sábado, 7 de diciembre de 2013

La igualdad

Todos los hombres nacen iguales, pero es la ultima vez que lo son (Abraham Lincoln).







De todas las mentiras con que la seudofilosofia progre intenta castrar a la sociedad, la de la igualdad de los seres humanos me parece la más patente y la piedra de molino más descomunal con la que se nos invita a la eucaristía. Ni siquiera esta voluntariosa afirmación de Lincoln es verdad.
Naturalmente todos podemos y debemos estar de acuerdo en el ya conquistado derecho, siempre necesitado de defensa, de la igualdad ante la ley, sin cuyo requisito la democracia se convierte en una pálida parodia, pero lo progre, que no en vano algunos definen como la filosofía de la envidia, quiere ir mucho mas allá y cercenar toda distinción.
Me es muy difícil comprender el odio a la diversidad, sin embargo, una casta política, a la que sobran, siempre, seguidores incautos, quiere ocultar la evidencia más patente que existe, la total desigualdad, la singularidad de todos los seres humanos e imponer la organización de la sociedad acabando con las diferencias y convirtiendo al pueblo en una masa uniforme y aborregada que les permita engolfarse en sus divinizados liderazgos y privilegios. 
En los imperfectos sistemas democráticos de las sociedades occidentales, en los que esta singularidad puede ejercitarse, se vive, con la amnesia habitual, como si esta posibilidad fuera un don de la naturaleza; pero es necesario recordar, continuamente, que llevamos un siglo de sangre y dolor peleando contra regimenes totalitarios, entupidamente adjetivados de derechas o de izquierdas, que han tratado y a veces conseguido, imponer esta triste filosofía de la uniformidad. Regimenes impuestos por iluminados arribistas, lideres sociales, políticos o religiosos.  
Para aliviar la inaudita  ceguera del ciudadano occidental, podemos animarle a contemplar, en la tele, las reuniones de masas en los regímenes totalitarios y la obsesiva preocupación por convertirlas, a base de un entrenamiento inhumano, en desfiles de robots en los que se tiene como merito irrenunciable que no desentone ni el gesto de una ceja. Esto, como cínico simbolo de lo que unos encanallados lideres pueden llegar a hacer con una sociedad.
Hasta podemos ver, en imágenes robadas en alguna nación en la que este camino se ha recorrido casi hasta el final, el mas delirante culto a la personalidad de las elites, que han logrado formar regimenes aristocráticos medievales, perpetuándose en el disfrute de unos privilegios inauditos, mientras mantienen al pueblo en la miseria material y en un enajenamiento mental que deja a la altura de cuentecillos infantiles a algunas novelas de ciencia ficción que anunciaban que esto podía pasar.
En otros países, en los que esos lideres ventajistas han conseguido aislar a la sociedad que pastorean, la vemos convertida en una pulpa blanda y sumisa, carente de impulso hasta para lograr la propia manutención.
Afortunadamente, la desigualdad, la originalidad, la singularidad, ha acabado triunfando hasta ahora, marcando nuevos caminos y nuevos objetivos, pero no seamos ingenuos, pues aquí mismo, en el seno de nuestras sociedades occidentales tenemos la semilla que puede, si bajamos la guardia, producir cosechas como esas. Lo progre es esa semilla. He aquí dos pinceladas.
Primera: Yo no tengo información para poder valorar la nueva ley de educación que se está, ahora, debatiendo en España, pero si creo que es un intento de evitar que la línea progre, que busca la eliminación del merito, el esfuerzo y la singularidad, buscando la uniformización de la sociedad, siga, con los resultados que el que quiera puede ver, produciendo una sociedad ignorante y mediocre, fácil de pastorear y conducir por los caminos citados.
Segunda: Escuchen y lean las declaraciones del Sr. Anguita, ejemplar progre químicamente puro y madera de líder totalitario, afortunadamente malogrado. Infalibilidad, egolatría delirante, menosprecio, a distancias siderales, de los demás lideres contemporáneos suyos y contemplador distante del pueblo al que considera como un rebaño de bartolillos, que alienados por el bebedizo capitalista no han reconocido al Mesías que les hubiera conducido a los paraísos zombis de la igualdad, donde la envidia desaparece porque no hay nada que envidiar. ¡Lo que se han perdido por no reconocer su liderazgo!

1 comentario:

  1. Ayer me preguntaron por mis ideas políticas. ¿De qué partido eres? Contesté de ninguno. ¿De ninguno? Pues sí porque estoy en contra de la partitocracia y a favor de las listas abiertas. Todos deseamos el progreso de la sociedad, la erradicación de la pobreza, la eliminación del radicalismo, la convivencia respetuosa, la honestidad, el castigo de los delincuentes, la paz entre los hombres, el freno al relativismo moral, el respeto a las creencias religiosas y más ideales que representan un punto de vista liberal. ¿Eres liberal? Pues sí, liberal y monárquico de toda la vida, pero liberal con los ideales de Mazzini que creó la Joven Italia y la Joven Europa. No podemos tener tantos políticos (Canarias triplica con menos de la cuarta parte de habitantes a los políticos de la ciudad de Nueva York; España tiene la mitad de habitantes de Alemania, pero más del doble de políticos), no podemos vivir con una deuda superior a nuestro producto interior bruto, no podemos dar patente de corso a los privilegiados del sistema. Porque el pueblo es soberano y los líderes tienen que ser ejemplares y si no lo son, se cambian. Y los que abusan, se castigan. Esta opinión se refleja en el artículo que sigue sobre la igualdad.

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