, año de bienes
  201. Año nuevo, vida nueva
  202. Ante la duda, abstente
  203. Antes de hacer nada, consúltalo con la almohada
  204. Antes de que acabes, no te alabes
  205. Antes de que te cases, mira lo que haces
  206. Antes es la obligación que la devoción
  207. Antes moral tardío que almendro florido
  208. Antes quebrar que doblar
  209. Antes se coge al mentiroso que a un cojo
  210. Antes son mis dientes que mis parientes
  211. Aprende a perder y aprenderás a ganar y a triunfar
  212. Aprended a bien callar para que sepáis bien hablar
  213. Aprendiz de mucho, maestro de nada
  214. Aquel es tu amigo, que te quita de ruidos
  215. Aquel va más sano, que anda por lo llano
  216. Aquella ave es mala que en su nido se ensucia
  217. Aquella es bien casada, que ni tiene suegra ni cuñada
  218. Aquellos son ricos que tienen amigos
  219. Ara con niños, segarás cadillos
  220. 'Aramos', dijo la mosca. Y estaba en el cuerno del buey
  221. Arrieros somos, y en el camino nos encontraremos
  222. Asno callado, por sabio es contado
  223. Asno con oro, alcánzalo todo
  224. Asno de muchos, lobos lo comen
  225. Asno rudo, aguijón agudo
  226. Aún no ensillamos, y ya cabalgamos
  227. Aún no ha salido del cascarón, y ya tiene espolón
  228. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda
  229. Aunque seas muy sabio y viejo, no desdeñes el consejo
  230. Aunque todo sea barro, no es lo mismo tinaja que jarro
  231. Ave que vuela a la cazuela
  232. Ayúdate, y te ayudaré
  233. Ayunar, o comer trucha